Teresa le dijo a Ramiro, por mensajes de texto, que le iba a avisar cuando estuviera la comida lista para que volviera a su casa a almorzar, y el muchacho le respondió que sí. Fue el último contacto que la mujer tuvo con su hijo y desde aquel 1° de mayo de 2013, nadie supo nunca más nada del destino de Ramiro. Desde entonces, Teresa tiene como imagen de perfil y portada en Facebook la foto de Ramiro con las palabras: “Te buscaré hasta encontrarte”.
Hay un sospechoso pero ya nadie busca a Ramiro Ríos: "Estamos solos", dicen los padres
Al igual que en otros casos de desapariciones en Entre Ríos, la investigación no encontró pruebas para saber dónde está o qué le pasó; pero a diferencia de casos en los que no hay absolutamente nada, aquí hay un hombre cuya conducta lo dejó bajo seria sospecha, pero sin evidencias suficientes para juzgarlo.
Hace más de seis años que Ramiro Ríos desapareció, cuando tenía 32 años, poco después de salir de su casa de la localidad de Caseros, en el Departamento Uruguay, para hacer unos mandados, y de paso hacer una parada en el bar del club. La familia está decepcionada con las autoridades que deben esclarecer el destino de una persona pero no baja los brazos en seguir luchando para conocer la verdad, aunque hoy aseguran: “Estamos totalmente solos en esto”, según dijeron los padres, Omar y Teresa, en una entrevista con UNO.
Lo que sucedió en aquel bar es la clave para determinar el destino de Ramiro, aunque las declaraciones de los dueños y del hombre con quien, dicen ellos, el joven se fue del lugar, son muy contradictorias.
Ese hombre se llama Ricardo Mario George, un agricultor de Caseros que hoy tiene 57 años. Lo que se pudo reconstruir fue que George subió a Ramiro a su camioneta con el supuesto destino a la localidad de San Justo, a 10 kilómetros. Pero los motivos que dieron los testigos son confusos y no convencen a nadie.
George quedó bajo sospecha porque habría pensado que Ramiro tenía una relación con su expareja, lo cual nunca se determinó. El dueño del bar dijo que Ramiro se subió al vehículo, porque el joven manifestó que tenía que encontrarse con un hombre. George declaró que lo llevó, que se bajó en la ruta y se subió a un auto desconocido con destino incierto.
Una versión indicaría que el hombre fue el responsable o al menos sabe la causa de la desaparición de Ramiro. Varias cosas que sucedieron en la investigación lo dejaron muy mal parado, incluso por eso fue imputado, pero al parecer sin elementos rigurosos para llevarlo a juicio.
Un aspecto central es que, tras la desaparición, George se fue de la ciudad con sus pertenencias y no se supo más nada de él hasta que se entregó porque sabía que lo buscaba la Policía, que difundió su foto. Su camioneta Peugeot 504 fue hallada el 5 de junio (más de un mes después del hecho) en un taller mecánico de Villa Elisa, Departamento Colón. Al día siguiente se presentó ante la Justicia.
Mientras tanto, tras la denuncia realizada en la comisaría local por la familia de Ramiro, se hicieron numerosos rastrillajes en campos, en ríos y arroyos, en la ciudad y en viviendas de la zona, sin hallar rastro alguno del muchacho.
El 6 de mayo se recibió un llamado telefónico en la comisaría de Caseros, donde un hombre en forma anónima dijo que en la noche del 1° de mayo estaba pescando a unos cinco kilómetros de Caseros, en el río Gualeguaychú, y vio a dos hombres que iban en una moto, se detuvieron, se acercaron a la orilla y arrojaron al agua un bulto, como si fuera un cuerpo. Al día siguiente, la misma voz insistió con el episodio extraño.
Los investigadores constataron el lugar, recorrieron el río y las inmediaciones, pero no encontraron nada. Aunque sí determinaron que lo que decían en el llamado era mentira, porque aquella noche llovió torrencialmente, el río había crecido mucho y nada se condecía con lo manifestado por el anónimo. Ni siquiera era posible la visibilidad de lo que denunció haber visto a la distancia.
