Una semana atrás despertamos en una Argentina el día después de las PASO, donde sucedió lo que nadie esperaba: una contundente victoria de Javier Milei con 30.04% de los votos por sobre dos fuerzas políticas con amplia trayectoria en nuestro país. Aquel lunes 14 de agosto el ambiente general fue extraño: predominó la incertidumbre y, seamos sinceros, la sensación de miedo ante la real posibilidad de que Javier Milei sea el próximo presidente, pero ¿de dónde proviene este malestar?
Argentina y Javier Milei: ¿Quiere entrar al Reino?
Por Fedra Venturini
Sus propuestas, su discurso y el fanatismo de sus seguidores me recordaron a El Reino, producida por Netflix en nuestro país y escrita por la consagrada autora del género policial, Claudia Piñeiro. La trama sigue al pastor Emilio Vázquez Pena, un líder religioso que es candidato a la vicepresidencia de la Nación pero, en medio de un acto político, su compañero de fórmula es asesinado. Al final de la primera temporada, el hombre llega al sillón de Rivadavia a pesar de estar bajo sospecha por lavado de dinero, corrupción y abuso de menores. Este thriller político puso sobre la mesa una ambigüedad entre lo mortal y lo divino, pero otro diálogo gira en torno a la corrupción que se respira en el poder político. En la segunda temporada, el mandato presidencial del pastor se encuentra en medio de una crisis social profunda, en la que le cuesta comprender por qué su pueblo percibe las cosas de forma abismalmente diferente a él, agravado por el malestar económico y la persecución de derechos como a la educación laica, el acceso a la salud pública o personas del colectivo LGBTIQ+ pierden el matrimonio igualitario, la identidad de género y otras conquistas, ¿le suenan familiar a ciertas propuestas?
Ahora una pregunta fundamental para hacernos es, ¿por qué las personas votaron a Milei? Parece un interrogante complejísimo, pero la respuesta está frente a nuestros ojos: la gente está cansada de verse siempre perjudicada por las malas gestiones de quienes están en lugares de poder o no ser escuchados por estas personas. No obstante, ¿Qué tan dispuestos a las consecuencias estamos para votar a una persona cuya plataforma electoral removerá ministerios, indemnizaciones, la investigación científica, la educación y salud públicas e implementará la libre portación de armas, comercialización de órganos y removerá el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos? Es cierto, “los derechos los paga alguien”, pero se supone que lo público es para el acceso de todos incluso de usted, estimado lector, si así lo precisara.
Desde luego, la trama que propone Piñeiro es sumamente más oscura y su final roza un destino apocalíptico para el país, donde abundan las protestas sociales y la violencia en las calles pero, al final del día, es ficción. Pero, ¿Qué tan lejos estamos de que esa ficción pase a algo real?
El 13 de agosto el mensaje de la ciudadanía a la política tradicional fue contundente: “Nos fallaron”. Pero Javier Milei y sus promesas no son una garantía de solución a la gran lista de problemáticas que acarreamos, recordemos lo que sucedió en los últimos 20 años como prueba fehaciente de esto donde abundaron las promesas, pero sobraron desilusiones, malestares y perjudicados. Ojo, no estoy planteando que las demás propuestas disponibles para el 22 de octubre sean mejores, al contrario: por un lado tenemos al actual ministro de Economía, Sergio Massa, cuya gestión en el organismo económico dejó mucho que desear, por no mencionar sus antecedentes políticos y, por otro lado, Patricia Bullrich cuyo historial en el Ministerio de Seguridad no dejó una buena imagen en la gestión de Mauricio Macri y que permanece hasta hoy. Es entendible que queramos ‘castigar’ a la clase política pero, ¿Es esta la salida?
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La política argentina tiene una mancha importante en la historia, por lo que será sumamente complejo que las nuevas generaciones de dirigentes políticos remuevan esto del imaginario social y colectivo de la ciudadanía. En este momento el electorado ya no busca promesas, sino un mea culpa y respuestas concretas a demandas justas. Si considera a Javier Milei como presidente, no sólo mire los videos en las redes sociales, busque el documento oficial con las propuestas, analice críticamente las repercusiones que podría tener y allí, quizás, vea el Reino que quiere construir.