Daniel Dal-Bó nació en Laprida, provincia de Buenos Aires, donde vivió hasta los 7 años. Luego comenzó su romance con Gualeguay, donde se crió y por eso se siente un habitante más de la mencionada ciudad entrerriana.
Daniel Dal-Bó: la nueva faceta de un palista de primer nivel
Por Mauro Meyer
“Sinceramente siento que soy más gualeyo que de Laprida”, reconoce cada vez que puede cuando le toca dar una entrevista. Desde muy joven abrazó una de sus pasiones: el canotaje. Este deporte le permitió recorrer el mundo y conseguir importantes logros deportivos, además de poder representar a su país vistiendo los colores celeste y blanco.
El año pasado, luego de participar con buen suceso en la Copa del Mundo de República Checa y Polonia, Dal-Bó volvió a sus “pagos” a comenzar una nueva etapa en su vida, claro que siempre ligada a la actividad que le dio tantas alegrías. Ligado al Club Náutico Gualeguay, el palista está al frente de la escuelita de canotaje donde le da clases a chicos y adultos, mientras que también está al frente de salidas turísticas que tienen como objetivo que las personas interesadas recorran gran parte de los 32 kilómetros de costa que tiene la ciudad.
“Estoy metido de lleno en esto, sin dejar de entrenar, pero alejado un poco de la parte competitiva. Por algunas cuestiones familiares me quedo todo el tiempo en Gualeguay y trato de disfrutar de lo que más me gusta, que es el río y el canotaje. Siempre digo que el río Gualeguay es como mi casa. Por más que deje de entrenar, siempre voy a seguir yendo a él porque me gusta, es mi hábitat”, indicó en diálogo con UNO.
A sus 35 años, Daniel siente que su etapa de atleta en alto nivel entró en una pausa, aunque no descarta presentarse en alguna que otra competencia.
“Quizás más a fin de año iré a algún selectivo para ver si puedo clasificar a algún torneo, pero por ahora estoy muy bien con estas actividades”, expresó.
Dal-Bó dio detalles de los emprendimientos que lo ocupan en estos momentos: “Las salidas turísticas las hacemos los fines de semana, salimos a las 17 en esta época del año para evitar un poco el tema del calor. Vamos recorriendo el río, remando una hora más o menos hasta una playa, allí pasamos la tarde, comemos algo y alrededor de las 21.30 regresamos al club. La verdad que la gente queda muy conforme con el servicio que le prestamos”, indicó.
Por otra parte, el palista internacional está al frente de la escuelita de canotaje del Náutico, donde le enseña a chicos y adultos.
“Lo hacemos durante la semana, la verdad es que Gualeguay tiene el río muy cerca de la ciudad y los dirigentes del club tuvieron mucha predisposición para este proyecto. El canotaje siempre fue una actividad de verano y luego en otros meses se corta todo. Por eso queremos que los chicos se enganchen durante todo el año, para que puedan competir. De lo contrario no hay una continuidad con un grupo conformado y queremos revertir todo eso”, señaló.
En la escuelita, son alrededor de 15 chicos los que Dal-Bó tiene a cargo, mientras que hay unos 18 mayores inscriptos que también se animan a subirse a un bote.
“Ahora que empiezan las clases quizás tengamos algunas deserciones y eso es lo que siempre costó en este deporte, mantener el número de chicos”, agregó.
Sobre el presente que el canotaje tiene en la provincia de Entre Ríos, el entrerriano por adopción tuvo una mirada optimista, aunque sabe que hay factores que alejan a los más pequeños de la actividad.
“Tenemos un campeonato que está bien encaminado, aunque lo que veo es que cada vez cuesta más captar la atención de los chicos. Están muy metidos en la tecnología y no tienen ganas de estar en un club. Eso hace 20 años atrás era diferente. Lo cierto es que cuesta mucho captar la atención de ellos y también debe ser una tarea de los clubes en darles las herramientas necesarias para que se interesan más en este deporte”, finalizó.