La escena transcurrió en el mediodía paranaense. Bajo una temperatura que no era agobiante, pero como se dice habitualmente, “el sol pegaba fuerte”. El lugar: la puerta de una reconocida farmacia que se encuentra en la peatonal San Martín. Metros antes de entrar, me llamó la atención el grito de un niño cuya edad no pasaba los 7 años. Con una voz fuerte pedía una ayuda para comprar algo para comer. Lo hacía desde el piso, sentado, y de una forma al borde del llanto.
Pobreza: necesitamos una dosis de empatía
Por Mauro Meyer
Los transeúntes pasaban a su lado sin prestarle atención, casi como naturalizando una acción que seguramente se repite en otros puntos de la zona céntrica. Quizás algunos pensaron que este pequeño tiene dotes para la actuación y que su desesperado pedido era simplemente algo fingido y no una verdadera necesidad. Quizás también se acostumbraron a verlo en ese lugar y este chico pasó a ser una escena más de la marginalidad que golpea a la Argentina. Antes de ingresar al local pasé a su lado y lo saludé.
Adentro, cada vez que se abría la puerta corrediza, otra vez me llegaba ese grito: “Una ayuda por favor para comer”. Una y otra vez. Y nuevamente me dio la sensación de que el único que reparaba en ese pedido era yo. Después de la compra me dirigí a hacer la cola en la caja para pagar. Fue en ese momento cuando escuché un par de comentarios con los cuales entendí que a muchas personas les falta eso que se llama empatía. Un señor, muy suelto de cuerpo, le preguntó al guardia de seguridad si no tenía una guitarra para acompañar al canto del pequeño. Mi sorpresa fue total, aunque esa fue la única reacción que pude tener en ese momento. Del otro lado, por el barbijo, no pude ver si hubo un sonrisa ante un comentario tan desubicado como ese.
Al instante, me vino a la cabeza otra frase que en una situación similar escuché en alguna oportunidad: “Seguro la da la plata a los padres para comprar puchos y vino”. Esos pensamientos carentes de todo tipo de solidaridad muestran que una parte de nuestra sociedad está inmersa en el egoísmo y que por suerte son los menos. Al terminar de pagar salí de la farmacia y traté de colaborar con algunos pesos con el pequeño. Me acerqué y, al estar acompañado de dos perritos le pregunté sus nombres. “Roco y Manchita”, me dijo. Le dije que los cuidara mucho y me contó que Roco (el más pequeño) era de él y que Manchita de sus hermanos. Además, “ella corre a todo el mundo”. Me despedí y me dijo “gracias amigo”.
Hice algunos pasos y otra vez volví a escuchar su voz con su pedido de ayuda. En septiembre del año pasado, el Gobierno informó que la pobreza infantil ascendió al 54,3% en el primer semestre de 2021. Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la pobreza afectó a 5,9 millones de niños menores de 14 años, de los cuales el 16,6% son indigentes.
En el primer semestre de 2020, el informe del Indec había detallado que el 56,3% de las personas de 0 a 14 años son pobres. De ese grupo, el 15,6% de los niños vivían en la indigencia en hogares en donde los ingresos no llegan a cubrir la canasta alimentaria. Estos números deberían estar siempre en la mente de las personas que ningunean a los chicos que piden una colaboración para tener un pan en la mesa.
No es un capricho de ellos, ni tampoco una especie de juego. Hay pequeños que no la pasan bien y que no tienen una adecuada alimentación. Más cifras: según informes socioambientales de la ONG: el 40% de los niños y niñas sufren desnutrición, el 54% vive en condiciones de hacinamiento, el 43% de los hogares no consume agua potable, el 67% de los hogares presenta materiales precarios en su vivienda, el 32% de los hogares no tienen sistema de conservación de alimentos, el 62% de las familias no tienen controles médicos al día y un 29% sufre inseguridad alimentaria.
La situación no es para tomársela a la ligera como el señor del comentario desubicado en la farmacia. Por eso, una dosis de empatía no viene mal de vez en cuando. Usted me preguntará ¿Qué hace el Estado por ellos? Evidentemente poco y nada.