Liliana Bonarrigo/de la Redacción de UNO
No existe una ley que impida a una mujer capaz y calificada acceder a un puesto jerárquico o de poder dentro de una organización, sea ésta pública o privada. Sin embargo un tácito impedimento flota a nivel de la realidad. El tope es invisible como el cristal pero consistente. En estudios de género, a este fenómeno social, se lo denomina “techo de cristal” y se refiere a la limitación velada de ascenso laboral a las mujeres en las empresas u organizaciones.
Las trabajadoras llegan a ocupar escalones en la pirámide de poder pero, al acercarse a la cúspide de la jerarquía corporativa, algo bloquea su ascenso profesional.
En Argentina la brecha de acceso de las mujeres a puestos de decisión se ha ido achicando en las últimas décadas, al amparo de algunas leyes promotoras de la igualdad de oportunidades y de cupos femeninos, entre otras ampliaciones de derechos, pero no lo suficiente.
En cuanto a lo meramente remunerativo se estima que las mujeres argentinas ganan un promedio de 27,2% menos que los hombres en iguales tareas y niveles de formación, aunque las diferencias se agrandan en algunos sectores de la actividad económica y en algunas provincias.
En ese sentido, un estudio de Mercedes D’Alessandro y Magalí Brosio (*) indica que, a menor nivel educativo, las diferencias son notables. Las mujeres llegan a percibir sueldos 47% más bajos que el de sus compañeros varones.
Pero la diferencia no sólo está presente en los sectores educativamente menos favorecidos. Si bien la brecha disminuye cuando la capacitación aumenta, solo 7% de los altos cargos ejecutivos (CEO) en empresas están ocupados por mujeres. Aquí la brecha salarial entre hombres y mujeres asciende a más de 40%, en desventaja para las últimas.
Uno de los argumentos de esta distancia salarial es que las mujeres trabajan menos horas que los hombres, aunque no se aclara que, en cantidad de horas trabajadas, para tal afirmación no se tienen en cuenta las tareas no remuneradas que las mujeres cumplen a diario en sus hogares, como los quehaceres domésticos y el cuidado de la familia, (niños y ancianos).
Por otra parte, las mujeres son las que más sufren en trabajo en negro con mayores porcentajes de empleo no registrado, y con las respectivas carencias que implica, como falta de jubilación y seguridad social.
Otro argumento para justificar la desventajosa posición de las mujeres en el mundo del trabajo es el tipo de tarea “que escogen” realizar, sin atender a la discriminación inherente del mercado laboral que las excluye de participar en ciertos sectores económicos y de poder, mayormente mejores pagos y considerados “masculinos”.
He aquí cuando las mujeres, con sus cabezas soñadoras, se topan con el infranqueable “techo de cristal”.
(*) Las mujeres ganamos menos que los hombres en todo el planeta (y tu mamá también) Mercedes D’Alessandro, doctora en Economía (UBA) y Magalí Brosio, licenciada en Economía (UBA).
El "techo de cristal" y otras barreras de género
Se estima que las mujeres argentinas ganan un promedio de 27,2% menos que los hombres en iguales tareas y niveles de formación.
8 de marzo 2016 · 00:41hs