Vamos a darle crédito por un rato a la ciencia. Ahora veamos: ¿qué médico de Entre Ríos, con nombre y apellido, puede afirmar y firmar que los siete muertos contagiados de COVID-19 en Entre Ríos murieron por Covid? Esperamos esa respuesta, para conversar.
¿Por qué COVID-19 mata en el mundo y no en esta provincia?
Por ahora podríamos presumir (hasta que nos demuestren lo contrario) que el Covid no ha matado a nadie en nuestra provincia. Todo porque la información no es clara, y no por los periodistas, sino por las fuentes.
Sin embargo, una modalidad que diríamos caprichosa suma siete entrerrianos a las víctimas del Covid en la Argentina. ¿Eso es ciencia o es política?
Cada vez que las autoridades aclaran el asunto, oscurecen. Por eso nos gustaría insistir: si van a responder, que sea con nombre y apellido del médico que afirma y firma que la causa de muerte de esas siete personas fue el Covid. Es decir, con el acta de defunción en la mano, rectificaremos, o mejor: aclararemos.
Con esto no inventamos más dudas de las que ya existen: es la misma pregunta que hizo el economista Héctor Giuliano al Presidente de la Nación y no obtuvo respuestas.
Argentina en crisis
En el mundo hay 200 países. La Argentina está entre los primeros 30 de esos países con mayor cantidad de muertos por Covid, si nos atenemos a los registros. Pero resulta que de los siete que sumamos en Entre Ríos no tenemos pruebas de que el motivo de su fallecimiento fuera el Covid. Puede ser, o no ser. No sabemos. Entonces tenemos derecho a sospechar que en el resto del país ocurre algo similar.
Si los 3.500 muertos por Covid en la Argentina murieron a causa del Covid como dicen, ¿cuánto demoraría el Gobierno en responder a Héctor Giuliano? Es obvio que debe haber un registro con el nombre y el apellido del médico que firmó la causa de defunción en cada caso. Eso se responde con un click, en cinco segundos.
Pero si nos guiamos por la información política (no de los médicos con nombre y apellido) sólo 26 países cuentan más muertos que en la Argentina, es decir: el resto de los 173 países suman menos fallecidos. Y si miramos la cantidad de contagiados, la Argentina está número 18, entre los peores.
Eso sin contar que la Argentina hace menos testeos que otros países, y que el nuestro es el que lleva una cuarentena más extendida y dura que el resto: la ecuación no le da bien a la Argentina. Todo eso, si nos atenemos a la información que no sabemos a qué atribuir, porque no tenemos por ahora los nombres de los médicos que suscriban esa causa de defunción.
Si nos comparamos con Brasil, en proporción, el país vecino tiene cinco veces más coronavirus que nosotros, y si nos comparamos con Paraguay, ese país tiene 10 veces menos coronavirus que nosotros.
Brasil cuenta 43 muertos cada 100.000 habitantes, nosotros casi ocho, Uruguay sólo uno, y Paraguay 0,7. En la relación pandemia/cuarentena, si tomamos los 200 países del mundo, la Argentina se encuentra entre los 20 de peor performance. Uruguay anota 35 muertos. Como la Argentina suma en población 10 Uruguay, en proporción debiéramos tener 350 muertos, pero tenemos 3.500, 10 veces más en proporción, y 100 veces más en cantidad.
Claro que nosotros dudamos, con fundamento, de que los muertos por Covid hayan muerto por Covid.
Como es obvio, nuestros interrogantes están dirigidos a los gobernantes argentinos y entrerrianos, pero principalmente al poder mundial que nos obliga, al parecer, a registrar como muertos por Covid a los muertos por otras causas. Si los políticos aceptan esto, ellos sabrán por qué, pero como periodistas no seguimos mandatos, necesitamos evidencias.
La información
Uno de los aspectos positivos que presenta el Covid (si los tiene) es la conciencia que puede generar en torno del manejo de la información en el mundo, el país, la provincia, cada localidad. Y es que una dosis de manipulación quizá nos deje inmunes a manipulaciones futuras, como ocurre con las vacunas. No está mal probarlo en plena “pandemia”.
