En los departamentos del norte entrerriano, el nivel educativo que alcanza su población es muy inferior al resto de la geografía provincial. O dicho en otros términos, los índices más preocupantes en materia de educación encallan en esa zona históricamente postergada: sobreedad, repitencia y abandono han avanzado en esa región durante los últimos años, con mucho mayor impulso que en otros departamentos. Visibilizar esa realidad puede ayudar a entender también, por qué resulta tan difícil el progreso de una comunidad.
El rezago educativo que condena a los pueblos
Se trata, coincidentemente, de la zona con mayores necesidades básicas insatisfechas; es decir que donde hay menos oportunidades para progresar, crece el riesgo educativo. Ello conlleva a alimentar el círculo vicioso, originando un futuro de mayor marginación y exclusión social, política y económica.
No hay valores uniformes, pero en líneas generales departamentos como La Paz, Feliciano, Federal, Federación y más atrás Tala y Nogoyá muestran un significativo rezago educativo, en comparación con otros sectores provinciales.
No solo en esas zonas la oferta educativa puede ser sensiblemente inferior a otras que concentran mayor densidad demográfica, sino que tiene mucha incidencia en los chicos y jóvenes la baja expectativa sobre el horizonte laboral: en un escenario de muy pocas oportunidades y sin espacios de demanda de personal calificado, resulta indistinto tener o no mayores estudios.
Además, las ofertas educativas superiores son reducidas y las familias no pueden hacer frente a erogaciones para solventar estudios de sus hijos fuera de la ciudad.
De acuerdo con un entrecruzamiento de datos del Ministerio de Educación de la Nación y del Consejo General de Educación, en el nivel secundario, la sobreedad promedio en distintos años muestra índices superiores al 45% en La Paz, Feliciano, Federal, Federación. Es decir, que en determinados años, la mitad del alumnado tiene más edad que la que le corresponde al nivel educativo que está cursando. Algo similar ocurre en los departamentos Victoria e Islas del Ibicuy.
A la realidad económica se le deben anexar las dificultades existentes en cada territorio. En esas regiones, las zonas rurales e incluso urbanas resultan afectadas por inundaciones o temporales que imposibilitan traslados y generan inconvenientes en los precarios hogares. Zonas como Victoria e Islas del Ibicuy, con poblaciones isleñas estables, son alcanzadas regularmente por las cíclicas oscilaciones de los cursos de agua, que tornan irregular los ciclos escolares.
Como contrapartida, muestran una mejor realidad los departamentos Paraná, Gualeguaychú y Colón, con un promedio del 35% de alumnos con sobreedad. Pese a ser mejor que en otras zonas de la provincia, ese porcentaje no deja de ser preocupante: significa que cuatro de casi 10 chicos de un aula cursan sus estudios secundarios en más tiempo que la edad correspondiente.
La repitencia también es un fenómeno que ha crecido en los últimos años, en comparación con cinco o 10 años atrás. En 12 departamentos la tasa de repitencia es menor al 20%, una de las tasas más bajas se da en Gualeguaychú (14%).
Dentro de este panorama hay un aspecto alentador: hubo, en los últimos años –desde inicios del siglo XXI y fundamentalmente a partir de la Asignación Universal por Hijo–, un aumento de la población escolarizada. Eso llevó, por ejemplo, a un aumento de la tasa de escolarización secundaria de casi 30 puntos durante el período 1980-2001.
Esas experiencias de fracasos escolares, como se dijo, afecta principalmente a los sectores más pobres. Por esa razón, disminuir los índices de sobreedad, repitencia y abandono, más que mejorar la calidad educativa, es trabajar por ampliar y garantizar mayores oportunidades y perspectivas futuras para chicos y jóvenes de las zonas más vulnerables, más postergadas, más pobres.