En la Plaza 1° de Mayo, en Paraná, un grupo de madres y de pacientes de la Fundación Centro conmemoró ayer el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos Alimenticios. Lo hicieron repartiendo folletos informativos y también charlando con la gente de aquello que conocen con lujo de detalles: cómo es dar pelea contra la bulimia, la anorexia y otras patología vinculadas a lo que suele asociarse a una cuestión de peso, pero que va más allá de esta manifestación.
Se gana en equipo la difícil lucha contra la bulimia y la anorexia
Con una actividad de sensibilización, desde la Fundación Centro conmemoraron el Día para concientizar sobre Trastornos Alimenticios
1 de diciembre 2017 · 09:04hs
Lo primero que destacan las madres que tuvieron que enfrentarse a alguna de estas enfermedades, extremadamente difíciles de detectar porque quien la sufre se ocupa de enmascararla, es que el apoyo de la familia y el trabajo en equipo es fundamental. Cuando un grupo de profesionales de distintas disciplinas acompaña al paciente y a sus familiares en el tratamiento los resultados son óptimos.
"La bulimia y la anorexia son enfermedades que se esconden, sobre todo la bulimia, donde no hay oscilaciones importantes en el peso. Los chicos arman estrategias para sostener su enfermedad. Hay desde grupos de amigos hasta páginas de Internet que favorecen estas conductas, que los adultos por lo general no las conocemos. Hasta que llega un momento en que nos damos cuenta de que algo muy grave está pasando en la vida de nuestros hijos y que ellos mismos piden ayuda", señaló a UNO Maia Quiroga, cuya hija comenzó su tratamiento en la Fundación Centro hace dos años y ocho meses, cuando tenía 20, y ya está próxima a recibir el alta.
Maia fue alertada por una psicóloga que tenía experiencia en este tipo de patologías y entonces hizo la consulta. Ese fue el inicio de un camino que si bien cada paciente y cada familia transitan distinto, atento a sus propias particularidades, confluyen en un cambio de vida que involucra a todo el entorno.
"Mi hija está en la última etapa, de prealta, y ha avanzado muy bien", dijo Maia, y destacó: "Se puede vencer la enfermedad, siguiendo las pautas del tratamiento, que son muchas, a veces difíciles, pero hay que aceptarlas y avanzar".
Se trata de un proceso extenso en el que reconocer la problemática es el primer paso y quizás uno de los más difíciles de dar. "Mi hija no quería compartirlo ni siquiera con sus compañeras ni sus amigas. Se trata de que el paciente tome conciencia de que está enfermo, que se deje ayudar y que empiece a ver los cambios en su vida que tiene que empezar a transitar. La familia es un apoyo fundamental, porque su voluntad es endeble; incluso hay casos en que deben ser hospitalizados".
Susana Sandoval es otra de las madres que atravesaron esta situación, y comentó: "Un desorden alimenticio tiene muchos competentes psicológicos y anímicos, que hacen que esta enfermedad se vea en distintos momentos y estados de la persona. No solo se da en niños o en jóvenes, sino que también puede aparecer en la gente adulta".
También se asocia estas patologías a las mujeres, pero en su caso fue su hijo varón quien está llevando adelante el tratamiento, desde hace casi dos años. "Él siempre tuvo predisposición a ingerir poco, y desde chico fue selectivo con las cosas que comía y con la cantidad. Yo lo naturalicé y pensé que era su personalidad. No le gustaban las carnes y lo primero que empezó dejando fueron las carnes rojas. Un día dijo que era vegetariano, después vegano, pero esa decisión escondía en realidad la anorexia. Los chicos van encontrando estrategias para decir que no van a comer esto o aquello, y enmascaran esta enfermedad. Es una patología que le puede pasar a cualquier persona", reflexionó.
Llegó un momento en que su hijo, que tenía entonces 23 años, solo tomaba agua, y esto fue lo que hizo que consultara a especialistas. "Siempre he tenido buena comunicación con mis cuatro hijos, así que le dije que no se estaba alimentando bien y que debíamos buscar ayuda. Tardó un poco en aceptarla, pero ya ha avanzado bastante".
Rosana Morales es mamá de una adolescente de 16 años. Cuando tenía 14 detectó cambio de actitudes en su hija, pero se lo atribuyó a otras cuestiones. Hasta que advirtió que llevaba un control minucioso de las calorías que ingería. "Le propuse visitar a una nutricionista, pero la primera reacción fue decir que ni loca iría, porque iba a engordar. Después de una crisis llamé a Fundación Centro y no hubo margen de error en su diagnóstico: era anoréxica", contó, y confió: "Hablar de esta enfermedad cuesta; y cambia la vida al 100% de toda la familia. Al principio uno lo niega, pero cuando desde la Fundación Centro van a hacer charlas a las escuelas y acompañamos las mamás les digo a los padres que no tomen ciertas situaciones como algo normal de la adolescencia o algo propio de la edad, que sean más detallistas y pongan el ojo más allá de una rebeldía. Hay otros signos y una como madre se da cuenta de que no pasa por ahí y no deben dudar en consultar".
Las tres subrayaron que en Paraná afortunadamente existe un lugar donde preguntar para asesorarse y sacarse las dudas, y destacaron el trabajo que llevan adelante los integrantes de la Fundación Centro, que funciona en Courreges 456 en la capital provincial y se puede consultar personalmente o llamando al (0343) 4221264, o en www.fundacioncentro.com.ar.
Síntomas
Quien atraviesa un desorden alimenticio tiende a ocultarlo. Desde Fundación Centro recomiendan a los padres y al entorno estar atentos a ciertas manifestaciones. Entre otros aspectos, quien padece bulimia tiene una gran preocupación acerca del cuerpo y la comida, teme engordar y evita ir a restaurantes o donde sea socialmente obligado a comer; además posee evidentes cambios de humor y en los estados de ánimo.
En el caso de la anorexia, se advierte una baja ingesta de comidas o dietas muy severas; hay rituales en la comida, como contar las calorías o desmenuzarla; tienen un alto nivel de autoexigencia, usan ropa holgada, realizan excesiva actividad física; tienden a la palidez, a los cambios de humor y al aislamiento social.