Un mes después, cuando detuvieron a George, allanaron su casa y secuestraron su celular. Se determinó así que había sido él quien había hecho esos llamados telefónicos a la Policía, claramente con la intención de desviar la investigación. Fue otro elemento clave que profundizó las sospechas en su contra.
Pero la Fiscalía y la Policía no lograron avanzar más en reunir evidencias que permitan en esclarecimiento del hecho. Tras una búsqueda amplia y varias medias periciales solicitadas, fue pasando el tiempo y el caso permanece aún impune.
“Estoy consternada”
Los padres de Ramiro recuerdan con detalles aquel día de hace más de seis años, y cuentan episodios y dudas que arrojan más sospechas sobre las últimas personas que estuvieron con su hijo, antes de desaparecer.
“Esto ocurrió el 1º de mayo de 2013 en la localidad de Caseros, somos un pueblo muy chico, muy tranquilo . Ese día él se fue a hacer unos mandados, a ver qué encontraba abierto. Me saludó por el día del trabajador, volvió y después se fue al club donde acostumbraba a tomar unas copas. Como a las 12.30 lo llamo porque se había olvidado de hacerme una carga del celular. Estaba a dos cuadras de mi casa, después me hizo la carga, nos estuvimos mensajeando, él me decía que cuando esté la comida lo llame. Después, tipo una y pico me comuniqué porque ya estaba la comida, me dijo que sí y no estoy segura que haya sido él quien me contestó el mensaje.- Me dijo que sí, que ya venía. Pasaron las 2, las 3, las 4, las 5, las 6 y nunca apareció”, recuerda Teresa.
“El club donde fue está a solo una cuadra de mi casa, hay un barcito donde juegan a las cartas, él entró, porque me lo ha dicho gente que estuvo ahí. Y mi corazonada de madre me dice que de ahí no salió bien, no sé qué pasó. Le escribió al hermano un mensaje de texto diciéndole que se había tomado una ginebra y le había caído muy mal, pero mi hijo era muy fuerte, eso nos pareció muy raro”, agregó la madre de Ramiro.
Sobre el presunto viaje a San Justo, a Teresa le resulta extraño: “Dicen que él pidió que lo lleven a lo de un señor, que como llovía no encontraba remís, cosa que también dudamos porque nosotros tenemos un vehículo y siempre nos avisaba, no tenía necesidad del remís”.
Luego contó cómo fue el inicio de la búsqueda y las primeras pistas que surgieron: “Lo empezamos a buscar nosotros. Si bien era de irse, nunca había desaparecido así tres días, porque sus hijos eran todo para él. Avisamos a la Policía de Entre Ríos, no sé si se hicieron bien la cosas, se buscó por todos lados. Mi hija publicó (en redes sociales) y a las pocas horas se comunicó una señora de Concepción del Uruguay, diciendo que nos podía decir algo. Nos dio una pauta de que eran tres tipos, que ella sabía que a esto lo estaban programando de hacía rato, porque ella noviaba con uno de ellos”, recordó Teresa.
“Se buscó, porque podía estar en un campo arrocero que uno de ellos alquilaba, no muy lejos. Se hicieron rastrillajes, revisaron en los pozos, cosa que el juez de la causa tardó bastante tiempo en dar el ok para el allanamiento o el rastrillaje, y no se encontró nada. Después se encontró otro campo donde arrendaba este hombre, se llevaron perros cadavéricos y no cadavéricos y no se encontró nada. Lo que tuvimos en contra es que esos días llovió mucho, el río estaba bastante crecido y se pudo haber perdido el rastro”, lamentó la madre, quien además cuestionó que a su criterio hubo ciertas demoras y desprolijidades en algunos procedimientos.
