En la investigación de un violento asalto, la Policía utilizó, como en casi todos los casos similares, un polémico método para identificar a los delincuentes: la exhibición de fotos de personas a los testigos y víctimas.
Polémica en un juicio por el reconocimiento fotográfico
En el juicio por el robo a la familia Pacheco, ocurrido en abril de 2011 en su casa de Victoria y San Luis de Paraná, el punto crucial de discusión es sobre la legalidad del procedimiento policial que, según los defensores de los imputados, indujo a los testigos a señalarlos luego en una rueda de reconocimiento.
Además, los abogados plantearon que entre el jefe y el subjefe de la comisaría octava y la División Investigaciones de la Departamental, armaron el escenario para incriminar a Diego Armando Rodríguez y a Débora Tablada, y engañaron al juez de Instrucción y a la Fiscalía.
Por su parte, el fiscal de Cámara dijo que podría haber existido una irregularidad en la detención del sospechoso, pero que los elementos reunidos por la investigación y por la certeza de los testigos que apuntan a los acusados, no había duda de que eran los autores del asalto.
Asalto e “intenciones de matar”
El fiscal Rafael Cotorruelo, afirmó que tanto Rodríguez como Tablada (junto a Natalia Castillo, condenada en un juicio abreviado) sorprendieron a Eduardo Pacheco, su esposa e hijos cuando salían en la mañana del 15 de abril de 2011 a trabajar. Pese a los golpes y amenazas con las armas de fuego, mediante los cuales les reclamaban dinero y elementos de valor, la familia opuso una férrea resistencia, y en se trabaron en lucha con los ladrones. Según el fiscal, antes de retirarse con dinero, y sin ninguna necesidad, Rodríguez le disparó a Pacheco por la espalda, “con una clara intención de matar”, aunque la herida no fue letal.
Cotorruelo dio por probado el delito de Robo calificado por el uso de arma de fuego y Homicidio en grado de tentativa, de parte de ambos acusados, por lo que pidió 12 años de prisión para Rodríguez y nueve para Tablada. Lo fundamentó en la espontaneidad de los cuatro testigos que los señalaron, y desestimó que haya existido un complot de la Policía y el Juzgado de Instrucción para inducirlos.
“Hallar un culpable como sea”
Luego, Marcos Rodríguez Allende, defensor de Rodríguez, mencionó en primer lugar la negativa del joven a reconocer el hecho en un juicio abreviado, a cambio de una pena menor (siete años), debido a la convicción de su inocencia.
El letrado apuntó al jefe de la comisaría octava, Omar Catena, el subjefe, Carlos Benítez, y al personal de la División Investigaciones de la Departamental Paraná de la Policía, quienes “engañaron al juez de Instrucción Vilarrodona, al fiscal de Cámara” y ahora pretenden “engañar al Tribunal”.
Según su hipótesis, estos policías, ante la urgencia de “encontrar un culpable como sea” debido a la gravedad del asalto y las presiones de sus superiores, armaron el escenario. En primer lugar, el policía Lorenzo Benítez dijo reconocer a Rodríguez cuando huía hacia el barrio Maccarone, a unos 80 o 100 metros de distancia. Con esta información, pidieron al juez una orden de allanamiento en su domicilio, de secuestro de elementos y de detención. Vilarrodona ordenó las dos primeras, pero no detenerlo.
Ante esta negativa, los policías debían aprehender igual a Rodríguez de alguna manera, y lo hicieron en su casa por una supuesta falta administrativa. Lo llevaron a Investigaciones donde le sacaron fotografías y luego lo alojaron en la comisaría quinta. Por la tarde, le mostraron a las víctimas las fotos tomadas esa mañana, e instaron a que lo reconozcan como el asaltante y lo señalen al día siguiente en la rueda de reconocimiento, ya que el verdadero ladrón tenía características similares. Esto bajo la advertencia de no decirle al juez que vieron las fotos.
“Después del 15 de abril no se agregó nada más a la causa”, dijo Rodríguez Allende, y al día siguiente los testigos apuntaron al imputado. Por esto, el defensor solicitó la absolución del joven Rodríguez.
Las dudas y las fotos
A su turno, Lucrecia Sabella, defensora oficial de Tablada, adhirió a lo planteado por Rodríguez Allende sobre la operación policial, y además dudó del reconocimiento que hicieron las víctimas de la mujer acusada, ya que solo una la reconoció mientras que el resto dijo no haberla visto bien o decir que es parecida a la asaltante porque es rubia. En este sentido, la abogada también dijo: “Sospecho que al señor Pacheco le mostraron fotos con la advertencia de que no tiene que decirlo”.
Respecto del reconocimiento fotográfico, Sabella citó un fallo del Superior Tribunal de Justicia de la provincia que sostiene que este procedimiento es un acto preprocesal que la Policía tiene entre sus atribuciones, pero el mismo no debe estar viciado (induciendo a los testigos, por ejemplo).
A su vez, la defensora planteó que el reconocimiento fotográfico hace que el reconocimiento en rueda de personas pierda validez, ya que en este caso el testigo recuerda la foto y no el rostro que vio en el hecho. En el caso de la acusación a Tablada por el asalto, “no hay otro elemento que el reconocimiento en rueda de persona que la incrimine”, el cual estuvo viciado por la exhibición de fotografías, por lo cual reclamó la absolución de la mujer.
“Soy inocente, no tengo nada que ver”, dijo el acusado
El acusado Diego Rodríguez declaró al final del juicio, y recordó que aquel 15 de abril de 2011 se preparaba para ir a trabajar en el Parque Nuevo, para la Municipalidad, cuando llegan a su casa cuatro policías que lo llevaron detenido por una supuesta contravención.
Lo llevaron a Investigaciones, donde le sacaron fotos, luego a la comisaría quinta y al día siguiente lo liberaron, pero poco después lo volvieron a detener por el asalto.
“Cuando llego me entero que tenía pedido de captura, no entendía nada, no sabía nada del hecho, ya estaba en mi casa, rodeado de policías”, dijo, y agregó: “Hasta el día de hoy no entiendo por qué me fue a buscar justo a mí la Policía”.
El joven manifestó que había rechazado la propuesta de la Fiscalía de un juicio abreviado aceptando siete años de prisión: “¿Cómo le voy a decir a mi hijo que estoy pagando por algo que no hice? ¿Cómo me voy a hacer cargo? Voy a enfrentar todo lo que venga, soy inocente, lo voy a decir toda mi vida, no tengo nada que ver”, dijo Rodríguez con la voz quebrada.
Además, el acusado dijo que lo que se comentaba en el barrio Maccarone era que el que había asaltado a la familia era un tal Muñoz, que tiene sus mismas características físicas, y que se lo veía siempre junto a Natalia Castillo (la mujer que fue condenada por el hecho en un juicio abreviado).
Al final del juicio, Débora Tablada también dijo que es inocente: “Juro por la vida de mi hijo que no tengo nada que ver con todo esto”, manifestó.