En una tarde serena, en el corazón de la música argentina, se reúnen dos figuras emblemáticas del folclore: Claudio Toro y Daniel Altamirano. Ambos artistas, con trayectorias que entrelazan generaciones, se embarcan en un nuevo proyecto que promete revivir y celebrar las raíces de nuestra identidad cultural: "Herencia Viva".
Herencia Viva: Claudio Toro y Daniel Altamirano, el folclore como puente entre generaciones
Claudio Toro y Daniel Altamirano crearon el proyecto "Herencia Viva" que busca reconectar con las raíces del folclore.
ARTISTAS. Herencia Viva: Claudio Toro y Daniel Altamirano, el folclore como puente entre generaciones
“Herencia Viva" es más que una gira musical; es un proyecto cultural que une a dos generaciones del folclore argentino: Claudio Toro, hijo del legendario Daniel Toro, y el reconocido cantautor Daniel Altamirano. Juntos, han creado un espectáculo que no solo rinde homenaje a sus trayectorias individuales, sino que también busca conectar con nuevas audiencias y transmitir el legado musical a las futuras generaciones.
El objetivo es crear espacios de encuentro donde el público pueda disfrutar del folclore con una impronta renovadora: llevar el folklore a cada rincón posible, acercarse al público con sencillez, y tender un puente entre generaciones. En esta entrevista, Daniel y Claudio abren su corazón para contarnos sobre sus trayectorias, sus emociones y el alma de esta gira.
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Entrevista a Daniel Altamirano
—Daniel, tu carrera es parte del ADN del folklore nacional. ¿Qué recuerdos tenés de esos primeros años en tu carrera?
—Subirme por primera vez a un escenario junto a mis hermanos Julio y Mario fue una experiencia inolvidable. Fue en el Festival de Cosquín de 1969, donde interpretamos "Nombrando vidalas". La emoción de dejar nuestra impronta y compartir nuestro arte con el público fue inmensa. Esa noche, la plaza nos ovacionó y fuimos reconocidos como la Revelación del festival. Esos comienzos marcaron todo lo que vino después.
—¿Cómo nació "La Oma", una de tus canciones más emblemáticas?
—Siempre me ha gustado contar historias de personas que, aunque no estén en las grandes urbes, dejan una huella profunda. "La Oma" nació de Marta Hoffner de Rabe, una mujer de origen alemán que vivía en San Bernardo, Chaco. Su vida de esfuerzo y entrega me conmovió, y quise rendirle homenaje. Esas canciones nacen de observar con el corazón.
—Tu obra ha trascendido generaciones. ¿Qué sentís cuando jóvenes intérpretes cantan tus canciones?
—Es una alegría inmensa ver cómo mi música sigue viva. Que un colega hijo de un grande como Claudio me acompañe y canten mis canciones es el mayor gesto que un artista puede recibir. Mi obra ya no me pertenece, está en la gente. Es fundamental que los jóvenes conozcan y valoren el folklore. Es nuestra identidad, nuestra historia contada en canciones.
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—¿Cuáles son los momentos que más atesorás en tu trayectoria?
—Sin dudas, el debut en Cosquín y la creación de temas como "Dios a la una" o "Mi dulce dolor". Son canciones que nacieron desde el alma, Estas canciones nacieron de una necesidad profunda de expresar sentimientos y contar historias que pudieran brindar una ayuda emocional o espiritual a quienes las escuchan.
—¿Qué significa para vos volver a girar por el país en esta etapa?
—Es una bendición. Volver a encontrarme con la gente siempre es un hermoso momento, revivir historias y sentir el calor del público es una experiencia renovadora. Esta gira me permite seguir sembrando, y sobre todo, compartir. La música une corazones, sin importar el tiempo ni la distancia.
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Entrevista a Claudio Toro
—Claudio, ¿desde qué edad cantás? ¿Cómo fue ese primer vínculo con la música?
—Comencé a cantar a los 17 años, aunque la música me acompañó desde la cuna. Desde muy chico acompañaba a mi papá a todos lados, lo seguía como un aprendiz silencioso, escuchando y aprendiendo. Fue en el escenario de Cosquín, en 1983, donde hice mi debut oficial. Desde entonces, ya llevo más de 40 años cantando y recorriendo los senderos de la canción y la poesía.
Nacer siendo hijo de una figura como Daniel Toro —uno de los pilares más grandes de la música argentina— significó crecer no solo como artista, sino también como hijo. Fui el primero de sus hijos en seguir sus pasos, y ese camino me marcó para siempre.
—¿Hay alguna canción de tu padre que te toque especialmente el alma?
—Sí, sin duda. "Mi Principito" es una de las canciones que más me conmueve, porque me la escribió y me la dedicó a mí. Cada vez que la canto, aunque hayan pasado muchísimos escenarios y años, se me hace un nudo en la garganta. Es una canción que me recuerda quién soy y de dónde vengo.
—¿Cómo está conformada tu familia hoy?
—Somos seis hermanos: Claudio Daniel Toro, Facundo Daniel Toro, Carlos Alejandro Toro, María Isabel Toro, Daniela Toro y Miguel Ángel Toro. Todos crecimos rodeados de música, poesía y guitarras. En nuestra casa, la canción era el aire que respirábamos. Fue difícil imaginar otro camino, otra profesión, porque esta vida artística fue el regalo más grande que nos dejó nuestro padre: la libertad de expresarnos a través del arte.
—Has atravesado momentos difíciles tanto en lo familiar como en lo personal. ¿Qué lugar ocupa la música hoy en tu vida?
—La música siempre ha sido un refugio, un motor y una guía. Vivimos momentos muy duros con la enfermedad de mi padre, cuando fue diagnosticado con cáncer de garganta. Esa situación marcó un antes y un después. Lo acompañamos con todo el amor, y como familia nos unimos más que nunca.
Años después, a mí me tocó atravesar una situación parecida. También enfrenté un problema de salud serio. Pero gracias a la ciencia y al amor de mi familia y del público, pude superarlo. A los pocos días de recibir el alta médica ya estaba entrenando de nuevo mi voz, con la esperanza intacta y el deseo renovado de seguir cantando. Hoy agradezco cada escenario, cada abrazo del público, cada canción que puedo volver a entonar.
Propósito musical
Impulsado por una mirada renovadora desde la producción artística, “Herencia Viva” está llegando a diversos rincones del país, incluyendo localidades donde Claudio Toro y Daniel Altamirano nunca antes habían estado. El propósito va más allá de lo musical: se trata de generar encuentros reales con el público, compartir historias y emociones, y crear espacios donde la canción se escuche y también se dialogue.
El espectáculo entrelaza dos legados profundos del folklore argentino: la obra de Daniel Toro, revivida con sensibilidad por su hijo Claudio, y las canciones de Daniel Altamirano, que siguen emocionando con su poética única. Juntos, construyen un puente entre generaciones, acercando la memoria musical a nuevos territorios y corazones.