Inmaculada Concepción: ¿que significa día de precepto?
Cada 8 de diciembre se recuerda el dogma de la Inmaculada Concepción de María. ¿Qué indica la Iglesia Católica respecto a esta fecha?

Viernes 08 de Diciembre de 2023

Es la fiesta mariana más conocida y venerada de la cristiandad especialmente en los países hispánicos. El dogma de la Inmaculada Concepción de María, proclamado por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 dice que "María, por un privilegio único, fue preservada de la mancha original desde el primer instante de su concepción". Desde entonces esta festividad ha pasado a ser la más popular y solemne de la Virgen.

Se llama Solemnidad a las fiestas más importantes en la Iglesia Católica. De las solemnidades, algunas de ellas son días de precepto, lo que significa que es obligatorio asistir a misa.

Los días de precepto son los días de las celebraciones litúrgicas más importantes del año, que conmemoran los sucesos y misterios más fundamentales de la historia de la salvación. En esos días, la Iglesia pide a los católicos que se congreguen para dar gracias a Dios en la celebración de la Sagrada Eucaristía, ya que es este el mayor acto de adoración y agradecimiento que podemos ofrecer a Dios.

Las apariciones de la Virgen

El Papa Pío IX declaró el 8 de diciembre de 1854, por medio de la bula Ineffabilis Deus, que la Santísima Virgen “fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción”.

Sería la mismísima Madre de Dios quien confirmaría este importante dogma de la Iglesia, cuatro años después, durante las apariciones a Santa Bernardita en Lourdes, Francia.

Uno de los más importantes cronistas de aquellos hechos, el fallecido sacerdote y teólogo francés René Laurentin, cuenta que el 25 de marzo de 1858, Santa Bernardita se despertó en plena noche, embargada por esa alegría sobrenatural que la empujaba a ir hasta la gruta de Massabielle (también conocida como la Gruta de Lourdes, lugar de peregrinaje).

Este sentimiento había acompañado a Bernardita antes de cada una de las apariciones anteriores, pero la de ese día sería especial, porque la niña estaba decidida a que la petito Damizelo (pequeña Doncella, en el dialecto gascón de la época) le revelara su nombre.

Santa Bernardita llevaba tres semanas ensayando la pregunta “ceremoniosa como una reverencia”, según cita el sitio Aciprensa, pero que se le complicaba enormemente recordar, debido a su mala memoria, afectada por una vida de sufrimientos físicos y de pobreza extrema:

“Señorita, ¿tendría usted la bondad de decirme quién es, por favor?”, le preguntó con valentía a la Virgen. Pero la frase no salió como esperaba. Bernardita confundía las palabras. En ese momento, comenta el historiador, la “Señorita” sonrió: “¿Se estaba burlando, como decía el párroco? No... había tanta amabilidad y tanta bondad en su mirada”.

Explica el teólogo que la niña siempre se refirió a la aparición de esta manera. La “Señorita”, que siempre se presentó como una joven de la edad de Bernardita, pequeña como ella, que a los 14 años alcanzaba -a duras penas- 1.40 metros de altura. Entre ellas había un “sentimiento de complicidad” propio de una amistad, algo que Bernardita defendió siempre con valentía durante los duros interrogatorios civiles y eclesiásticos.

La niña no iba a rendirse, lo repetiría las veces que fueran necesarias hasta lograrlo. Empezó la frase una vez más, y lo mismo. Esta vez la sonrisa de la “Señorita” se hizo aún más amplia. De hecho, escribe el padre Laurentin que la pequeña Doncella se echó a reír a carcajadas. Lo volvió a repetir y aún no lo consiguió.

No fue necesario que Bernardita atinara a expresarse bien. Al cuarto intento la “Señorita” dejó de reír, cambió el rosario a su brazo derecho, separó sus manos y las extendió con las palmas mirando hacia el suelo. “De aquel gesto sencillo emanaba majestad”, explica el cronista.

“Su silueta de niña adquirió grandeza. Su juventud, un peso de eternidad. Con un movimiento acompasado, juntó luego las manos a la altura del pecho, levantó los ojos al Cielo y dijo en gascón: 'Que soy era Immaculada Councepciou' (Yo soy la Inmaculada Concepción)”.

¿Quién es la Inmaculada Concepción?

María, Madre de Dios, es la Inmaculada Concepción. Esto se debe a que fue elegido por Dios y de Él recibió la gracia de ser preservada del pecado original.

El Papa San Juan Pablo II dijo: “El hombre mira la apariencia exterior, el Señor mira el corazón” (1 Sm 16,7). Y el corazón de María estaba completamente dispuesto a cumplir la voluntad divina. Es por eso que la Santísima Virgen es el modelo de la anticipación y la esperanza… En su corazón no hay sombra de egoísmo: ella no desea otra cosa para ella que la gloria de Dios y la salvación del hombre. Para ella, el privilegio mismo de ser preservada del pecado original no es un motivo de vanidad sino de total servicio a la misión redentora de su Hijo".