Pablo Felizia / De la Redacción de UNO
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El barrio El Sol fue inaugurado en mayo de 1982, en plena guerra de Malvinas y su plaza central se llama 2 de Abril; por la zona muy pocos conocen o reparan en el nombre. Por sus calles vivieron militantes políticos y vecinales, tiene una vida cultural y artística como pocos, pero hay varias de sus necesidades que aparecen insatisfechas. Cada esquina, los pasillos, la calle, esconden cientos de historias; algunas más fáciles de contar que otras.
Dijeron que el nombre El Sol proviene de la misma empresa que lo construyó. Las paredes de las casas eran de un amarillo muy fuerte y los techos rojos. La fisonomía era igual a la de otras zonas del país y del mundo, similares a barrios industriales de Rusia.
Angélica Galán aún está al frente de la vecinal. Es militante social, responsable, entre otras cosas, de la tarea que les da la maestra a 25 chicos que llegan todos los días para recibir apoyo escolar. Usan el salón que tienen, uno pequeño y por momentos falto de muebles y de luz eléctrica. “Vienen chicos del barrio, de otros como Pirola, Libertad y de asentamientos cercanos”, dijo a UNO. Fue ella quien acompañó a recorrer las calles y la historia de esa zona.
El barrio El Sol limita con el arroyo Antoñico y Pedro Caminos, Casiano Calderón y José María Paz.
Galán conoce esa zona, es joven, pero sabe de aquellos vecinos que le dieron vida a esas cuadras, a esos edificios y casas con techos bajos. Ella presentó a UNO a Rito Jesús Zapata, coordinador de las piletas del barrio. El hombre contó que durante el verano llegan a ir 380 chicos por la mañana y más de 1.000 personas por la tarde. Hoy trabajan 16 personas y al momento se construye en salón materno infantil. En invierno, el playón deportivo se usa todos los días. Sin dudas se trata de uno de los espacios más importantes.
En la calle, al frente de una casa, un grupo de mujeres atendía una pequeña feria americana, un policía que pasaba por el lugar preguntó por algunos precios. En la escuela Capitán de Fragata Pedro Edgardo Giachino –otro nombre que habla de Malvinas– los estudiantes de la Primaria, por el horario, le dejaban paso a los más grandes de la Bazán y Bustos.
Bajo el techo de ese tinglado con comercios a los costados, en esa especie de ingreso oficial al barrio tan característico, estaba parado como si nada, Adolfo Salvador Titina Álvarez, el masajista de Patronato; un histórico de la institución. (Ver Titina, héroe de la parcialidad Rojinegra). Dijo que el barrio cambió mucho de cuando él llegó con su familia hace 32 años: “Era más tranquilo y se podía sentar afuera y dejar el sillón”,dijo.
En el barrio también vive Nora Aracil una de las impulsoras del carnaval en la ciudad y en El Sol; es profesora de danza, presidenta de la Asociación de Profesores de Danza de la provincia, madre del primer bailarín del Sodre de Uruguay –Ciro Mansilla– e hija de Alicia Coronado, una mujer que falleció hace años y que está en el recuerdo como vecinalista y militante de la zona.
Aracil contó a UNO: “A las casas las dieron por concurso y el 80% era gente que había estado detenida o había tenido problemas con el proceso militar; fue como un resarcimiento”. También aportó apellidos de vecinos que inauguraron algunas de esas viviendas: Rodríguez Clementi, Remedi, Ruberto, Brunengo, Rosales y Salas entre otros. “Iban a concurso, pero sin prontuario limpio era complejo que te adjudicaran”, agregó.
En el origen de la zona, hay una anécdota que debe ser rescatada para que no quede escondida en el olvido. Aracil explicó que esos hombres y mujeres, al llegar, se encontraron con que en sus hogares no tenían luz y así estuvieron durante un mes. Tampoco iba el colectivo y para entrar al barrio había que hacerlo por Avenida Ejército, Florencio Sánchez o por el Puente Blanco; detrás de la escuela solo se encontraba una pasarela de madera. Hicieron notas, pero no hubo respuestas. Corría noviembre de 1982 y el gobierno militar detentaba aún el poder del país y la ciudad.
Aracil relató que los vecinos decidieron, entonces, hacer una movilización, pero la Policía les aseguró que irían todos presos. Lo cierto es que marcharon igual, codo a codo, hasta la esquina donde ahora está el supermercado. Frente a las fuerzas policiales se separaron, se dispersaron y cada uno pareció irse por su lado. Sin embargo se volvieron a encontrar, minutos después, en la esquina de España e Italia para marchar juntos hasta la puerta de la Municipalidad. Consiguieron la luz, el colectivo y, al parecer, así estamparon la identidad e historia del barrio El Sol.
Titina, héroe de la parcialidad Rojinegra
Cuando uno camina por las calles del barrio El Sol, lo puede encontrar a Adolfo Salvador Titina Álvarez, masajista de Patronato durante 45 años. Hoy tiene 73 y dijo a UNO: “Me sacás del club y me sacás toda mi vida”.
Hace más de tres décadas que tiene su vivienda por esas calles. Contó que el tío de una novia era arquero del Santo y lo invitó a la cancha. Al tiempo, le ofrecieron dar una mano en la boletería. Una tarde, por el parlante, la voz del estadio pidió por su presencia en el vestuario; el médico necesitaba un masajista. Así nació en su oficio, uno que nunca más abandonó.
Titina, tiene ese apodo desde que era niño, vivió 13 años en el club y su esposa era encargada de lavar la ropa de la institución. Allí nació su hijo que ahora cumplió 40 años y trabaja en dos comercios en la zona.
Detalles de la noticia
* El barrio El Sol tiene una plaza central que se llama 2 de Abril. Es un lugar importante por su extensión y porque allí cruzan varios caminos que conectan a toda la zona. Tiene poca luz y mucho barro; los juegos no están en condiciones y con poco presupuesto se la puede mejorar.
* La vecinal realiza apoyo escolar miércoles y viernes de 14.30 a 16.30 y luego recreación deportiva en el playón donde están las piletas. Para las vacaciones de invierno proyectan diferentes actividades culturales.
* 33 - Es la cantidad de años que tiene el barrio El Sol de Paraná, inaugurado el 17 de mayo de 1982. Hoy cuenta con una población de 4.000 habitantes, según datos aportados por la vecinal.
* Angélica Galán, vecinalista, dijo: “Necesitamos ampliar el espacio donde damos apoyo escolar. También recibimos donaciones de útiles, pintura para un mural y sillas; todos elementos para la inclusión”.
Barrio El Sol tiene en sus calles rastros de luces y sombras
Mirada urbana. Paredes amarillas, techos rojos, barro, plaza, carnaval y movilización. Los vecinos hablan del orgullo de vivir en esa zona
3 de julio 2015 · 06:05hs