Ceibas es una localidad del Departamento Islas que está ubicada en un paso estratégico y caliente del sur entrerriano. El corredor vial más transitado y peligroso de la provincia conformado por las rutas nacionales 12 y 14, con tránsito de camiones de carga de gran porte y de ómnibus de transporte de pasajeros, le pasa por la puerta.
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En Ceibas hay un abnegado cuartel de bomberos voluntarios que tiene una intensa actividad, con varias salidas diarias por siniestros viales e incendios rurales (desde enero a junio los móviles de Ceibas han acudido 166 incidentes, con 29 heridos y un fallecido; 45 de esas intervenciones fueron accidentes de tránsito, 30 incendios, 88 servicios especiales y dos rescates). En marzo de este año se sumó otro condimento a la tarea de los bomberos: la pandemia del Covid-19.
Una gran parte de los accidentados que deben asistir provienen de la zona de circulación más activa del virus: el AMBA. Y si bien por su ubicación estratégica, el de Ceibas es el cuartel entrerriano más expuesto al coronavirus, ha sido el más discriminado a la hora de la distribución de recursos y elementos de protección.
Cuando a fines de mayo, a mitad de la pandemia, el Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios entregó equipamiento de bioseguridad para más de 43.000 efectivos de 1.100 cuarteles de todo el país, Ceibas no recibió nada “por no estar federados”, a pesar de tener la certificación del Registro Único de Bomberos de Argentina (RUBA) en el que periódicamente se informan recursos e intervenciones, prioridad para poder recibir los aportes.
A pesar de la exclusión, los bomberos de Ceibas siguieron y siguen “levantando a los caídos” de las rutas 12 y 14 y apagando los incendios de pastizales que dificultan la visión de los conductores que las transitan. Lo hacen con equipos de protección donados por vecinos, comerciantes, entidades civiles que valoran su inconmensurable tarea, y una comisión directiva que trabaja duro para reunir los recursos.
Hace unos días, un bombero que se desempeña en ese cuartel ideó un dispositivo para aislar a los accidentados y prevenir el contagio de Covid-19. Se trata de una estructura metálica desmontable, de muy bajo costo, que se coloca sobre la camilla y tiene una cubierta de nylon de alta densidad que aísla al paciente. La innovación de Pedro Brantes fue celebrada y copiada por otros cuarteles de bomberos y mereció alguna nota en los medios, pero nada más.
Si no fuera por los aportes de la comunidad y el propio ingenio, los bomberos Voluntarios de Ceibas estarían totalmente desprotegidos.
Desde la Asociación plantearon a Salud que en el protocolo sanitario se incluyera el testeo o hisopado a los accidentados que, en su mayoría, provienen de zonas de circulación activa del virus. Estos son derivados a hospitales entrerrianos desde donde, una vez dados de alta, se van sin que se pueda establecer nexo epidemiológico alguno. Aún no han tenido respuestas.
Los Voluntarios de Ceibas trabajan a diario no solo expuestos al Covid-19 sino también a materiales peligrosos, como ocurrió hace semanas atrás, en el vuelco de un camión de la firma Waste Treatment SA cargado con residuos patogénicos que iban desde Buenos Aires a la planta de Carbó.
¿Sería descabellado que el cuartel recibiese recursos o ayuda para sortear los vericuetos burocráticos que les impiden obtener un subsidio? ¿No nos avergüenza que no reciban la retribución merecida por pelear en la primera línea de cada contingencia?
Ya que los argentinos solemos sumarnos a campañas de defensas de lo indefendible, ¿no podremos hacer fuerza para “ser todos bomberos voluntarios de Ceibas”?