Adriana Pacheco/Escenario
A mitad de camino entre la literatura y la historia
—¿Cuándo empezaste a escribir?
—Antes de aprender a escribir ya inventaba historias que a menudo teatralizaba para mis amigas. En la adolescencia concebí mis primeras novelas, mejor dicho unos tétricos novelones que me gustaba ilustrar.
—¿Qué formación tenés?
—Soy profesora de Historia, pero he realizado numerosos talleres literarios. En la Universidad del Salvador cursé Literatura Latinoamericana Contemporánea, Literatura Argentina Contemporánea, Cuento latinoamericano y Argentino, de Guión, de redacción, este último con Josefina Aguilar, Teresa Naios Nachjaus y unos cuantos más. Pero básicamante soy apasionada por la lectura.
—¿Cómo articulás la historia con la literatura?
—Lo histórico es el soporte, el ámbito, un tiempo y espacio en el que ubico a los personajes y el marco en el que se mueven. Los míos no son personajes históricos reales sino de ficción.
¿Cómo hacés las investigaciones?
—Generalmente en bibliotecas o archivos. Me gusta recorrer y explorar el lugar donde desarrollaré el cuento o novela, investigar no solo el marco histórico sino las características geográficas, la fauna, la flora, las costumbres, comidas, etc. En “Cuando maduren las cerezas”, por ejemplo la casi totalidad de la bibliografía me la cedió la entonces secretaria de la Biblioteca Andrés Chabrillón, de Concordia.
—¿Podés resumir tus tres novelas anteriores?
—“San Apóstol”, la primera, editada por De los Cuatro Vientos, trata sobre la búsqueda de la libertad en una ciudad imaginaria ubicada en algún punto de América Latina. Predomina el realismo mágico.
En cambio en “Los dones de Oyá” narra el enfrentamiento entre dos mujeres muy diferentes: la esposa del gobernador de Colonia del Sacramento (Siglo XVIII), y una negra esclava. El recurso es un diálogo entre ambas que, finalmente, termina hermanándolas en su condición de mujer.
Y en la que presento hoy, “Cuando maduren las cerezas”, es la historia de Yolande, la esposa de Edouard du Machy, el fundador del castillo San Carlos en Concordia, una historia fabulada a partir de estos dos misteriosos franceses que permanecieron en nuestras tierras entre 1886 a l888.
—¿Qué significa la escritura para vos?
—Es un complemento indispensable, un condimento esencial para mi existencia.
En primera persona, mis favoritos
Dentro del realismo mágico, además de García Márquez (toda su obra), me encanta Laura Restrepo (leí dos veces “La novia oscura”), también Isabel Allende con todas sus obras.
• Vargas Llosa (me encantó la novela sobre Canudos y La fiesta del chivo.
• Son clásicos para mí, Rulfo con “Pedro Páramo”, “El llano en llamas”.
• Entre los españoles me inclino por Antonio Gala, Almudena Grandes (de esta última me resultó genial “Corazón helado”)
• Me gustan los cuentos de Roa Bastos; las primeras obras de Jorge Amado. Otro brasileño que me encanta es Mauro de Vasconcellos.
• Dominique Lapierre, “El sari rojo”, “Medianoche en Bombay”
• Entre los escritores argentinos actuales me encanta toda la obra de Marcos Aguinis, su última novela “La furia de Evita” me resultó genial (para releer).