Héctor Sibulosky es papá de Ari Eliam, un adolescente de 16 años hipoacúsico quien desde hace años le pide leer libros, como todos los chicos de su edad. El problema es que no existen -ni en Paraná ni en Entre Ríos- libros en lengua de señas y entonces va aprendiendo mediante la lectura de labios. Héctor siempre quiso contar con ejemplares específicos para quienes tienen problemas auditivos, no sólo por su hijo, también para utilizarlo como una herramienta que le ayude a comunicarse con Ari, que es sordo, pero no mudo. "Recorrí Entre Ríos, Santa Fe, las ferias, librerías, nada, incluso en Argentina es muy escaso y casi nulo el material", explicó en diálogo con UNO.
Su hijo es sordo y sueña con leer, pero en Entre Ríos no hay libros en lengua de señas
Para graficar lo que les sucede, Héctor relató que hace un tiempo, antes de la pandemia, junto a Ari fueron a la Feria del Libro y querían comprar uno. En cada uno de los stands, la respuesta se repetía. "Yo les preguntaba si tenían libros de todo tipo, asentían y cuando le solicitaba un libro en lenguaje de señas, venía la negativa. Entonces, les decía, para mi hijo no tenés, él queda excluido. ´Decile a mi hijo que para él no tenés un libro y que es una falacia la integración´ y la gente se sorprendía. Nunca conseguimos ni siquiera un libro pequeño, de cuentos infantiles, nada", señaló.
Mencionó que la búsqueda fue infructuosa también con libros en Braille y en este caso explicó que era para regalarle a un sobrino, que es ciego. "Mi objetivo es plantear la necesidad de considerar a los niños con discapacidades, tanto auditivas como visuales", expresó.
Cuando Ari nació tuvo un derrame cerebral y eso le causó diferentes complicaciones: no escucha, tiene baja visión y, hasta hace poco tiempo, necesitó de un botón gástrico porque no le funcionaba la glotis. Hoy, tras tratamientos y cirugías en el exterior del país, ya no necesita traqueotomía.
Actualmente concurre a la escuela especial número 7 Edith Fitzgerald de Paraná. "Ari estuvo un tiempo afuera, ya que su mamá lo llevó al exterior para que practiquen unas cirugías que acá no le hacían. Una vez acá tiene que volver a la escuela y una vez más se encontrará con este inconveniente. Además, otro detalle: ninguna escuela especial en Entre Ríos tiene libreta de calificaciones. Fui a Santa Fe, porque consideraba importante conseguir un libro para él y para mí, pero en todo el país no hay literatura para chicos con capacidades diferentes, nadie contempla la necesidad de esos chicos de conocer la Literatura. Los políticos se llenan la boca hablando de inclusión, pero nunca contemplan la necesidad apremiante de los chicos de acercarse al conocimiento como todos. Muchas veces me pongo a llorar llorar de rabia porque no entiendo lo que Ari me está diciendo, quiero aprender, quiero saber lo que quiere y lo que necesita mi hijo, quiero hablar su idioma y hoy nadie está haciendo nada por nuestro derecho a comunicarnos", expresó.