José Amado/ De la Redacción de UNO
Mucho más que “casos”
En esta edición anuario, UNO repasa los hechos más destacados de cada sección en 2014. En las tres páginas que siguen a esta, hay un desarrollo y una opinión de tres de los crímenes ocurridos en el año que movilizaron a la sociedad.
La selección de los tres casos que se observan en la infografía no refiere a una “importancia” respecto de los demás hechos trágicos que tuvieron lugar en la provincia en el transcurso del año, sino a que cada uno refleja una problemática social particular.
El homicidio del profesor Claudio Vera evidenció la situación de jóvenes que viven en el círculo de consumo de droga y robo para seguir consumiendo, que no encuentran límites a la hora de hacer lo necesario para que esa rueda no se termine.
La muerte del niño Juan Manuel Martínez Zurbano fue el peor terremoto que tuvo que padecer la ciudad para caer en la cuenta del drama de la inseguridad vial. Hubo un conductor al mando de su auto con una conducta criminal, pero en un contexto donde conducir alcoholizado, pasar semáforos en rojo, estacionar en doble fila y no respetar al otro en la calle, con controles vehiculares ausentes, eran cuestiones naturalizadas.
El crimen de Priscila Hartman nos enrostró, una vez más, la violencia de género, también naturalizada en los distintos aspectos de la vida. La desaparición, primero, de la joven de 22 años, y luego la confirmación de su asesinato, movilizó a miles de paranaenses y volvió a poner en discusión la violencia machista. A diferencia de los dos casos anteriores, en este la autoría es motivo de discusión en la causa judicial.
Cada hecho lamentable que ocurre refleja algo de lo que somos. Este es solo un punto de vista, totalmente discutible. Pero de nada sirve espantarnos ante un hecho aberrante y mirar a su responsable como un monstruo salido de un repollo, como si no hubieran existido jamás entre nosotros conductas o ideas que en algún momento se asemejaron a lo que movilizó a alguien a delinquir. Respecto de los tres casos mencionados: tolerancia con la droga, desprecio a las normas viales y actitudes machistas.
Analizar, autocriticarnos y cuestionar a las autoridades que deben trabajar para prevenir podría ayudar a evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir.
Quedaron afuera otros casos que en el año han conmocionado a la ciudad y a la provincia, y han llenado la crónicas de este diario: el asesinato del contador Ricardo Lizarraga cuando intentaba recuperar la moto que le robaron a su hijo; los dos hermanos de 9 y 19 años acribillados mientras vendían huevos en el barrio Itatí; la beba Iara Yasmín fallecida a los tres meses de vida por lesiones por maltrato; el joven de Gualeguay Agustín Pereyra, asesinado para robarle el celular, al igual que Andrés Ruedas, de 18 años, en Concordia.
En Paraná hubo más de 30 homicidios en el año, casi todos con los acusados imputados. Merece un análisis aparte que 24 de estas muertes tuvieron lugar en contexto de violencia por disputas entre grupos, bandas, familias enfrentadas o narcotráfico, en distintos barrios de la capital provincial. Y en su gran mayoría tanto las víctimas como los victimarios son jóvenes de entre 14 y 25 años. Una realidad que, lejos de ser como la de Rosario o Santa Fe, como destacaron autoridades judiciales, merece una intervención estructural y urgente por parte del Estado.