Hace un par de semanas el gobierno de Entre Ríos venía dando muestras de cierta discordancia con la estrategia nacional en torno del Covid. Y como lo hacía una y otra vez, ya estaba claro que no era casual. Pero eso no duró mucho.
Veamos cómo se fue dando: esta provincia tenía muy pocos contagiados en principio, y de eso el gobierno no hacía alarde, pero estaba cerca. Luego sumamos vecinos contagiados pero no muertos, y eso le seguía dando a las autoridades regionales algún que otro título a favor. Más tarde llegaron nomás los fallecimientos, y parece que allí alguien necesitó forzar la diferencia con el resto del país. ¿Cómo? Muy sencillo: estos muertos no eran “por” coronavirus sino “con” el virus, que no es lo mismo, como es obvio. En resumen: en Entre Ríos el Covid no mataba a nadie, y esto era oficial.
Oportunidad
La oportunidad de la noticia paga bien. Cuándo abordar un asunto, suele ser vital para el poder. Y la comunicación en torno del Covid sirve de ejemplo. El Estado nos estaba diciendo que el Covid no mató aquí, y esta posición cuadraba con la de algunos estudiosos que afirman que los muertos en el mundo vinculados con este virus no murieron por este virus. Si se nos permite el juego de palabras.
En virtud de este debate, preguntamos en notas pasadas (en este espacio) por qué sumar entre los muertos de la presunta pandemia a las personas que contrajeron el virus, si no era el virus el que las mató. Y para desafiar ese criterio nos preguntamos por qué el Estado no analiza la baja de defensas de las personas con restos de insecticidas o herbicidas en sus cuerpos, y adjudica sus muertes a esos factores. ¿Será que por alguna razón conviene decir que morimos por coronavirus pero no conviene decir que morimos por insecticidas o herbicidas?
Al parecer, en un momento venía mejor afirmar que ciertos fallecidos murieron por Covid. Y luego convenía decir la verdad: no, no mueren por Covid sino “con”. Por supuesto, algunos medios se hicieron eco de esta variante.
La conveniencia es lo que marca la difusión o no de la noticia, y el sesgo. Eso se llama manipulación aquí y en la China.
La cuestión es importante: el Estado quería convencer a la mayoría de la población sana de que debía encerrarse, y para eso debía provocar un shock, sumando muertos “por” coronavirus, aunque el Covid no los hubiera matado. Pero cuando el mismo Estado quiso demostrar algún resultado favorable de sus políticas, es decir, de la cuarentena, y algunos contagiados empezaron a morir aquí, entonces ese mismo Estado aclaró que no mueren “por” coronavirus sino “con”. Si uno lo aclaraba antes era tildado de “anticuarentena” y cosas por el estilo. Así es como el Estado maneja la oportunidad de la noticia, y confunde según sus estrategias. Pero ya veremos que ese sinceramiento duró lo que un suspiro.
De vida o muerte
Hasta ayer nomás, unos estaban “con la vida” y otros “con la muerte”, unos estaban “con la salud” y otros “con la economía”. Sin embargo, ante la información de los primeros cinco muertos relacionados con el Covid, la provincia aclaraba (y con abundancia de detalles) que no murieron por el virus. Es decir: les daba la razón a los que ponían reparos sobre las estadísticas (en todo el mundo). ¿Hubo algún tirón de orejas desde Buenos Aires? Eso suponemos.
Decíamos más arriba que hay un pedido de informes del economista Héctor Giuliano dirigido al Presidente de la República sobre el motivo de las muertes, y que jamás fue respondido. Como se dice: el que calla, otorga.
Las preguntas básicas de Giuliano: 1) Apellido, nombre y número de documento del paciente fallecido y su edad. 2) Causa de muerte, lugar y fecha de la defunción. 3) Patologías preexistentes relevantes de la persona fallecida. 4) Apellido, nombre, número de documento y matrícula profesional del médico que certificó la defunción. 5) Oficina pública interviniente en la supervisión y control de la certificación e identificación del superior responsable del área. 6) Acta de escribano público que certifique la corrección de todos los datos registrados en la planilla. 7) Firma final del ministro de salud y del Presidente de la Nación avalando la información confeccionada...