“Todo fue mal hecho, me parece, no es que estoy disgustada con las autoridades, pero hasta el día de hoy no sabemos nada, ya no tenemos abogados porque no hay nada. ¿Para qué? Si no tenemos ningún elemento para seguir. Nuestra búsqueda sigue por todos lados, hemos buscado por cielo y tierra, los policías de la investigación estuvieron siempre, ellos venían cuando los llamábamos, trabajaron muy bien, estuvieron seis o siete meses con nosotros. Si bien el caso hoy no está cerrado, en este momento no creo que estén buscando”, afirmó.
Acerca de la ausencia de pruebas y testigos en la investigación, Teresa expresó: “Nadie, nadie lo vio, los vecinos quizás no se quieren involucrar, me cuesta creer que por más que sea un 1° de mayo no era a la madrugada, quizás nadie lo vio o no se quieren involucrar”.
Acerca de la versión por la cual George tenía algún encono con Ramiro, Teresa tiene serias dudas: “Me llama la atención, mi hijo nunca lo nombró, por declaraciones de terceros dicen que lo venía siguiendo porque hacía unos años Ramiro anduvo con su exseñora, eso no lo creo porque en ningún momento me lo nombra y yo tenía un buen diálogo con él. Y cuando fui a hablar con esa señora, una docente de Concepción, me juró y rejuró que ni lo conocía a mi hijo”.
“Como madre, estoy consternada y no puedo creer todavía que esto suceda. Esto no es Buenos Aires o como las ciudades grandes, me encuentro indignada por la población, con las autoridades locales, provinciales y nacionales. Porque no puede ser, la tierra no se abre y se traga una persona. Es una persona y no lo trataron como tal, a mi criterio. Todo está igual que aquel 1° de mayo”, concluyó,
Dos hijos de Ramiro viven con sus abuelos, y también necesitan saber qué pasó con su padre: “Los hijos están conmigo –cuenta Teresa–, en su momento tenían 3 y 6 años, ahora va a tener 13 el más grane y 9 el chiquito, están conmigo y están bien, uno trata de no mentirles, de decirles cómo fue, lo van llevando bien gracias a Dios con ayuda de la familia”.
“Engañados y estafados”
Omar, el padre de Ramiro, es quien más ha seguido la causa y tratado con abogados y fiscales durante todos estos años. En diálogo con UNO, dijo: “Hay sospechas y tenemos otras hipótesis que estamos trabajando, fuera de la Policía, que pueden ser reales pero no hay otros elementos para probar la participación de otras personas”.
“El único que tenemos es ese hombre (por George)”, dijo, y refirió aquellos llamados que hizo a la Policía en los cuales mintió.
Además, Omar remarca otra cuestión que señala la falsedad de la declaración de George: “Dijo que lo notó a mi hijo muy nervioso, meta mandar mensajes con el celular, para un lado y para el otro. Pero (según los informes de telefonía celular) el último mensaje que recibió fue el de mi esposa, a las 13.05, y él lo traslada cerca de las 3 de la tarde, o sea que todo eso es mentira”.
“El dueño del bar dijo que George lo acompañó y vio que lo agarró del brazo porque Ramiro estaba descompuesto. En su declaración dice que Ramiro se descompuso y lo sentó en una silla. Nos parece raro porque vivimos a una cuadra ¿por qué no vino a avisarnos que estaba descompuesto?”, interrogó Omar.
Un punto que hizo dudar a los investigadores acerca de las declaraciones extrañas y contradictorias es que el dueño del bar era socio de George en actividades laborales, porque tienen máquinas para desmontar, entre otras, según se indicó.
“Nos sentimos muy engañados y estafados –dijo Omar en referencia a los fiscales que han intervenido en la causa–. Primero decían una cosa, después otra cosa. Habían quedado los papeles cajoneados un buen tiempo. En 2016 entregamos una nota al gobernador, al Municipio de Caseros y ni siquiera nos han respondido. Estamos totalmente solos en esto”.