Se divulgaron ayer los fundamentos de la sentencia por la cual se condenó a tres de prisión de cumplimiento efectivo a la expriora del convento de las Carmelitas Descalzas de Nogoyá, Luisa Ester Toledo. El documento que consta de casi 400 fojas repasa la declaración de cada uno de los testigos, entre ellas el de la imputada por privación ilegítima de la libertad por dos hechos. En la declaración de Toledo ante el tribunal, a través del cual rechazó todos los cargos en su contra, se definió como una mujer que pasó toda su vida en una casa religiosa. “Yo no viví: viví toda mi vida en un colegio donde teníamos misa todos los días y nos confesábamos todas las semanas. Fue una vida muy santa la que tuve la gracia de vivir, a pesar de que no tuve a mi padre, ni a mi madre ni a mi hermana”, dijo.
Se conocieron los fundamentos de la sentencia a la carmelita
Gentileza. Luisina Viviani
Luisa Toledo habló ante el tribunal que primero la juzgó y después la condenó a 3 años de cárcel, el 5 de julio último, bajo el cargo de privación ilegítima de la libertad agravada. “Quiero declarar. No tengo nada que ocultar”, dijo.
Negó, de plano, haber aplicado tormentos a las dos monjas que la denunciaron ante la Justicia, Roxana Peña y Silvia Albarenque, y aseguró que siempre se ciñó a lo que establecen las constituciones de la orden de las carmelitas descalzas, “aprobadas” por el extinto papa Juan Pablo II. “Nunca actué de esa manera”, aseguró, al negar la aplicación de tormentos en la casa religiosa.
Su rol en el convento carmelita de Nogoyá, dijo Toledo ante el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguay, fue el de priora a partir de 2008, cuando resultó elegida por votación de las religiosas, y la priora, “así dice la constitución, es una madre, y la madre tiene que estar pendiente de cada hija, de todo lo que le pasa”. Y relató que la aplicación de cilicio entre las carmelitas –una forma de autoflagelarse– está previsto en las reglamentaciones de la orden religiosa, reprodujo Entre Ríos Ahora. “Están los días, están los salmos con que se toman, y se toman en un lugar muy privado, y cada una se lo tiene que dar, es un acto de penitencia que nosotros hacemos por la iglesia, por la salvación de las almas, nosotros entregamos nuestras vidas libremente”, aseguró.
Toledo aseguró más adelante: “entregó su vida a la Iglesia”, y negó que haya cometido el delito de privación de la libertad. Dirigiéndose al tribunal, invitó a los jueces: “Ingresen ustedes al Carmelo, (y verán) lo que es la felicidad del Carmelo. Las llaves están colgadas a la mano de todas. Cualquier hermana puede tomar la llaves, aunque la constitución dice que la llave de entrada la tiene que tener, una, la priora, la madre, y la otra, la madre tornera (…) Yo nunca la privé (de la libertad) a la hermana, a ninguna de las dos”.
El caso generó una importante conmoción en la sociedad.