José Amado / Redacción de UNO
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“Lo mataron a traición”, dijo la madre del joven asesinado el domingo en Paraná
“No fue así, no fue un ajuste de cuentas, porque si es así no le vas a tirar por la espalda, eso acá y en la China es cobardía. Porque cualquiera sabe que en un ajuste de cuentas te tiran de frente, no por la espalda”, aclaró Patricia Sánchez sobre crimen de su hijo, ocurrido el domingo a la siesta en la Circunvalación de Paraná. Además, también negó que se haya tratado de una disputa por el estacionamiento en la zona del predio de la fiesta de disfraces.
Un miércoles por la mañana los habitantes del barrio 120 Viviendas están concentrados en lo suyo. Ayer, una madre joven paseaba a su hijo por la vereda, un muchacho se engrasaba arreglando la moto, las calles de tierra que desde hace cinco años esperan el asfalto se secaban de las lluvias de agosto; muchos perros ladraban y corrían a un cronista desorientado que buscaba la casa en que vivía Alejandro Pérez, el joven de 19 años que asesinaron ahí nomás, el domingo a la siesta.
Ese día Alejandro y sus amigos se preparaban para ir a la fiesta de disfraces. Todavía no sabían de qué iban a ir, pero su madre ya les estaba confeccionando unos trajes. “La idea era que todos fueran disfrazados de lo mismo”, cuenta Patricia.
Pasado el mediodía Alejandro cebó unos mates. Después se levantó y se fue a ver a su hija, una beba de 6 meses que vive con su novia en el barrio Circunvalación. Luego iba a buscar a un amigo para volver a su casa y probarse los disfraces. La moto que le prestaron se empantanó en el barro y tuvo que caminar. En ese trayecto se cruzó con Jorge Aranda, con quien tuvo varios cruces y peleas en el barrio. Un disparo terminó con las diferencias: la bala calibre 22 ingresó por la espalda de Alejandro y le partió el corazón al medio. “Él bajó a ver su hija y buscar a su amigo y no volvió más”, resume la madre.
Un nene de unos 10 años vio todo. Corrió varias cuadras y le avisó a Patricia de que algo había pasado. La mujer bajó corriendo, cruzó la avenida y se encontró con su hijo muerto, y los policías alrededor. Enseguida llegaron los hermanos, primos y amigos del barrio para ver lo que no podían creer. La dramática escena contrastaba con el paisaje de carritos de choripanes, operativos de tránsito, carpas gigantes y curiosos que se acercaban al lugar donde se preparaba la fiesta del año.
La noticia corrió rápido en Facebook y los amigos de Alejandro se enteraron enseguida. Al día siguiente, gran cantidad de personas se acercó a la casa de calle López Jordán. La procesión de jóvenes no cesó en todo el lunes: amigos de la Primaria, compañeros del club Don Bosco donde jugó al fútbol durante ocho años, el grupo de folclore donde bailaba, los pibes que alguna vez protegió en peleas callejeras, los primos, conocidos de las changas en las que trabajó. Todos acompañaron a los padres, los tres hermanos, la novia y la beba en el cortejo de autos, motos y camiones que llevó el cuerpo hasta el cementerio municipal. El martes la familia colocó en el nicho la placa con su nombre.
Por los testimonios que la División Homicidios de la Policía logró reunir, quedó detenido el principal sospechoso del hecho, Jorge Aranda, de 20 años. Sobre los problemas que tenía Aranda con Alejandro, Patricia dice que eran “cosas de adolescentes, nada para llegar a un punto de agarrar una pistola y matar. Roces de malos entendidos, pero más de boquearse, insultarse, cosas así”. Y la madre insiste en que no se trató de ningún ajuste de cuentas: “Si mi hijo se mandó una macana yo era la primera en salir y decirlo, pero en este caso sinceramente lo mataron como a un perro, porque fue por la espalda. Cuando matás por la espalda es traición”.