Con cada elección en la Argentina parece ponerse en juego el futuro de la Nación. O eso es lo que intentan hacer creer todos los interesados en obtener cargos, en seguir en los cargos, o recuperar antiguos cargos. Obviamente lo hacen a sabiendas de que es una forma fácil de hacer campaña, efectiva para confirmar a los propios dentro de sus filas, pero no lo suficiente para convencer a los ajenos.
Sin querer queriendo
2 de julio 2017 · 08:56hs
Foto: Télam
La gran mayoría de los mensajes están dirigidos a satanizar a los contrarios para convencer aún más a los núcleos duros propios. El resultado de esta metodología solo logra radicalizar a quienes ya tomaron una posición determinada hace bastante tiempo.
Cada medida de gobierno o cada planteo opositor, solo logra atrincherar gente de un lado o del otro, pero no por ideologías o expectativas. La única opción que se asemeja a cierta convicción es saber de qué lado no se quiere estar.
El país fue perdiendo convicciones, de las profundas y de las otras. Ya no importan las personas, solo tiene que parecer que importan. De última lo único que cuenta son las elecciones.
Lo más preocupante es que al ciudadano común le importa cada vez menos lo que pasa mientras no le pase a él, y con ese presente, prácticamente nadie se preocupa por el futuro. Dios proveerá.
Es precisamente ahí, en el desinterés, donde la propaganda tiene su mayor efecto, tanto para levantar hechos falsamente importantes que tapan el presente real, o desvían la atención de cosas verdaderamente cruciales para el futuro.
A quien llega de trabajar todos los días después de una jornada agotadora, a aquellos que andan preocupados tratando de conseguir una changa para sobrevivir, a quienes hacen malabares para sostener su familia, ¿Alguien puede pensar que a esta gente le preocupa la toma de deuda a través de un bono a 100 años que pagarán los próximos 25 presidentes a una tasa altísima? ¿A alguno de ellos le interesan las Lebacs, las Letes o los bonos?, ¿la repatriación de dólares del exterior, Arribas, Odebrecht, el soterramiento del Sarmiento o el Alto Calafate?
La realidad golpea en la inmensa mayoría de los argentinos solamente a través del bolsillo común, y es ahí, frente a la góndola del supermercado, donde la verdad, lo que realmente importa, hace mover el primer mecanismo que activa toda una maquinaria que nos puede llevar a situaciones que pueden tornarse cruciales para el futuro real del país. El Gobierno conoce de esto. Su acto reflejo es echar culpas para atrás, y en algunas cosas seguramente tenga razón, pero la responsabilidad del hoy y del mañana es suya, y la confirma en cada medida tomada desde el Gobierno. Nadie los votó para empeorar la situación de la gente. Y aún quienes los votaron saben que hay cosas que no están del todo bien y solo se defienden para no darle la razón a los otros. Exactamente como hacen quienes votaron al gobierno anterior, pero para estos también sería imperdonable cualquier tipo de reconocimiento. Núcleos duros cada vez más duros.
Al "Nosotros o el pasado", se le opone, el "Ellos nos están llevando al 2001".
Así las cosas, la elección parece pasar entre quienes no quieren volver al pasado y los que no quieren estar en ese futuro que ya vivimos. Habrá que elegir entre lo que no queremos.