El antecedente más cercano de una pandemia de proporciones como la del Covid-19 es la llamada “gripe española” de 1918. Afectó a jóvenes y adultos con buena salud y –según algunos reportes-hasta a animales, como perros y gatos.
Pandemia: según pasan los años
Por Valeria Girard
Pandemia: según pasan los años
A pesar del nombre con que se la conoció, no fue originada en la península ibérica. Aunque existen controversias al respecto, se considera que los primeros contagios se produjeron entre tropas estadounidenses que atravesaban el Atlántico para participar en la primera Guerra Mundial.
Se cree que España, por ser un país neutral en la conflagración, no ejerció censura sobre el reporte de los casos. Por el contrario, sucedía que países como los Estados Unidos continuaban enviando efectivos militares a la zona de conflicto a sabiendas que estaban infectados, porque lo contrario se habría visto como un síntoma de debilidad en cuestiones de guerra.
A diferencia de la actualidad no existían suficientes adelantos tecnológicos ni preparación en hospitales y centros de salud; no obstante la velocidad de propagación era más limitada de lo que puede verse hoy, ya que no existía una interconexión mundial tan importante, como tampoco tantas posibilidades de traslado; además, la superpoblación mundial actual y el hacinamiento son factores que agravan la situación.
La tasa de mortalidad de la gripe de 1918 nos asombraría en la actualidad, suele hablarse de 50 millones de personas, con el agravante de que aumentaba entre niños de menos de 5 años.
Pocas respuestas había para el tratamiento como no fuera el aislamiento de las personas.
La célebre “peste antonina” del 165 al 180 dC, debe su nombre a la dinastía gobernante en Roma en aquel entonces. En efecto, el emperador Marco Aurelio, prudente gobernante, además de filósofo y escritor, eligió al célebre médico Galeno como asesor (por él hoy en día a todos los facultativos se les llama “galenos”). ¿El vehículo de transmisión? Otra vez la guerra. El Imperio Romano se encontraba enfrascado en una avanzada de las llamadas “Guerras Párticas” en zonas del Oriente Próximo, lo que hoy sería Irán, Siria, y partes de Armenia.
La pandemia duró 15 años y en uno de los rebrotes, llegó a contar hasta 2000 muertos por día, sólo en Roma. Las estimaciones dan cuenta de 5.000.000 de muertes totales, todo un número para la época, dado que el imperio tendría alrededor de 50 millones de habitantes, aproximadamente.
La peste negra (o bubónica) del siglo XIV pareció originarse en China, pero el perjuicio mayor lo causó en Europa, donde se calcula que terminó con la vida de más de 75 millones de habitantes, lo que representaba un tercio de la población ¿Cómo recorrió tanto camino? Tal parece que durante un asedio de los ejércitos mongoles a un enclave genovés, los asiáticos utilizaron cadáveres infectados con la peste como proyectiles; los lanzaban con catapultas hacia adentro de la ciudad amurallada. Poco tiempo fue necesario para que la enfermedad llegara a Europa y se distribuyera por las diferentes rutas comerciales.
Nada se sabía sobre peste por lo cual, como suele ser habitual, se la explicaba con razones esotéricas. Los infectados estaban malditos por Dios, una versión medieval del argentino “algo habrán hecho”.
En el siglo XXI el contexto internacional no registra guerras declaradas de proporciones mundiales, pero sí podría hablarse de una “guerra silenciosa” entre las principales potencias; una conflagración económica por los mercados internacionales y por los recursos naturales no renovables.
Por ejemplo el mito del conflicto por el agua dulce parece no ser falaz; por el contrario es un recurso de los más valorados, desde diciembre de 2020 cotiza en la Bolsa de Nueva York, Wall Street, y su precio está fijado por dos variables: volumen y disponibilidad. Se trata de un mundo en el cual 2000 millones de personas tienen problemas para acceso al agua y un gran porcentaje debe acarrear recipientes sobre sus espaldas durante gran parte de su vida para proveerse del líquido vital.
Según algunos analistas, el litio (ese elemento sin el cual las no podrían fabricarse baterías de celulares y demás dispositivos electrónicos) causó invasiones, como la de Afganistán y golpes de estado, como el de Bolivia.
El distópico escenario actual nos lleva a enfrentar la pandemia en condiciones conflictivas a escala global. La escasez de vacunas hizo que los poderosos (Estados Unidos e Inglaterra) acapararan gran parte de su producción. También retienen algunos insumos para que otros países no puedan fabricarlas y practican el lobby para que, por ejemplo en Europa, no se aplique la vacuna Rusa y se imponga alguna de las occidentales.
Entre todo, un país con escasas posibilidades económicas y gran talento científico, como Cuba logró una, declarada de gran eficiencia por la OMS, y la única del mundo recomendada para uso pediátrico. Aquel anhelo primigenio de que la pandemia forjaría un mundo más humano y solidario, parece haber quedado muy atrás. Por el contrario, daría la impresión de que las miserias y mezquindades políticas y económicas, más que acabarse, se profundizaron.