Por el contrario, las certezas no admiten prueba en contrario: con los programas neoliberales los que pierden son los más necesitados. Esto es lo que se está viendo hoy con la administración Cambiemos, con los despidos masivos en el Estado, los recortes presupuestarios, los tarifazos, la megadevaluación, la inflación siempre ascendente. Las medidas impactan en áreas sensibles como la educación, la ciencia y tecnología y la niñez, como se observa en la decisión administrativa 1605/18 publicada el lunes en el Boletín Oficial, con la que el Ministerio de Hacienda dispuso una reasignación de partidas. Allí las universidades nacionales pierden 1.639 millones de pesos y como contrapartida aumentan los fondos para la Policía Federal, Gendarmería y las Fuerzas Armadas.
El impacto en salud es de los más graves, tanto en lo simbólico –la baja de la categoría de Ministerio es algo a lo que solamente las dictaduras se animaron– como en lo material, con podas de recursos que se traducen en menos medicamentos, menos vacunas, menos tratamientos para distintas patologías. Y más enfermedades y más muertes.
Fueron esclarecedoras en ese sentido las declaraciones de la ministra de Salud de la Provincia, Sonia Velázquez, quien detalló en qué consiste el ajuste nacional que se viene llevando adelante prácticamente desde el minuto cero del gobierno de Cambiemos. "Desde 2016, paulatinamente se han venido recortando distintos programas de salud. Nos venimos haciendo cargo sin ninguna comunicación de nada. Esto es despertarse un día y enterarse", dijo en una entrevista con Radio Comunitaria Barriletes. Mencionó la caída de fondos para discapacidad, para la provisión de leche fortificada con hierro y zinc, para la provisión de los insumos para cumplimentar el calendario de vacunación, para drogas oncológicas, tratamientos de diálisis, trasplantes de médula ósea, entre otros rubros.
Además hay otros efectos de la política económica: las pérdidas de puestos de trabajo deja a más personas sin obra social que pasan a atenderse en la red de salud pública. Se necesitan más recursos para garantizar la atención y medicamentos, a la vez que pagar tarifas más altas por los servicios en hospitales y centros de salud.
Finalmente, la pauperización deja indicadores de necesidades básicas insatisfechas cada vez más notorios en los dispensarios barriales, como desnutrición o problemas alimentarios en niños y niñas, mujeres embarazadas y adultos mayores.
En este contexto, el "hambre cero" debería pasar a ser la prioridad en lugar del "déficit cero", antes de que el estallido de los espejos de colores cause daños irreparables y la tarea de juntar los pedazos sea interminable.