Hace cuatro años decidió darle un cambio a su vida y se instaló en Canadá, donde actualmente se desempeña en el área de Ingeniería en Sistema. El concordiense Juan Pablo Francisconi admite que lleva una vida argentina dentro de un país con una cultura diferente.
Sentirse independiente lo llevó a volar lejos de casa
En un viaje de trabajo se enamoró de toronto, y no dudó en irse a vivir al país del norte, donde hoy se siente muy cómodo.
12 de noviembre 2016 · 08:30hs
Su pasado, presente y su modo de vida la compartió junto a UNO, pese a que reconoce que espera ansiosamente cada verano para volver a su Concordia natal para compartir las fiestas con su familia y reencontrarse con sus amigos. Desde hace 12 años trabaja en los desarrollos de Software y durante toda su vida profesional trabajó en relación de dependencia para distintas empresas internacionales hasta que surgió la posibilidad de comenzar un emprendimiento propio. "Con mucha dedicación y compromiso ya hemos pasado el primer año de trabajo independiente, hemos crecido y seguimos con muy buenas perspectivas a futuro", contó.
—¿Qué te llevó a cambiar de aire e irte hacia el exterior?
—Principalmente siempre me gustó la idea de conocer otros países, idiomas, costumbres y maneras de vivir. Pero fueron las oportunidades laborales las que terminaron cambiando el curso de mi vida. Estando en Argentina solía trabajar para una empresa extranjera que tenía como política enviar a la mayoría de sus empleados a distintas ciudades del mundo, por un lapso de unos meses, con el objetivo de trabajar desde las oficinas del cliente. En uno de esos viajes mi destino fue Toronto y realmente me quedé sorprendido por la ciudad, la gente, la diversidad cultura, la calidad de vida y la tranquilidad con la que se vive. Esos fueron los pilares que realmente me ayudaron a tomar, luego, la decisión de venir a trabajar en forma permanente a esta ciudad.
—¿Ya conseguiste la ciudadanía?
—Todavía no tengo la ciudadanía, pero sí la residencia permanente. El proceso de inmigración ha cambiado un poco desde que llegué al país, pero hay ciertos pasos que se mantienen prácticamente iguales. Primero, tuve la oportunidad de que una empresa canadiense me extendiera una oferta laboral, lo que me permitió obtener una visa de trabajo. Luego de haber completado el primer año de trabajo en el país pude iniciar los trámites para obtener la residencia permanente. Generalmente este trámite toma otro año más, con varias instancias que hay que pasar, como estudios médicos (la salud aquí es gratuita para todos), exámenes de idiomas (Inglés o Francés, depende del lugar donde se aplique) y la verificación de tus antecedentes personales. Una vez obtenida la residencia permanente (que es mi caso) es necesario esperar –al menos– otros cuatro años más para poder aplicar para la ciudadanía. En enero de 2015, el sistema de inmigración ha cambiado por uno nuevo, basado en puntos, que favorece la inmigración calificada. Con el cambio de gobierno, muchas de esas decisiones están siendo revisadas –y posiblemente revertidas– para facilitar aún más el proceso inmigratorio.
—¿A un argentino le cuesta más insertarse en el mercado laboral canadiense?
—No puedo hablar por todo el mercado laboral canadiense, pero sí de Toronto en particular, ciudad donde resido y trabajo. Realmente es una ciudad multicultural donde el 50% de la población, en promedio, nació fuera de Canadá. Por esta razón el mercado laboral entiende muy bien lo que significa ser un inmigrante y eso facilita las cosas enormemente. Ahora, respecto de las posibilidades de encontrar trabajo fácilmente, depende pura y exclusivamente del sector en donde uno se desempeñe, de las calificaciones, del manejo del idioma y de las necesidades que atraviese el país.
—¿Qué es lo más parecido que tienen los canadienses con los argentinos en cuanto a su modo de vida?
—Los deportes. Son muy fanáticos. Más de lo que me hubiese imaginado. Creo que también ayuda mucho que la mayoría de los equipos en deportes como básquet, baseball o hockey representan a toda la ciudad o incluso al país. Por tanto, las rivalidades prácticamente no existen y la gente es incondicional al equipo. Eso hace que todos hablen de lo mismo, empujen para el mismo lado generando ese inconsciente colectivo de que hay que alentar porque el prestigio de la ciudad está en juego. Muy parecido a lo que sucede en Concordia con Estudiantes en la Liga Nacional. Por otro lado, volviendo al tema de la inmigración, más allá de los de los primeros migrantes (franceses y británicos), hay muchas generaciones de origen italiano y portugués. Ellos, en conjunto con los latinos, le imprimen ese sentimiento, orgullo y pasión al deporte como nosotros en Argentina.
—¿Es difícil entrar en el ámbito de la amistad, teniendo en cuenta sus formas de ser?
