Las aguas danzantes dominaban la escena del despertar paranaense de ayer. La rotura de un caño en la madrugada en calle Pedro Rondeau, a escasos metros de avenida Doctor Lucio Uranga (al costado de la Escuela de Policía), motivó que gran parte de la capital provincial se quedara sin el vital elemento. Las imágenes recorrieron rápidamente las redes sociales, dejando en claro que el problema era grave. Tan es así que, al cierre de esta edición, todavía no se sabía a ciencia cierta cuándo los ciudadanos volveríamos a abrir el grifo y ver correr agua potable por el mismo.
El agua ya no corre, las monedas sí
21 de marzo 2019 · 22:45hs
Mientras pensaba en cómo lavar los dos paquetes de acelga que había comprado en una verdulería aledaña a la cancha de Peñarol, se me vino a la memoria que esto de los cortes se transformó en moneda corriente desde hace varios meses. Puede sonar algo triste, pero es así.
Debo reconocer que no solamente el problema del agua llamó mi atención en la jornada de ayer. Mientras recorría la peatonal San Martín traté de escuchar diálogos sueltos para olvidarme de algunos dramas personales. Y hubo uno que me interesó mucho. Una señora, con cierta desesperación, le preguntó a una pequeña (que supongo era su hija), si ella no había agarrado la moneda que le habían dado de vuelto en un comercio. No supe el valor de la misma, pero mientras hacía el interrogatorio recorría con su mano cada sector de su bolso para tratar de encontrarla. En ese instante me di cuenta de que los tiempos han cambiado. Mejor dicho, que vivimos un momento complicado. Antes, una moneda resultaba hasta molesta. La dejábamos en algún rincón y hasta si la perdíamos no nos preocupábamos, fuera del valor que fuera
Ahora, la crisis económica que golpea a nuestro país hace que la gente ya no las descarte. En otra época, cuando en un súper nos daban el vuelto con un par de caramelos lo tomábamos hasta como algo chistoso. Ahora estoy seguro de que más de uno mira de mala gana al cajero cuando mete la mano en el frasco de los masticables. Tampoco creo que corra eso de "quedate con el vuelto", cuando el mismo se trataba de un par de "redondas de metal".
Todo esto puede sonar figurativo y hasta irrisorio, aunque nadie puede negar que hoy vivimos con lo justo y que todo ayuda para poder llegar a fin de mes.
De chico me enseñaron a ahorrar en el famoso "chanchito", que tenía una ranura donde de vez en cuando me acordaba de tirar una moneda. Uno se ilusionaba con lo que podía comprar, aunque casi siempre eran golosinas o algún que otro "soldadito" de juguete.
Esa cultura con el paso del tiempo se perdió, porque hoy es complicado complacer a un niño con algo que no vale mucho. Hoy te piden billetes, quizás maravillados con el colorido que tienen. Pero ya son pocos los que pueden cumplir con esos deseos. La plata no alcanza. En la actualidad, el costo de la canasta alimentaria para una familia tipo ya ronda los 26.000 pesos, y la inflación sigue aumentando. Ante este panorama, es entendible lo que cada billete le puede significar a una persona, para gastarlo en productos estrictamente necesarios. Por ejemplo, un litro de leche de primera marca supera en nuestro país los 40 pesos. Y es ahora cuando vuelvo a recordar lo vivido en la Peatonal de la capital provincial, donde una señora se preocupó sobremanera por el destino de una moneda. Hoy, para muchas familias se transformaron en algo esencial. Cada peso sirve para poder combatir una crisis que seca los bolsillos día a día.
Y así seguí mi recorrido, tratando de escuchar alguna buena y que no sean todas pálidas. Pero fue imposible. Me apuré en llegar a casa para lavar la acelga, pero fue en ese momento cuando me acordé que no había agua!!! El caño roto de calle Rondeau seguía sin arreglarse, mientras nuestros gobernantes seguían de campaña en los barrios. Quizás prometiendo una solución definitiva si salen ganadores en las elecciones. Se olvidan que la respuesta debe ser inmediata y no dentro de unos meses.
Estas son algunas misceláneas de nuestra Paraná querida, postales del día a día. Lo que me quedó claro es que el agua ya no corre, pero las monedas sí. Hoy, más que nunca.