La semana pasada se conoció un video en el que se puede ver a cuatro jovenes
youtubers abusando de una mujer en estado de inconsciencia. El video generó reacciones inmediatas, principalmente porque se trata de Yao Cabrera, Lucas Castel, Gonza Fonseca y Fabri Lemus, cuatro "estrellas" de la pantalla más chica de todas, dueños de un segmento de la audiencia más participativa de las
redes sociales.
Las imágenes los muestran alrededor de la chica que está tirada en una cama y en claro estado de ebriedad. La tocan, se rien, se burlan de ella, uno de ellos le desprende el corpiño y otro simula penetrarla. Un quinto participante es el que filma la escena y que disfruta de lo que sabe que está mal, pero no impide que suceda. Las imágenes, difundidas por el mismo que las registró hace 2 años, resultaron una bomba que estalló en la cara de los "amos" de las redes sociales y no hace más que poner en evidencia que la violencia machista se disfraza de diversión con demasiada frecuencia, en un juego en el que solo se divierten ellos.
Acusaciones cruzadas y descargos en formato audiovisual. Las imágenes -que se acercan al millón de visitas- no necesitan demasiada explicación sin embargo los protagonistas no tardaron en salir al cruce de las críticas, y no hacen más que minimizar lo ocurrido: "que estaban borrachos" y que "sólo" se estaban divirtiendo. Los seguidores -en su mayoría niños y adolescentes- justifican lo que pasó en la habitación del Faena y hacen propios los argumentos de sus ídolos.
Por otra parte, el mensaje de la víctima no es diferente, porque eso hacen las víctimas de abuso: en primer lugar sentir que no lo son, en segundo que ellas lo provocaron y en última instancia que no fue tan grave. Sus abusadores, que no son niños ni adolescentes, utilizan el testimonio de la chica, que hoy tiene 21 años, para seguir negando la gravedad del hecho. Que todos estaban borrachos y que ella también lo estaba.
Con respecto al asunto del alcohol, en la discusión global hay un twitt muy claro en relación al doble standar imperante en la opinión pública a la hora de juzgar la violencia de género. "Para nosotras el alcohol es culpabilizante. Para ellos, atenuante".
Gonza Fonseca fue quien comenzó con la catarata de videos-descargo y en un intento de limpiar su imagen solo pudo demostrar que es incapaz de entender qué es un abuso. Quizás nadie esté diciendo con suficiente fuerza que que el hecho de que que la víctima diga que "no se siente abusada" no extingue el abuso. “Fueron 6 segundos, ella se cagó de risa y yo después me caí inconsciente al lado. Después de eso se fueron todos y terminó ahí”, dijo en un tramo de su descargo.
También Lucas Castel, otro de los que aparecen en el video, intentó una defensa: "Sigan hablando estupideces, sacando todo de contexto y aprovechando para tener un poco de fama y visitas", manifestó.
Ponen en el centro de la discusión los egos, la fama y las visitas, y parecen darle la espalda a una situación que es innegablemente abusiva, que además es un delito, a pesar de que aún no haya una denuncia formal.
Bastaría con entender que hay posición de poder de esos hombres por sobre una mujer en un estado de extrema vulnerabilidad en el que no puede haber consentimiento, y que sin consentimiento hay abuso. Al respecto de esto, otra usuaria de Twitter sintetizó muy claramente el razonamiento, tan simple pero evidentemente complejo para algunos.
No son pocos los que condenan lo sucedido, sin embargo, cuando los abusadores además son ídolos, la fama -que es también una estructura de poder- les da respaldo e impunidad. Así ha funcionado históricamente con estrellas de rock, jugadores de futbol, actores de cine. Un caso emblemático es de
l Bambino Veira, que violó a un niño de 13 años en los 80 y de hecho fue
condenado en 1998 por ese delito, sin embargo el ser famoso y buen contador de anécdotas, lo sigue manteniendo alto en el podio de los ídolos argentinos.
Hoy el debate se da en un contexto donde son los más jóvenes tienen el poder de reproducir masivamente estos discursos y al mismo tiempo son los más vulnerables. Por eso es necesario dejar claro que sí es grave divertirse tocando el cuerpo de una mujer borracha. Que haber tomado de más no extingue ningún abuso; que no importa haya sido hace mucho si se puede compobar que exitstió; que quien observa, registra y no detiene ni denuncia el abuso es cómplice, que aunque no sea este el caso, una mujer tiene la libertad de tener sexo grupal si lo desea pero que filmarla para obtener seguidores, likes o views, también es un abuso, y principalmente: que un abuso, nunca, nunca es una broma. Frivolizarlo no ayuda a evitar que sigan ocurriendo.