La huerta agroecológica comunitaria Miryam Gorban de la ciudad de Crespo (ubicada entre las calles Estrada y Chaco) es un faro para seguir en el camino de la producción de alimentos sanos. El grupo de trabajo autogestivo, que se prepara para cumplir dos años de vida en agosto, insiste con la necesidad de contar con más manos que se sumen para colaborar en el mantenimiento del espacio. Ya organizaron una feria y trueque agroecológico, por lo que ahora están pensando la próxima actividad relacionada con el intercambio de semillas y plantines.
Un sol en la oscuridad
Además, en cada encuentro brindan información a los interesados en armar huertas urbanas y todos los sábados abren las puertas para convocar nuevos integrantes. “Intentamos cultivar para autoabastecernos y compartir, en la medida que podemos, la visión sobre la importancia que tiene el consumo de alimentos sanos y naturales”, respondió a UNO la fonoaudióloga Mariangel Albornoz Laferrara.
La lluvia en la región es bienvenida en la huerta porque las semillas la estaban necesitando. El grupo está integrando por unas 10 personas que tienen entre 19 y 50 años con actividades laborales también variadas: hay artesanos, profesionales, artistas callejeros, docentes, músicos y creativos.
La experiencia de la huerta agroecológica comenzó en un predio municipal aprovechando algunas herramientas que fueron cedidas por el Estado, que además coordinó capacitaciones del INTA. Con espíritu autogestivo proponen y organizan diferentes actividades para concientizar sobre la necesidad de dejar de utilizar agroquímicos para producir. “Intentamos fomentar el concepto de soberanía alimentaria, sensibilizar al respecto con el fin de que sean más las huertas funcionando en la ciudad.
Mantuvimos conversaciones con personal de la Municipalidad sobre este tema y presentamos proyectos durante dos años consecutivos”, remarcó a UNO Mariangel que forma parte del grupo independiente. “Queremos seguir convocando gente para que se sume al proyecto de huerta, hay mucho lugar para cultivar. Seguir difundiendo la necesidad de poder acceder a una alimentación sana, con alimentos agroecológicos. Con políticas de Estado que acompañen a mejorar la salud y cuidar de la tierra”, resaltó la profesional que dedica sus momentos libres a trabajar en la huerta comunitaria.
Como integrantes del colectivo entrerriano Fabián Tomasi organizan charlas de concientización sobre la contaminación que produce el actual modelo productivo y llegan a las escuelas de la ciudad en donde hablan temas relacionados al cuidado del ambiente. A diferencia de lo que sucedió el miércoles en Paraná, la demanda de alimentos sanos en Crespo es aún débil porque la economía de la ciudad está fuertemente vinculada a la agricultura industrial así como la avicultura y ganadería intensiva (feedlots).
En uno de los polos productivos de la provincia entendieron que la mejor forma de luchar para generar otra mirada sobre los modos era sosteniendo la huerta que está a días de festejar su segundo aniversario.