Nosotros esperamos en el "punto de encuentro", una suerte de plazoleta en la que los periodistas pueden citarse con los competidores para hacer entrevistas.
Un día en la villa olímpica
Sacamos algunas fotos, saludamos a varios de los deportistas argentinos que salen al balcón a disfrutar de la mañana. La Villa Olìmpica es ese lugar al que todos los que practican deportes sueñan con llegar algún día.
Hay cientos, miles, y están todos juntos. Comparten las mismas habitaciones desconocidos amateurs y estrellas súper profesionales que ganan millones de dólares por año.
El trato es el mismo para todos. Todos viven, al menos por dos semanas, idéntica realidad. Comen en los mismos lugares y se transportan en los mismos vehículos.
Los departamentos son nuevos y parecen cómodos, pero no son lujosos. Ni por asomo tienen la belleza o la sofisticación de los grandes hoteles donde muchos de estos deportistas acostumbran a hospedarse.
Los Juegos Olímpicos unen más allá de las banderas. Los argentinos están todos juntos en una esquina del complejo, pero a un lado están los cubanos y en los pisos de arriba hay panameños. Del otro extremo flamean banderas de Honduras. Enfrente, el equipo esloveno puso sus colores en alto.
La seguridad es extrema. El ingreso a la Villa Olímpica también se parece al de un aeropuerto, con dispositivos de escáner, detectores de metales y policías, muchos policías.
En medio de ese contexto, nos sorprende ver llegar como si fuera un desconocido a una persona que, en Buenos Aires, no podría caminar tranquila por la calle.
Pasadas las once de la mañana, Luis Scola regresaba con paso cansino y cara de dormido, pero de buen humor. Cruzamos unas palabras en el ingreso a la Villa Olímpica. "Me tocó el antidoping", dice abriendo los brazos con resignación, pero enseguida agrega "estamos bien, son cosas de rutina". Y nos confirma que Manu Ginóbili también corrió la misma suerte.
A Scola y Manu, compañeros de habitación, les golpearon la puerta insistentemente... ¡a las 7 de la mañana!
El jugador de Phoenix Suns fue sometido a un control antidoping sorpresivo. Una modalidad que han rechazado muchos atletas, pero que es ley para el Comité Olímpico.
Scola tiene apuro por volver al edificio. Dice que tiene una reunión informativa, se hace tiempo para posar para algunas fotos y rápidamente ingresa a ese lugar blindado que es la Villa Olímpica como uno más. y se mezcla entre miles de atletas de distintas disciplinas. Disfrutando, al menos por dos semanas, de algo que se le parece bastante al anonimato.