Tristeza, angustia, amargura, nostalgia, son algunos de los sentimientos que atraviesan a los cooperativistas de la fábrica Coceramic, un emblema productivo y arquitectónico de la ciudad de Paraná. Hace un par de meses observan cómo personas desconocidas para la empresa ingresan con camionetas y camiones para llevarse por partes la estructura de los hornos y galpones. Más que un desguace de los bienes e instalaciones de la fábrica, parece una profanación a una parte de la memoria de la ciudad y del trabajo de decenas de familias que quedaron sin nada luego de vidas enteras en los hornos y de las promesas de producción.
Preocupación por el desguace de bienes e instalaciones de la fábrica Coceramic
Cooperativistas que quedaron sin nada ven cómo personas ajenas a la empresa se llevan camionadas de chapas, vigas, hierros y máquinas. MIRÁ EL VIDEO
16 de marzo 2019 · 23:56hs
Juan José Salzman fue el guía de UNO en la recorrida por lo que cada vez se parece más a las ruinas de la fábrica. Es uno de los cooperativistas que quedaron en la calle y sin nada, luego de que en diciembre de 2017 el empresario que se iba a hacer cargo de poner en marcha la fábrica, Juan Carlos Acevedo Díaz, les cortara el pago a casi tres decenas de trabajadores.
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A los 5 años ya entraba a jugar en la fábrica, entre zorras y obreros, y el panorama que observa hoy le quiebra la voz. Sobre todo por la forma en que fueron quedando afuera de las decisiones que se tomaron en torno al destino de la empresa.
"La fábrica se está desarmando", asegura, pese a que al momento de llegar a un acuerdo con el empresario, con la intervención del gobierno provincial en 2015, "nosotros firmamos algo provisorio, no algo definitivo".
Hay palos, vigas, chapas y hierros que parecen acopiados para ser sacados del lugar, como todo lo que falta. El viernes por la tarde había en la fábrica varios hombres en autos y camionetas, que serían los encargados de retirar esos materiales. Según explica Salzman, "todo eso se lo llevan los gitanos y lo venden".
Y no solo son materiales, sino que había otros elementos valiosos que ya no están: "Primero se llevaron la maquinaria: un camión Dodge, uno Scania, una retroexcavadora, una motoniveladora y una para sacar tierra. Desarmaron un galpón grande donde almacenábamos tierra por la lluvia, que más o menos medirá entre 30 y 40 metros de largo. Desarmaron un horno que es histórico, lo tiraron abajo, sacaron el chaperío, y todo sin la autorización de ningún socio", lamentó el trabajador.
A principios de marzo se produjo un hecho significativo, que por muy poco no fue una tragedia. Dos asociados de la Cooperativa, por encargo de los hombres que serían de la comunidad gitana, estaban retirando los hierros de un horno. Se trata de dos de los 12 trabajadores que aún perciben 1.500 pesos semanales para vigilar el lugar. En un momento, la estructura cedió y los ladrillos se les cayeron encima: "Uno se golpeó el talón y otro se quebró una pierna", contó Salzman.
"La idea es destruir, ese es un lugar histórico, lo tienen que conservar", dijo a UNO un vecino de Puerto Viejo, que como tantos lamenta la pérdida de un patrimonio que excede al nombre que figure en la escritura.
La legalidad de lo que se está haciendo con la infraestructura de la fábrica no está clara para los cooperativistas que quedaron marginados de las decisiones y movimientos. Saber qué es lo que realmente pasa en Coceramic y cuáles son los objetivos e intereses detrás del desguace que se observa a simple vista, ha sido complicado hasta para las personas que hace años estudian y conocen lo que ocurre en un lugar histórico como Puerto Viejo.
Una fuente especializada dijo a UNO que todo el lugar está protegido por normativa municipal y cualquier emprendimiento en la zona debe respetar lo que establece el Código Urbano. Coceramic está comprendida en un área cuya demarcación llega hasta la Parroquia Nuestra Señora Del Carmen. Por esto, los vecinos de la zona desconocen si hubo (y para muchos resultaría extraño que hubiese) una autorización para destruir la fábrica.
En cuanto a la propiedad del lugar, que abarca un amplio espacio en un sitio sumamente codiciado para cualquier inversionista inmobiliario, Salzman contó que hace unos meses el empresario Acevedo Díaz dijo que era suyo. Sin embargo, la semana pasada vio que un impuesto de este año llegó a nombre de Coceramic, lo que le llamó la atención. También le sorprende, en este sentido, la actitud ambivalente de algunos integrantes de la cooperativa que han quedado dentro de los que aún perciben un escaso dinero semanal por parte del empresario.
"La chimenea me dijeron que ahora la van a tirar, en estos días", dijo Salzman. Ese momento será el corolario de una época para decenas de familias y todo un barrio que creció y sufrió al ritmo de la historia de la fábrica.
"Nos prometió el oro y el moro"
Juan José Salzman contó que en 2015, el gobierno provincial les presentó a los cooperativistas al empresario Juan Carlos Acevedo Díaz, quien ya se había hecho cargo de la empresa láctea Cotapa. "Nos prometió el oro y el moro", dijo el trabajador.
"Vinieron primero a mirar y a medir los terrenos que están sobre el parque, yo los acompañé personalmente con otros asociados, los más viejos. Se fue y a los 15 días volvió con el socio, con una propuesta: poner la fábrica en marcha, porque en ese momento no teníamos un peso, nadie nos quería dar nada. Él ponía la fabrica en un año en funcionamiento para pagar la deuda, y nosotros cobrábamos 500 pesos por semana, para hacer vigilancia. En diciembre de 2017 cortó los pagos, dejó a 12 asociados, de los 40 que había. Hay 30 familias que quedaron sin nada, en la calle, entre ellas yo. Fui a hablar con él y me dijo: 'Ustedes son un coladero, son pérdida, porque le deben a todo el mundo'", relató.