El dibujante y periodista Hermenegildo Sábat murió hoy a los 85 años. Nació en Montevideo, en 1933, y recién cruzó el Río de la Plata en 1966, cuando se instaló definitivamente en Buenos Aires. Dicen, quienes lo vieron crecer como dibujante, que el amor por el oficio lo heredó de un abuelo caricaturista y pintor que, casualmente, también se llamaba Hermenegildo.
Murió Hermenegildo Sábat
Tenía 15 años nada más cuando comenzó a publicar sus primeros dibujos en el suplemento Pulgarcito, del diario El País de Uruguay. No sorprendió, entonces, que le ofrecieran ser secretario de Redacción de ese prestigioso diario con apenas 33 años.
Su amor por la tinta y el lápiz pudo más: rechazó la propuesta y decidió emigrar a la Argentina para dedicarse de lleno al dibujo. No fue fácil, los primeros años tuvo que ir venir por distintas redacciones y agencias de publicidad. El gran salto lo dio en 1971, cuando ingresó al emblemático La Opinión de Jacobo Timerman: una redacción de lujo, donde sin duda estaban los mejores. Dos años después ingresó a Clarín y no se fue nunca más.
En la dictadura, aseguran, lo salvó el ego de los vanidosos quienes gozaban al ser retratados por el mismísimo Sábat y hasta pedían los originales de sus dibujos para enmarcarlos. Él tenía una frase que lo 'dibujaba' de pies a cabeza: "En mi familia siempre nos guiamos por las palabras del mejor uruguayo que existió, José Gervasio Artigas, cuando dijo 'con libertad no ofendo ni temo'".
Ya en democracia tuvo que sortear otro trago amargo: fue cuando un dibujo suyo desató la ira de la ex presidenta Cristina Fernández por cadena nacional. La ex mandataria le cuestionó la "violencia simbólica de género" por haberla retratado con el ojo morado y la boca tapada.
Los premios acompañaron su genial trayectoria. En 1988 recibió el Maria Moors Cabot de la Universidad de Columbia; en 2005, Gabriel García Márquez le entregó con sus propias manos el Premio Fundación Nuevo Periodismo; en 2008 lo nombraron miembro de la Academia Nacional de Periodismo, que luego comenzó a presidir; y el año pasado fue distinguido con el Premio Konex de Brillantes al periodismo.
Entre sus perlitas de la profesión y ese amor irrefrenable por todo lo que estuviera relacionado al arte se anotan sus conversaciones con Jorge Luis Borges; sus intercambios epistolares con Julio Cortázar; y las fiestas con Truman Capote.
Cuentan sus compañeros de redacción, que hasta ayer "Menchi" fue a trabajar a Clarín, como lo hacía todos los mediodías. Su muerte fue inesperada. Las muertes se los maestros siempre lo son.