Como no hubo contestación, ese vacío nos obliga a presumir: si respondían, ¿cuántas de las muertes apiladas en la lista del Covid por las noticias oficiales serían verdaderamente adjudicadas al Covid por los profesionales intervinientes? No sabemos, de verdad, pero el gobierno de Entre Ríos nos estaba dando un indicio. Y lo aclaraba más el director del hospital San Martín de Paraná, Carlos Bantar, en diálogo con Canal 11. “No podemos asegurar que sean casos de letalidad, porque ambos tenían comorbilidades muy importantes que nos impiden hacer un análisis despejado”. Por demás claro: no murieron por coronavirus, el profesional no firmaba ese certificado.
Los funcionarios parecen sostener lo que conviene en el momento, pero los profesionales que tienen que poner la firma no lo hacen…
La manipulación es evidente, no hace falta explicarla. Cuando nos conviene asustar, mueren por miles, cuando nos conviene mostrar alguna eficacia en la política, no mueren de eso: ya estaban enfermas…
Como puede observarse, esta columna no se refiere tanto al virus y la cuarentena como al manejo de la información. Para decirlo en síntesis: bueno sería que no nos tomaran el pelo.
Si el 100% de los muertos por coronavirus en Entre Ríos no murió por coronavirus, ¿entonces qué está pasando en el resto del país y en el mundo? ¿O somos nosotros una excepción?
Uno por uno
Primer fallecido: persona de 85 años oriunda de Seguí internada en el hospital San Martín con una enfermedad terminal. “El paciente registraba severas patologías subyacentes y complicaciones pulmonares”, dice la información oficial. Segundo fallecido: hombre de 78 años internado en terapia intensiva en el San Martín de Paraná. Registraba “severas patologías subyacentes y se encontraba bajo tratamiento de diálisis por insuficiencia renal. Por diabetes e hipertensión, cumplía un tratamiento crónico. Había ingresado al hospital con un cuadro moderado a grave de dificultad respiratoria”. Tercer fallecido: hombre de 70 años que poseía severas patologías de riesgo preexistentes (cardiopatía, diabetes, hipertensión) y se encontraba internado en la Unidad Respiratoria Aguda Covid-19 del hospital Delicia Concepción Masvernat de Concordia. “Era oriundo de Santa Ana del Departamento Federación y previamente había estado internado en el hospital Santa Rosa de Chajarí, siendo derivado a Concordia por su estado agudo. Si bien había contraído el virus, es difícil atribuirlo directamente como causa de su fallecimiento debido a sus patologías crónicas”, aclaró la Provincia (cuando su posición se sinceró un poco). Todos contrajeron el virus, pero ninguno murió por el virus.
Y sigamos. Cuarto fallecido: mujer de 83 años, internada en una clínica privada de Paraná por patologías preexistentes. Era cardiópata crónica y sobrellevaba otros factores de riesgo (diabetes, hipertensión, obesidad, EPOC y enfermedad renal crónica). Se le había detectado Covid-19 en las pruebas de laboratorio. Quinto fallecido: una mujer de 90 años que dio positivo en coronavirus. La paciente padecía enfermedades neurológicas, oncológicas y endocrinológicas que representaban factores de riesgo. Sexto fallecido: una mujer de 77 años que se encontraba internada en el hospital San José de Diamante. La paciente presentaba múltiples factores de riesgo y en las últimas semanas contrajo coronavirus. La información dice que sufría cuadros bronquiales a repetición, hipertensión e insuficiencia vascular periférica con úlceras crónicas en miembros inferiores, y que fue diagnosticada en las últimas semanas con coronavirus. Séptimo fallecido: un hombre de 60 años oriundo de Cerrito que tenía problemas de salud subyacentes y estaba internando en Paraná.
Todo lo dicho es oficial. Los esfuerzos por demostrar que no murieron por coronavirus estaban a la vista en los primeros cuatro o cinco casos, pero la noticia cambió en los siguientes. Imposible no verlo. Los títulos de los primeros casos ya decían “con” coronavirus y eso alertó a los gobiernos. ¿No le gustó a la Casa Rosada?
