Con fuertes cruces y acusaciones, concluyeron este miércoles los alegatos del segundo juicio contra Fernando Moreyra, el joven que acusado de asesinar a su abuelo Francisco Coronel en medio de una pelea familiar, en el barrio Nueva Ciudad, de Paraná. Como ha informado UNO, el imputado fue juzgado por el homicidio y condenado en 2018 a la pena de prisión perpetua. Esa sentencia fue anulada por la Cámara de Casación con duras críticas al Tribunal y las partes. Ahora, la Fiscalía insistió nuevamente en condenar a la pena máxima a Moreyra, y los defensores reclamaron la absolución por falta de pruebas.
Piden perpetua y absolución para acusado de matar al abuelo
Aquella tarde del 7 de noviembre de 2017, lo que parecía una simple pelea vecinal en plena calle por una quema de ramas, escondía un trasfondo familiar conflictivo. Un hombre discutía fuertemente con su hija, cuando irrumpieron sus nietos en escena. El episodio terminó con el hombre de 70 años muerto de un balazo en la cabeza.
Este juicio desarrollado casi cuatro años después del hecho, fue parecido al anterior en cuanto a los testigos de cargo que declararon, pero esta vez concurrieron una decena de testigos favorables al imputado.
Los fiscales Juan Malvasio y Santiago Brugo se mantuvieron firmes en la hipótesis que sostienen desde el día del crimen: Coronel discutía con su hija Teresita y su nieta (de 15 años), quien lo golpeaba con un palo, cuando Moreyra, por entonces de 24 años, se sumó a la gresca con un arma de fuego y le disparó a su abuelo.
El día de la imputación, Moreyra declaró y dijo que la autora del disparo mortal había sido su hermana. De hecho, la prueba de dermotest que le hicieron arrojó resultado negativo, mientras que fue positivo para la adolescente. Para los fiscales, la familia orquestó una maniobra de encubrimiento, donde el joven se lavó las manos y le hicieron efectuar un disparo a la chica.
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Los abogados defensores, Patricio Cozzi y Miguel Ángel Cullen, afirmaron que no se pudo demostrar quién fue gfel autor del disparo mortal. Cuestionaron severamente la investigación que descartó desde el inicio la versión del acusado y no se tuvo en cuenta el contexto en el cual se produjo el homicidio. En este sentido, apuntaron que los jóvenes eran garantes de la seguridad de su madre, por la violencia permanente que existía.
La principal testigo de la Fiscalía fue una vecina que dijo haber visto un momento de la pelea, donde Moreyra tenía un arma. En el contrainterrogatorio de la defensa, se apuntó la contradicción con la primera declaración, poco después del hecho, cuando mencionó que el imputado tenía un palo. En la audiencia, la mujer señaló al muchacho sentado en el banquillo como quien tenía un arma.
Esta vez, el Tribunal que deberá resolver sobre el futuro de Moreyra está integrado por Alejandro Cánepa, Rafael Cotorruelo y Gustvo Pimentel. El 11 de agosto adelantarán el veredicto.
El juicio incluyó una inspección judicial en el lugar del hecho (una especie de reconstrucción). Los jueces, los fiscales y los defensores se trasladaron hacia el barrio Nueva Ciudad, donde observaron el lugar y escucharon a los testigos, en medio de un amplio despliegue policial. Había mucha tensión en el lugar con la presencia de familiares de la víctima reclamando justicia con carteles que acusaban de asesino al imputado.
Moreyra se encuentra desde febrero con prisión preventiva domiciliaria. Le permitieron dejar la cárcel por llevar más de tres años con preventiva, ya que el primer fallo de 2018 fue anulado.
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