El Día de la Soberanía en la Antártida Argentina se celebra hoy, recordando que fue el 22 de febrero de 1904 cuando se izó por primera vez la bandera nacional en la isla Laurie del archipiélago Orcadas del Sur.
Antártida Argentina: entrerrianos comparten su experiencia
Por Vanesa Erbes
Se cumplen 119 años de ese hecho histórico y está estipulada para esta jornada la visita del presidente Alberto Fernández a la Base Vicecomodoro Marambio, donde inaugurará tres laboratorios para investigaciones científicas.
La Base Marambio es una de las siete operativas de manera permanente, junto con la Base Orcadas, Base Esperanza, Base San Martín, Base Belgrano II y Petrel. También funcionan de manera temporaria las bases Melchior, Decepción, Cámara, Primavera y Matienzo, adonde llegan grupos de científicos del país a realizar diferentes estudios entre diciembre y abril.
En varias de las bases hay entrerrianos desarrollando tareas al servicio de la patria. Tal es el caso de Laura Ayala, oriunda de Paraná e integrante de la Fuerza Aérea Argentina, quien llegó hace apenas tres y contó a UNO: “Soy inspector meteorológico. Estoy aquí desde el 1° de febrero. En una primera parte, me toca la Base Marambio, donde estoy ahora. En el grupo trabajo junto con tres inspectores que se despliegan en el Servicio Meteorológico Nacional y nuestra labor es hacer las inspecciones de las estaciones meteorológicas en las bases antárticas en cuanto a instrumental, personal, seguridad e higiene, entre otras cosas”.
“Formo parte de la campaña de verano y luego de Base Marambio estaré subiendo al rompehielos Subcomandante Irízar, que pertenece a la Armada Argentina, y me sumo a la tercera etapa del buque para continuar con las inspecciones meteorológicas en otras bases”, añadió.
En el caso del suboficial y cabo primero del Ejército Argentino Alejandro Villaba, de 30 años y oriundo de San José de Feliciano, regresó el 13 de enero desde Base Esperanza, un espacio que tiene como misión principal brindar apoyo logístico a las investigaciones que realizan biólogos, sismólogos y meteorólogos que desarrollan sus tareas en esta estación científica. Allí estuvo un año. Había partido en barco el 28 de diciembre de 2021 y a poco más de un mes de haber llegado al continente americano está disfrutando de su licencia en su ciudad natal, donde está visitando a sus hermanos. “Mi campaña fue el año pasado. Estuve en Base Esperanza, donde es muy particular la experiencia, porque es diferente a las demás bases, en el sentido de que viven familias, hay escuelas, hay una radio”, comentó a UNO.
Asimismo, agregó: “Es una base grande a la que llegué en barco y después en helicóptero. Por mar desde Tierra del Fuego son seis o siete días, eso depende mucho del clima. También hay posibilidades de ir en el Hércules, un avión de combate que tiene la Fuerza Aérea, que llega hasta Marambio de ahí se pasa en helicóptero a la Base Esperanza; y así se puede llegar en un día: uno saliendo a las 7 de la mañana, a las 4 de la tarde ya puede estar en la Base Esperanza”.
Villalba recordó que fue en la escuela de campo a la que iba cuando era chico donde escuchó por primera vez hablar de la Antártida, y refirió: “Siempre en Geografía nos enseñaban dónde estaba en el mapa la Antártida, que es parte de Argentina y demás. Me parecía un lugar inalcanzable y me empezó a llamar la atención. Después ingresé en la vida militar y fui teniendo un poco más de conocimiento de lo que se vive allá; fui conociendo a gente antártica que había ido a invernar y eso me fue llevando un poco a querer poner en práctica ese desafío”.
“Más que nada uno va por lo que nos cuenta alguien que ya estuvo ahí sobre el trabajo que se hace, lo inhóspito que es, la hermandad y camaradería que existe. Son varios factores los que a alguien lo impulsan a sumarse a una campaña antártica y no hay palabras para explicar lo que se vive allá. Y al regresar uno se queda con ganas de volver”, aseguró.
En su caso es conductor motorista y sus tareas este último año estuvieron ligadas al transporte y movilidad de la Base, aunque no fueron las únicas: “Después uno hace actividades diferentes. Nos acoplamos a todo en invierno, cuando se congelan los caños, cuando hay que liberar de hielos una laguna donde se saca agua. Son diversas las actividades que uno termina haciendo”.
Si bien ayer en Base Esperanza la temperatura era de 2°, durante el verano puede llegar hasta los 15°, muchísimos grados menos que los que sintió al llegar a Buenos Aires a mediados de enero, en plena ola de calor. Pero, según explicó el entrerriano, en invierno la temperatura baja a -20° o -25°, y la sensación térmica llega a ser de -39°. En tanto, los vientos pueden alcanzar entre 140 y 190 kilómetros por hora: son esas jornadas en la que no salen al exterior, esperando que las inclemencias del tiempo mejoren.
Una vivencia sin igual
Alejandro Villaba compartió su estadía en Base Esperanza con dos entrerrianos más: uno de la Fuerza Aérea, de Paraná, y otro del Ejército, de Concordia. Permanecer un año en un lugar, sobre todo cuando es tan lejano como la Antártida, le permite a cualquier persona forjar amistades, y hoy mantiene contacto con sus pares a través de WhastApp, de la misma manera que pudo hacerlo con su familia, cuando estuvo a unos 3.900 kilómetros de distancia. “Hoy en día hay wifi en todas las dependencias, y uno puede hacer llamadas normalmente. Es muy raro que la comunicación se dificulte. En ese sentido se ha avanzado un montón”, destacó.
También contó que a pesar de la distancia y las particularidades del llamado Continente Blanco, a mediados del año pasado en Base Marambio se empezó a implementar la producción de verduras, a través de cultivos hidropónicos, algo inédito hasta entonces, y la experiencia se expandió también a Base Esperanza: “Se llevó también allí la logística para armar el lugar y este año se va a iniciar el cultivo de verduras”, sostuvo.
Fue en este lugar tan remoto y especial donde le tocó gritar los goles del seleccionado argentino de fútbol hace un par de meses atrás, durante el Mundial de Qatar, una vivencia que recuerda con gran emoción y compartió con UNO: “Fue muy emocionante, fue único. Hay en Base Esperanza una casa principal donde está el comedor y los sábados hay noches de pizza, donde casi toda la dotación se junta, nos dan una lata de cerveza y demás. Ahí nos reuníamos y lo vivimos a pleno al Mundial”, concluyó.