Enfermedad y noticia
De ahí que en esa columna diferenciemos, por un lado, la enfermedad, por otro lado la noticia sobre la enfermedad. Probablemente los gobernantes nos estén viendo bastante confundidos con el tema del virus y se crean con vía libre para “orientar” las noticias de acuerdo a las necesidades de cada momento. Las noticias que obedecen a estrategias del poder, sabemos, son tendenciosas. No hay vuelta.
Giuliano podría tomar nota: aquí los profesionales no firman actas de defunción que determinen la muerte por coronavirus, pero las personas fallecidas están en la lista del Covid 19… ¿No suena poco serio?
La pregunta del título dice: ¿Por qué el Covid mata en el resto del mundo y no en Entre Ríos? La respuesta posible diría: ¿Qué profesionales firman el acta de defunción por coronavirus en el resto del mundo?
Cuarentena sin respuestas
Una agrupación de epidemiólogos argentinos firmó una carta al presidente Alberto Fernández con una serie de interrogantes sobre la cuarentena. Allí se lee, por ejemplo:
¿Por qué se instrumentó una cuarentena para individuos sanos cuando no hay registro de tal restricción en la historia de la humanidad? ¿Por qué no se le dio suficiente importancia a la producción natural de anticuerpos por vía del contagio en población no vulnerable, privilegiando la inmunidad adquirida mediante vacunas? ¿Se podría pensar en la existencia de presiones y conflictos de intereses por los cuales el aislamiento beneficia a la vacunación –que suele ser más tardía en su desarrollo y aplicación– que otorga menores beneficios así como mayores riesgos y costos en relación a la inmunidad innata, natural celular y humoral?
Las preguntas son 16, a cada cual más punzante, y son ejemplos del debate encendido no sólo sobre el Covid sino sobre la cuarentena larga y el confinamiento.
Maten al mensajero
Una funcionaria de Salud de la Provincia pegó un volantazo y cortó de cuajo la duda que el mismo gobierno había generado. “Entendemos que a veces circulan instancias de desinformación, quizás porque los mensajes médicos son interpretados por personas que no tienen relación con la Medicina y estas interpretaciones hacen que difundamos noticias con información incorrecta”.
Bueno: la coartada perfecta. Sólo la sobreabundancia de informaciones y el apuro de la vecindad pudo dejar pasar este intento de corrección, que traspasaba a los periodistas la responsabilidad de la desinformación de los funcionarios. Pero quedó evidente el llamado de atención de algún funcionario de alto rango para cortar con las dudas que los periodistas estaban marcando al hablar ya de muertos “con” coronavirus y no “por” el presunto virus. La culpa era pues del mensajero, y a otra cosa.
Los periodistas podríamos responder: si van a manipular, no nos usen. Si necesitan humo para ocultar otras políticas, no nos acusen. Si tienen dudas, no las atribuyan a la vecindad.
Estas reflexiones vienen a cuento porque los mismos gobiernos se encargan de dar informaciones en dosis, inflar aquí, desinflar allá, entretenernos, mostrar las estadísticas según el viento del día, y por otro lado nos cargan con supuestos datos científicos y una supuesta seriedad que no está muy a la vista, digamos, para ser benignos. Las personas, para cuidarse, no necesitan que las arreen como ovejitas o las engañen, desde sectores que se creen iluminados. Ese paternalismo hace ruido.
Y vienen a cuento también estas reflexiones porque ya hay demasiados indicios de manipulaciones desde la Organización Mundial de la Salud, pagada por multinacionales poderosísimas; y porque parece que los gobiernos están empeñados en aplanar la curva informativa para que no les explote la gran discusión necesaria en torno de esta supuesta pandemia. Aquí hemos planteado apenas un par de preguntas, de las cien que el poder mundial tiene pisadas en esta crisis, en que millones caen a zonas de indigencia mientras el capital financiero sonríe. No sabemos cómo se inició esto en China ni vemos voluntad de investigarlo. No estamos seguros de qué enfermedad detectan los detectores. Y los gobiernos padecen ante China y la OMS y sus financistas más miedo del que generan en la población.
Si vamos a hacer cuarentena, que sea informados, no arreados