Andrés Martino/ Ovación
Tuvo revancha, pero en la vida
La libertad no es una palabra más para Martín Muñoz. Tal vez, sea una de las palabras más importantes dentro de su vida. El delantero de Atlético Paraná se equivocó, pagó y revirtió su comportamiento dentro de la sociedad en la que habitamos.
El concordiense, de 30 años, estuvo privado de la libertad por espacio de cinco años producto de un robo. Fue a la cárcel y se dio cuenta de lo que cometió. Cumplió su condena y buscó revancha mediante el fútbol. ¿Lo logró? Todo indica que sí.
Hoy el atacante vive y disfruta de esta profesión defendiendo los colores del Decano en el Torneo Argentino B. Además tiene una familia a la que le está, tremendamente agradecido y la que defiende con uñas y dientes, más allá del amor que a cada rato manifiesta por ellos.
Hoy conocemos una de las tantas historias dentro del fútbol, pero con el toque del Negro que dialogó cara a cara con Ovación.
—¿Cómo fue que te tocó estar cinco años preso?
—La realidad es que andaba con una junta con la que no tenía que andar. Eso me llevó a cometer ilícitos que no tenía que cometer. Estuve cinco años, una eternidad para mí y para mi familia. Yo me la bancaba ahí adentro, pero mi familia sufrió porque andaba bajo la lluvia, bajo el sol, con mis hijos para verme un rato. Pasaron cinco años, salí y cambié gracias al fútbol, que me dio una oportunidad y me abrió puertas para salir adelante. Hoy estoy tranquilo y puedo dormir tranquilo. Estoy muy contento y tengo que agradecerle al fútbol de Concordia y ahora al de Paraná.
—¿Cómo fue el día, ese primer día que fuiste a la cárcel? ¿Qué se te cruzó por la cabeza?
—Fue muy feo. Pensaba en mis viejos, en mi abuela que me había criado y en mis hermanos. Me preguntaba cómo había podido caer tan bajo. Es muy feo ir esposado y que la gente te mire mal, con razón, porque por algo te llevan preso. Después tenés tiempo para darte cuenta de las cosas que hiciste mal, gracias a Dios me di cuenta y cuando salí, pensé solamente en mi familia y en mis hijos. Hoy gracias A Dios estoy acá.
—¿La pasaste mal en la cárcel o te tocó vivir algún momento complicado?
—Cuando caí tenía algunos familiares que estaban detenidos y cuando entré sabía, más o menos, cómo tenía que caminar. Mis parientes me guiaron para que haga bien las cosas. Ahí adentro hice la mía y saludaba al que me saludaba, si no no. Traté de respetar a todos y que me respeten. Gracias a Dios fue tranquilo y haciendo buena conducta para salir y volver a ver a tu familia que es lo más importante.
—Más allá del fútbol y de la familia ¿Qué otras cosas perdiste que valorabas?
—Jugar al fútbol, que es lo que me gusta. Perdí cinco años muy importantes y mi familia tenía que andar detrás. Amigos, eran pocos. Al principio iban todos, pero después te das cuenta de que no tenés amigos ahí. Los únicos que te bancan es la familia. Gracias a Dios tengo una mujer de fierro que me aguantó todo y hasta el día de hoy le agradezco y valoro por todo lo que pasó por culpa mía. Ahí ella me demostró que me quería de verdad. Ahora estamos más unidos que nunca y tenemos cuatro chicos muy lindos. Una familia muy unida. Estar preso me llevó a unir aún más a mi familia.
—¿Cómo comienza la historia para que puedas salir a jugar al fútbol?
—Salía con una socio-familiar y después laboral. Así me gané la confianza de ellos, le demostré al juez que estaba a cargo que yo quería hacer las cosas en serio. Mi primo jugaba en Colegiales (Concordia) y un día me dijo vamos Negro y fui. Gracias a Dios ahí me recibieron bien, a pesar de que sabían que yo venía del penal. Los chicos son muy humildes y todos de barrio que me aceptaron bien y me dieron confianza para demostrar lo que uno sabe hacer dentro de la cancha.
—Imagino que para vos la palabra libertad no es una palabra más y no lo digo por el club Libertad de Concordia (risas).
—Es muy importante porque la esperás día a día. Uno ve que los días pasan junto a los años. Pasé cinco fiestas, cinco cumpleaños y no pude estar afuera. Eso es horrible para uno.
—Un mensaje.
—Le digo a los chicos que están privados de su libertad que hagan las cosas bien y que siempre en la vida por algo se pasa por eso. Hay oportunidades y hay que saberlas aprovechar. Hay que pensar solo en la familia y en el bienestar de uno.
—¿Cómo te sentiste en la charla recordando esta historia?
—Bien, y ojalá que nunca más pise una cárcel. Uno tiene claro que hay que salir adelante y hacer las cosas bien.
—¿Un sueño?
—El día de mañana poder tener una jubilación por lo que uno trabajó para vivir en familia y llegar lejos con el fútbol.
En la pensión
Martín Muñoz junto a su amigo David Dri en la pensión del Decano, disfrutando de unos mates luego del entrenamiento.