Estados Unidos sigue estando al tope del número de muertes por coronavirus en el mundo. De acuerdo a cifras brindadas por la Universidad Johns Hopkins, la cifra total de fallecidos alcanzó ayer las 50.031 personas, y por el momento la enfermedad no parece dar tregua en el país del norte.
Estados Unidos sigue acechado por el virus: el drama de los latinos
La cantidad de contagios sigue en ascenso, ya que son 870.468 los pacientes infectados, teniendo al Estado de Nueva York como el epicentro de la pandemia. En ese centro cosmopolita uno de cada cinco ciudadanos se ha infectado con coronavirus, según ha asegurado el gobernador, Andrew Cuomo. El funcionario ha citado un estudio preliminar que sugiere que la incidencia en la ciudad es mucho más elevada que la detectada por otras investigaciones en el resto de EE.UU.
Pero hay un drama social que tiene poca visibilidad en los medios masivos. Es que el coronavirus ha castigado con una dureza especial a la comunidad latina de Nueva York.
Datos oficiales de la ciudad muestran que el Covid-19 mata a los latinos a una tasa al menos 1,6 veces mayor que a los residentes. El alcalde, Bill de Blasio, ha vinculado esto, así como la mayor tasa de mortalidad del virus entre los afroestadounidenses, con las desigualdades sociales y de cuidado de salud que se arrastran desde hace décadas. Pero el médico dominicano Ramón Tallaj, presidente y fundador de Somos, una red de unos 3.000 proveedores de salud que trabajan con inmigrantes en Nueva York, sostiene que la gran falla de la ciudad fue evitar aislar a todas las personas infectadas en sitios especiales.
“A esa gente nunca se les hizo un aislamiento cuando dieron positivo al test. Los mandaron para el apartamento de nuevo. Y ahí se está infectando masivamente. Por eso hay tantas muertes”, dice Tallaj a BBC Mundo. A su juicio, esto impactó en particular a los latinos de bajos recursos, que suelen vivir en espacios más reducidos y con familias más numerosas. Muchos de ellos son jornaleros o empleados en servicios esenciales. Y en plena crisis deben arriesgarse a salir a las calles para llevar comida a sus casas.