En los tiempos que corren las redes sociales tomaron un papel preponderante en la vida de gran parte de la ciudadanía a nivel mundial. Es que casi todo pasa por esta moderna forma de comunicarnos. Pero la crítica nace de quien escribe, que roza los 40 años y cuenta con otra forma de verlas. Es que no es entendible cómo hay personas, casi de la misma generación e inclusos mayores, que todo lo que hacen y dejan de hacer pase por Facebook o la más reciente de todas, Instagram. Estas personas publican casi todo, por no decir todo. Cosas tales cómo qué están comiendo, estados de ánimo, viajes, cumpleaños, reuniones con amigos. Absolutamente todo.
Los momentos se disfrutan, no se publican
Se puede entender de unos jóvenes de 15 años, que han pasado gran parte de su infancia y adolescencia con el acceso a una red social, algo más común en esta década. Pero, a mi modesto entender, ante una persona mayor de 35 años la primera pregunta que se viene a la cabeza es cómo vivió 30 años sin Facebook.
Es lindo poder compartir algo de nuestras vidas con personas que queremos que lo sepa, nos acerca. Pero contar todo o hacer un diario íntimo constante ya habla de algo malo. Es que la privacidad forma parte de la vida también, y tenemos que guardar algo para nosotros. No vamos a dejar de querer a un hijo por no subir 1.500 fotos por año. Nuestros padres no tenían redes sociales e igual nos hacían fotos y la compartían con seres queridos en una reunión familiar y eso no quiere decir que nos querían menos.
Los viajes también son todo un tema. Dejan bien en claro a cualquier amigo de lo ajeno que salieron de sus casas precisando días y lugares. No es que no hay que viajar, pero ser más moderados a la hora de subir el dato o no; y la verdad, es tratar de vivir más el momento, y no tanto compartirlo. Es un punto de vista, cada uno hace lo que quiere.
Quizás estas personas necesitan conseguir la aprobación de los demás a través de un determinado 'me gusta' para saber si está bien o lindo lo que están realizando. La comida es también tema de debate. Este grupo de personas casi adictas a compartir todo publica qué están comiendo al mediodía o la noche. Asado con amigos, pastas con otras amistades, lo que fuera. Lo importante es contar lo que están realizando sin importar otra cosa. Son múltiples los estudios que señalan que en las redes sociales tendemos a mostrar lo mejor de nosotros mismos, una forma de buscar la aprobación de los demás como dijimos anteriormente. Los seres que utilizan esto inclinan a publicar cosas susceptibles de recibir 'me gusta'.
Está el tema de la envidia que genera lo que algunos ven en las redes sociales. Es que a algunas personas ser testigo de las vacaciones, las fantásticas vidas o los éxitos laborales de otros les puede provocar envidia, frustración, sensación de soledad y enfado. Es increíble ver cómo les importa lo que hace otra persona. Pero todo esto traen las redes sociales.
Cada uno sabe lo que hace. Lo importante para quien es escribe es disfrutar los momentos, por más pequeños que sean. Y compartirlas menos con gente que poco conoce de nuestra vida. Las redes sociales llegaron para quedarse, pero tienen que se utilizadas de manera moderada y sobre todo enseñar a nuestros hijos a vivir los momentos.