A finales de la década de 1960, un ingeniero italiano construyó su propia isla -con restaurante, bar, tienda de recuerdos e incluso oficina de correos con estampillas propias- en las aguas del mar Adriático. Es una historia extraordinaria, que no se había contado en décadas, y que ahora se relata con humor y nostalgia en La increíble historia de la Isla de las Rosas estrenada en Netflix.
Netflix: al rescate del ingeniero anarquista y su "paisito"
El filme recrea la historia real del ingeniero Giorgio Rosa y su batalla con las autoridades italianas para que la estructura que construyó frente a Rímini y fuera de las aguas territoriales italianas, su micronación utópica, fuera reconocida como un Estado independiente.
Antes de su muerte en 2017, a la edad de 92 años, Rosa se reunió con los cineastas y, tras un poco de persuasión, les dio su bendición para adaptar su historia a la pantalla. La película resultante muestra la construcción de la isla y la negativa de Rosa a ceder a las demandas del gobierno italiano de desmantelarla.
La historia comienza en 1967, cuando Rosa se propuso construir una micronación, que pretendía ser un símbolo de libertad. Mucha gente en ese momento pensó que debía estar loco para intentar tal hazaña. Y, como señala su hijo en una entrevista con la BBC, la construcción de la Isla de las Rosas requirió una gran cantidad de conocimientos técnicos. “Mi padre era ingeniero. Era una persona muy precisa, detallada y muy organizada. Un ingeniero en un sentido casi alemán de la palabra. Excepto por esta pequeña vena de locura que lo llevó a querer construir una plataforma para sí mismo, y luego convertirla en un Estado fuera de las aguas territoriales, lo que lo convirtió en el príncipe de los anarquistas”, agrega.
La increíble historia de la isla de las Rosas es fundamentalmente “una historia sobre la libertad, sobre lo resistente que fue Giorgio Rosa en su lucha con el gobierno”, explica el productor de la película Matteo Rovere. Él no quería rendirse porque la ley, en los años 60, era que si estabas a más de seis millas de la costa, estabas en tierra de nadie, así que podías hacer lo que quisieras, como si estuvieras en la Luna”, agrega.
“Y así fue como construyó la isla, un logro increíble porque era muy complicado. La construyó en seis meses con cuatro amigos y un grupo muy pequeño de trabajadores. Inventó la tecnología para hacerlo, y estaba muy orgulloso de ello. De hecho, cuando hablamos con él sobre hacer la película no estaba muy interesado en la historia, pero le entusiasmaba contarnos sobre la tecnología que había inventado”, relata Rovere.
Una vez que se completó, la plataforma de Rosa atrajo rápidamente la atención de los periódicos italianos. Y en un contexto de malestar mundial con la Guerra de Vietnam y las protestas por los derechos civiles, los jóvenes acudieron en masa a la Isla de las Rosas en busca de diversión y libertad. Los esfuerzos para tratar de cerrarlo sólo lo hicieron más popular. El gobierno italiano intentó desacreditarlo alegando que la isla estaba siendo utilizada para actividades ilegales como juegos de azar y consumo de drogas. “Hicieron y dijeron todo eso simplemente porque querían arruinar su reputación”, dice el hijo de Rosa.
De hecho, la cantidad de trabajo duro que tomó diseñar y construir la Isla de las Rosas se hizo evidente cuando el director Sydney Sibilia y su equipo intentaron recrearla para la pantalla. La película se rodó en una piscina infinita en Malta, en un agua mucho menos profunda de lo que había sido en la vida real, pero aún así hubo una serie de problemas logísticos que superar.
El prolífico actor italiano Elio Germano interpreta a Rosa, mientras que su pareja es interpretada por Matilda De Angelis, quien recientemente interpretó a Elena en la serie de HBO The Undoing.
“Teníamos muchas cosas reales con las que lidiar”, reflexiona Germano sobre el proceso de rodaje. “El agua, el viento, todo eso era real, así que a veces era un poco como una película de acción”, cuenta. Pero para Germano es un logro que la película haya llegado a buen término. “Antes de Netflix, era demasiado caro para nosotros filmar una película sobre esta historia. Es la primera vez que una película italiana se filma así, con mucho dinero, y con eso podés liberar tu imaginación”, dice