El básquet de primera de Parque Sur marcará mañana 10 el juego por instancias nunca vividas en Concepción del Uruguay. Será por las semifinales del TNA, como local, recibiendo a Estudiantes de Olavarría. La serie de cinco está dos a cero abajo, ya que los visitantes vencieron en los dos primeros encuentros, jugados en su cancha. Pero no nos ocupa hoy un eventual resultado. Nos ocupa el proceso que llevó, a un club de barrio, a pelear mano a mano con grandes del básquet argentino. Un plan que se puso en marcha con el siglo caminando un año, con René Richard (único nombre que aparecerá en esta columna) al frente, comandando un grupo de jugadores locales, del club y de la ciudad. Fue el arranque. Desde el torneo local, bancar la parada en medio de falencias, carencias y de un país incendiado, poco apto para el deporte. Se siguió. Se saltó hacia el Provincial, marchando con un país caminando hacia la normalidad, siempre con el proyecto de local, con el barrio acompañando. Se sumaron otros venidos de barrios vecinos, se fue creciendo, se promovieron juveniles y otros, cruelmente, fueron dejados en el camino.
Un club de barrio
Por Gerardo Iglesias
9 de mayo 2017 · 08:19hs
El Provincial ya quedó chico. La provincia era chica para el club del Puerto Viejo de Concepción.
El salto fue al Torneo Federal. Se acentuó el plan, se reforzó el plantel, volvieron algunos de sus juveniles que habían partido en busca de algo más grande. En busca de lo que Parque aún no tenía. El club creció, la cancha ya lucía el parqué necesario para competencias más profesionales. El plan de trabajo continuaba, crecía en base a triunfos y estos eran en base a él. El respeto a ese plan, a la gente que lo llevaba a cabo. Hubo enojos, idas, vueltas, discusiones, pero se siguió, se priorizó el club, el barrio, aunque algunos de sus hijos dilectos quedaban en el camino por una lógica de juego, poco compartida, a veces, por quien esto escribe.
Pero Parque Sur apostó al proyecto, la bendita palabra utilizada siempre en el deporte y pocas veces respetada. Bancó a Richard, bancó a la gente que respalda su trabajo. Llegó el ascenso al TNA, para que el barrio, y los llegados con las victorias, festejaran y gozaran de un mejor básquet, potenciando además al semillero, recuperando gente, permitiendo un verdadero salto de calidad al club, en todas sus disciplinas.
Le quedan aún dos partidos por jugar en calidad de local. Uno más, si gana estos dos. Pero ya está. Parque Sur demostró que los jugadores de nuestra ciudad, el cuerpo técnico en su totalidad, los dirigentes y los hinchas pueden competir en un nivel profesional, mano a mano con otras instituciones del país.
El club del Puerto Viejo marcó el camino. Su gente lo vive como un logro propio, porque tiene pertenencia con el club, que siempre le devuelve alegrías a los que trabajan, sufren y viven con él. Parque es del barrio, es de su gente que lo apoya con lo que puede y le permite su economía, también barrial. Y esa pertenencia, acaso, fue la que lo llevó a estar donde hoy está. Dos partidos más. O más. Pero esa alegría, ese pecho inflado de su gente, seguirá por siempre, porque el club es de ellos.