Para tomar dimensión del poder e injerencia del narcotráfico hay que imaginarse un gran pulpo cuyos tentáculos llegan a todos los estratos del poder. Uno de los grandes aciertos fue inmiscuirse en el mundo de la política para crecer, avanzar y destruir. Si bien en Colombia esto significó el comienzo del fin del narco Pablo Escobar, por haberse hecho un personaje público, en otros países del mundo sucede lo opuesto: México, por ejemplo. En las últimas semanas el diario La Reforma y El País de España analizaron lo que está ocurriendo en el estado mexicano de Morelos, donde 11 presidentes municipales fueron amenazados y extorsionados por narcotraficantes. Según la acusación, en 2015 se firmó un pacto de impunidad simple: el narco financiaba las campañas y los alcaldes no se metían con los criminales y les pagaban un canon denominado derecho de piso. México, al igual que Colombia, es un país asediado por la violencia narco. Uno de los factores es que las cocinas de droga están en esos países. Terminar con el narcotráfico es una utopía, pero combatirlo de manera seria es posible. Primero hay que ver qué hicieron bien los gobiernos que lograron controlar la venta de cocaína y marihuana, por citar las drogas más conocidas en estas latitudes.
El narcotráfico corre con ventaja
26 de marzo 2018 · 09:58hs
Muchos dirigentes políticos están satisfechos con la nueva Ley de Narcomenudeo que se sancionó en la provincia. Si bien la nueva norma ya arrancó con peros, todos destacan las bondades. Ojalá que esta norma no termine siendo una forma de protección de los grandes narcos que hay en Entre Ríos.
Volviendo a México y Colombia, hay expertos que cuentan que los capos narcos se encargan de entregar a los perejiles, así los grandes medios de comunicación se encargan de destacar cómo se pelea al narcotráfico.
Que se combata el narcomenudeo es sumamente importante, pero esa irrupción de las autoridades en los barrios tiene que ir acompañada de otras políticas de Estado, ya que a los pocos minutos que la Policía cierra un kiosco aparece otro. Otra cuestión que tiene que tenerse en cuenta es el control sobre la Policía. Hay muchos funcionarios honestos, pero también hay otros que no lo son y que podrían ver en la Ley de narcomenudeo la posibilidad de ser algo así como un inspector de habilitaciones para trabajar.
Mientras los gobiernos piensan cómo luchar contra este negocio que arroja pingües ganancias, los narcos van siempre un paso adelante inventando algo nuevo para esquivar la persecución por tierra, mar y aire de las fuerzas de seguridad.
La historia dice que este tipo de legislación puede terminar siendo perjudicial para la sociedad a futuro si no se controla adecuadamente. Mirar a las provincias vecinas y ver cómo sufren la presencia de las bandas que riegan de sangre las calles ajustando sus cuentas nos debe servir para ver qué medida tomamos.
Es bueno que se aplique una ley que combata al pequeño narco, pero sin dejar de perseguir al jefe. Todo lo que se hace mal en la lucha contra las drogas lo padecerán las futuras generaciones.