Marcelo Comas / De la Redacción de UNO
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Vivir de las abejas, una tarea que conjuga pasión y empeño
La producción apícola tiene algo de artesanal y de plena conexión con la naturaleza, siendo una práctica milenaria que el hombre abrazó como forma de vida. En pinturas rupestres del mesolítico proliferan escenas de la recolección de miel que se calculan podrían datar entre 7.000 y 8.000 años de antigüedad. Esa simbiosis entre hombre e insecto se fortaleció en diferentes períodos de la historia de la humanidad, llegando hasta la modernidad cuando el apicultor ha logrado tener un acabado conocimiento del comportamiento del insecto y sus beneficios.
La apicultura como alternativa productiva en la provincia de Entre Ríos ha experimentado un crecimiento exponencial, tanto que tiene como principal antecedente ser la segunda productora nacional de miel detrás de Buenos Aires. Son más de 4.000 los productores entrerrianos presentes en cuatro regiones de la provincia, constituyendo un polo de desarrollo que nuclea a medianos y pequeños apicultores. Muchos de ellos eligieron el camino de una actividad considerada secundaria dentro de la ganadería, pero no por ello menos redituable. Porque produce importantes ingresos al productor, con solo dedicarle pocos momentos libres. Este no es el caso de Jorge Luis Marchesini, apicultor de Chajarí, que hace 23 años se dedica a criar abejas, producir y comercializar la miel. “Siempre me gustó la abeja y no tenía posibilidades de hacer otra cosa”, contó mientras manejaba trasladando colmenas hacia Trenque Lauquen, en el sur bonaerense.
De acuerdo a su experiencia “es un trabajo de campo, que tiene momentos gratos e ingratos; en momentos pasás mucho calor, otras veces tenés problemas con las colmenas. Pero también tiene momentos muy gratificantes”. Para graficar las características de su emprendimiento sostuvo que la base se encuentra en su domicilio, donde está instalada una sala de floración y que las abejas se distribuyen en 15 o 20 apiarios de la zona. Aunque generalmente las traslada a otros asentamientos de lotes de colmenas ubicados en provincia de Buenos Aires. “Tengo 1.400 colmenas que representan una producción de entre 50.000 y 60.000 kilogramos”, afirmó en comunicación con UNO. Se considera un mediano productor en el ámbito nacional, pero está varios escalones más arriba en la geografía entrerriana. Tantos años dedicados a esta práctica lo llevaron a ponerle más pasión y empeño, por lo que decidió vivir exclusivamente de la apicultura.
Cuando habla de la abeja es como si aludiera a su propia historia. Define a este insecto “como el más importante de todos los insectos, según las estimaciones de los expertos. Empecé porque me gustaba, no sabía cuánto valía un kilo de miel y cuánto producía una colmena”. Si en sus comienzos la actividad era más rudimentaria y la información se obtenía por el intercambio con otros productores, todo cambió a partir del asesoramiento de Grupos de Cambio Rural, del INTA y especialistas en la materia. “Eso nos indicó dónde estábamos fallando”, recordó.
Producción y comercialización
En una campaña favorable, cada colmena produce alrededor de 20 kilos. Esa producción está directamente vinculada con la floración, es decir el estadio donde florece una determinada variedad de plantas, hierbas o arbustos que utilizan las abejas para obtener néctar. “La mala aplicación de agrotóxicos destinados a monocultivos hizo acortar los períodos de floración”, cuestionó el apicultor. Explicó que la producción de sus colmenas se coloca en tambores de 300 kilos, que se venden a acopiadores para su exportación. Solamente el 5% se destina al mercado interno. “Vendemos entre 150 y 200 tambores por año”, consignó. Sobre el precio que tiene en el mercado el kilo de miel indicó: “Se vende a 27 pesos el kilo”.
El producto que abarca una amplia gama de beneficios tiene como principales mercados a Estados Unidos y Alemania. “Exportamos entre 150 y 200 tambores. Entre Ríos y en el resto del país no suelen ser asiduos consumidores de miel”, advirtió. Mencionó que el consumo de miel de mesa va en ascenso en Alemania, aunque de esta sustancia también se obtienen otros subproductos.
Tips para entender una práctica milenaria
* MIEL. Marchesini posee 1.400 colmenas, que representan una producción anual de entre 50.000 y 60.000 kilogramos. “En la actualidad el kilo de miel se comercializa a 27 pesos”, confió. Se trata valores que pertenecen a la campaña anterior, ya que la nueva no registró grandes volúmenes.
* APIARIOS. Asentamientos donde conviven entre 50 y 100 colmenas. Los exponentes del sector movilizan sus colmenas siguiendo el ritmo de la floración. Si no brinda resultados se trasladan las colmenas a otras zonas de floración propicias en el país, tales como el sur bonaerense, San Luis, Tucumán y La Pampa.
* FLORACIÓN. Comprende un estadío donde florece un determinado tipo de planta con abundante néctar. Una floración de citrus pude durar 45 días. En cambio, la floración de eucalipto comienza en febrero y se extiende hasta Semana Santa. La aplicación de agrotóxicos perjudica el período de floración.
* ASCENSO. Son más de 4.000 los apicultores diseminados por la geografía entrerriana. Se concentran en la costa del Paraná, el Departamento Federación y Concordia. La costa del Uruguay ha experimentado un gran crecimiento en cuanto a infraestructura y nivel de trabajo.
* LEY. La Legislatura trató durante 2014 la reforma a la Ley Nº 7.435 de Apicultura. El proyecto que tiene media sanción en Diputados, es una iniciativa del diputado Diego Lara, que propone la creación de un área que va a tener a su cargo el manejo de los fondos destinados al fomento de la actividad.