La noticia de que los presos de las cárceles federales ganan un 46% más que los jubilados que cobran la mínima generó polémica, a pesar de que los internos perciben un salario en contraprestación por un trabajo que realizan. De este modo, con el último aumento, un presidiario en estas condiciones pasa a cobrar 6.060 pesos y un abuelo que hizo sus aportes, solo 3.821,33 pesos.
Desde el Servicio Penitenciario de Entre Ríos aclararon que en las nueve unidades penales de la provincia la situación es diferente: solo se les brinda un estímulo económico, que dista bastante del importe de un sueldo. En este sentido, su director, José Luis Mondragón, dijo a UNO: “Oscila entre 300 y 2.800 pesos, según lo que hagan. Hay quien simplemente barre un pasillo y están los que trabajan en panadería, en horarios atípicos, o en los lavaderos de coches”.
Asimismo, aclaró: “La metodología que tomamos en la provincia es distinta. Acá los internos fundamentalmente están embarcados en acciones de laborterapia. Se trata de involucrarlos en actividades que fomenten sus hábitos de trabajo, la responsabilidad, el cuidado de los materiales, en tanto incorporan conocimientos de diversos oficios. A la vez que se los compensa con un mejor posicionamiento para lo que es la clasificación tecnológica que les permite llegar a los beneficios de ley”.
Mondragón señaló que lo que perciben por las tareas les sirve para solventar pequeños gastos. “Por ejemplo si fuman, si quieren tomar gaseosa o comprarse cualquier elemento menor, lo pueden hacer con ese dinero”. En muchos casos, quienes purgan su pena tienen familia y tratan de guardar lo que perciben, o al menos una parte, para compartirlo con sus hijos o con su esposa o su compañera.
Actividades en el ámbito penal
José Luis Mondragón manifestó que en la mayoría de las provincias tienen esta modalidad de brindar un peculio estímulo, a diferencia de lo que ocurre en el servicio penitenciario federal.
En las nueve unidades penales de la provincia, alrededor de un 70% de los residentes privados de su libertad participa en algunas de las actividades que les posibilita realizar una tarea y aprender un oficio en los talleres formales y no formales que funcionan en el ámbito carcelario.
“Dentro de los formales están los clásicos, que son las panaderías, las cocinas donde se elaboran los alimentos para el personal y los internos, la huerta, la carpintería, y en Paraná hemos incorporado hace un tiempo ya la fabricación de calzado para nuestro personal, para la Policía y para diferentes municipios”, contó Mondragón, y añadió: “También, a través de convenios que hemos realizado con otras organizaciones fabricamos o arreglamos muebles escolares, como pizarrones, bancos y sillas, armarios y juegos de jardín de infantes. Por otra parte hay una granja, donde en este momento faenamos los primeros 30 capones, que nos permitieron incorporar a la dieta de los internos y del personal, la carne de cerdo”.
En este sentido, señaló que son 816 en total los internos que trabajan en los talleres formales de la provincia. “Es muchísimo. La verdad es que estamos muy contentos, ya que las personas que están al frente de las unidades penales y del área industrial están rindiendo muy bien y eso se refleja en la cantidad de internos ocupados”, sostuvo.
En tanto, en los talleres no tradicionales, los presos tienen la posibilidad de aprenden oficios a cargo de otras organizaciones, como el Consejo General de Educación, el gremio de la Uocra, entre otros, que los capacitan y les otorgan una acreditación. “Cuando recuperan la libertad, tienen cómo demostrar que adquirieron conocimientos en diversos oficios que les permiten después por lo menos transitar un poco más fácil el camino hacia un trabajo”. El funcionario destacó que si bien una persona que pasó por un establecimiento carcelario tiene las mismas dificultades que cualquier otra al momento de buscar un empleo, una vez que recupera su libertad, se observa que muchos logran insertarse de manera lícita por haber aprendido un oficio y se alejan del delito. “Un alto porcentaje cambia la forma de vida que lo llevó a la cárcel, una instancia muy dolorosa para las personas, y pueden ocuparse de sus familias y ser su sostén”, dijo por último.
Experiencias en las cárceles que hay en Paraná
En la Unidad Penal Nº 1 funcionan distintos talleres y uno que se destaca es la panadería, ubicada en calle Marcos Sastre, entre Yapeyú y División Los Andes. Allí se despacha mercadería que fabrican los internos y si bien quien atiende al público es personal del Servicio Penitenciario, algunas que cumplen su condena brindan asistencia y logran tener un contacto con la gente, y de este modo ganan experiencia que les sirve al momento de su reinserción social. “Ahí funciona un salón de ventas muy moderno, donde además se exhiben la mayoría de las cosas que se producen en los talleres tradicionales de la provincia. La atención al público es en horario corrido, de 7 a 19, y se acepta tarjeta de crédito”, indicó José Luis Mondragón, quien señaló que se busca estimular al personal para que se involucre aún más en las tareas propias del comercio y del establecimiento carcelario, para incorporar saberes que les permitan ser más efectivos en este tema.
En tanto, en la Unidad Penal Nº 6, el único establecimiento de Entre Ríos donde se aloja a las mujeres privadas de su libertad, funciona un lavadero industrial que también fue modernizado hace poco, y un taller de costura que abastece a distintos organismos oficiales.
“La posibilidad de trabajar y estudiar en el Servicio Penitenciario está garantizada para todos los internos. Ese es uno de los ejes principales de nuestra gestión y en su momento presentamos un plan estratégico que también nos permitió obtener recursos para llevarlo a cabo. En los últimos ocho años son cada vez más los internos que aprovechan esta oportunidad de aprender un oficio”, concluyó.
Presos entrerrianos cobran por trabajar entre 300 y 2.800 pesos
Tras la polémica, aclaran que en la provincia no perciben sueldo sino que realizan tareas como laborterapia, para aprender un oficio
29 de julio 2015 · 06:03hs