—Es una cultura que respeta la privacidad y, por tanto, muchas veces las personas necesitan más tiempo para conocerte antes de abrirte las puertas de su casa. La gente es amigable, pero también muy reservada. En cambio nosotros solemos ser más simples para socializar. Eso hace que, en la mayoría de los casos, tomemos la iniciativa de organizar salidas, comidas y eventos como forma de acelerar un poco el proceso. Realmente, y más aún cuando se llega al país, uno tiende a generar relaciones de amistad con sus compañeros de trabajo, ya que son las primeras personas con quienes se pasa la mayor parte del tiempo. Pero también ayuda mucho el hecho de que exista tanta diversidad cultural y una gran presencia de inmigrantes, con lo que resulta bastante simple entablar una relación de amistad con personas que están o estuvieron en tu misma situación.
—¿Donde estás vos se consiguen los productos típicos argentinos, ya sea yerba, dulce de leche, asado?
—Tengo la suerte de vivir a unas cuadras de un café argentino –El Almacén– que vende yerba, dulce de leche, tapas de empanadas y alfajores. También ofrece la posibilidad de tomar unos mates en el lugar, en vez de pedir un café. Ellos te facilitan el termo, la bombilla y el mate como si se tratara de cualquier otra infusión; lo que me llamó bastante la atención, realmente. El tema del asado es más complicado. Los cortes son totalmente diferentes y generalmente se consume mucha carne de cerdo. De todos modos, está la posibilidad de recorrer algunas carnicerías, que las hay, y pedir cortes más parecidos a los que estamos acostumbrados.
—¿Qué es lo que más extrañás de Argentina?
—Lo más difícil es, sin duda, vivir lejos de los familiares y de los amigos de toda la vida; y no poder estar en los momentos en que ellos me puedan necesitar, en las reuniones familiares o en algunas fechas especiales. También extraño el estilo de vida argentino, los planes a último momento y la vida vertiginosa. Hace cuatro años que vivo en Toronto, y como todo, me fui adaptando y aprendiendo a convivir con esta nueva situación en mi vida.
—¿Venís seguido a Concordia?
—Sí, todos los años por suerte. Generalmente tomo mis vacaciones en Concordia para compartir con la familia, los amigos y disfrutar de los lugares en donde crecí, como la costanera, el lago, el centro etc.
—¿De acuerdo a tus expectativas, tu objetivo es radicarte definitivamente en Canadá o cuál es tu meta?
—La verdad voy paso a paso. No pienso mucho en lo que depara el futuro o dónde voy a estar en los próximos tres o cuatro años. Hasta el momento todo se fue dando de manera muy natural y espero que continúe así. Por ahora apuesto por quedarme en Canadá por un tiempo más para poder terminar de desarrollar el proyecto en el que me encuentro en este momento. Esa es una de mis metas. El resto, seguramente, surgirán con el tiempo.
—¿Este cambio que tuvo el país, en cuanto al gobierno, cómo lo ven en Canadá?
—La verdad es que la gente no consume muchas noticias internacionales, salvo las que vienen de Medio Oriente, lamentablemente. Recuerdo haber hecho zapping el día de la elección presidencial en Argentina y solo ver algún que otro flash informativo con los conteos parciales o el resultado final. Lo interesante es que preguntan más por Messi, Maradona, el papa Francisco o el fútbol que por cuestiones políticas. Y quizás sea para no herir susceptibilidades; aquí, generalmente, no se habla mucho de religión ni de política.
—Sos fanático del fútbol, ¿seguís los partidos del fútbol argentino pese a la distancia?
—Sí, me gusta mirar fútbol siempre. Los canales canadienses solo pasan la Copa Libertadores o la Sudamericana pero ningún partido del torneo local argentino; con lo cual no queda otra que utilizar Internet para seguir la transmisión en vivo. En partidos importantes, como el Mundial, la Copa América o incluso el Superclásico, los bares deportivos suelen transmitir todo el partido en directo. También la mayoría de los equipos grandes de Argentina tienen las peñas locales donde concurre mucha gente y logran un ambiente espectacular.
—¿Cómo es un domingo para un canadiense... o sea para vos, ja?
—La verdad trato de tomarme el domingo para descansar, pero la mayor parte del tiempo siempre termino con algún plan fuera de casa. La gente sale mucho, en especial en primavera y verano, cuando el clima es muy amigable, ya que los inviernos son bastante crudos para nuestros estándares de frío. Si bien acá no existe la costumbre de compartir un asado en familia, hay otras opciones para los domingos, como juntarse en algún lugar a comer, seguir algún evento cultural o deportivo, o bien pasear por alguna ciudad cercana.
—¿Algún día tenés pensado volver definitivamente a Argentina?
—Sí, por supuesto. Por más que uno viva en cualquier lugar del mundo, nunca deja de ser argentino y siempre tiene expectativas de volver. Espero poder concretarlo.