Sebastián Espinoza murió de un escopetazo el día del cumpleaños de su madre. La semana pasada, el día que su hermano cumplió años, comenzó el juicio por su muerte, contra Hugo Alejandro Rivero. El hecho que conmocionó a Santa Elena en la madrugada del 4 de mayo de 2015 tiene aún un final abierto. La Fiscalía pidió una pena de tres años y medio de prisión efectiva para el acusado, por Homicidio culposo (imprudente), en tanto que la defensa solicitó dos años de prisión condicional por el mismo delito. Por su parte, la querella que representa a la familia de la víctima reclamó ocho años de cárcel por Homicidio simple con dolo eventual. Este jueves, el Tribunal de Juicio dará a conocer el veredicto.
Final abierto por la muerte de un joven de Santa Elena
Hugo Rivero mató sin querer a Sebastián Espinosa. Tras el juicio, esperan el fallo por la tragedia
30 de julio 2017 · 07:00hs
El dolor por la muerte del joven de 24 años se observó de ambos lados: tanto en los familiares de Sebastián, que revivieron la tragedia en los testimonios y planteos de las partes, como en Rivero, quien evidenció al declarar su versión del hecho la angustia que lo invade desde entonces.
Aquella madrugada, Espinosa llegó a la estación de servicios ubicada en Presidente Perón y Tratado del Pilar, para hacer una carga virtual en el kiosco, que era atendido por Papucho Rivero. En tono de broma, intercambiaron bravuconadas y el empleado del negocio sacó una escopeta que tenía debajo del mostrador. Le apuntó al cliente y sin querer gatilló. Sebastián agonizó unos minutos en el lugar y luego falleció. Cuando llegó la Policía al lugar, el autor del disparo pidió que lo detuvieran por haber matado al amigo.
En el juicio, Rivero dijo que el disparo se produjo cuando intentaba pasarle el arma a Sebastián, momento en el cual se le resbaló y de este modo presionó el gatillo. Sin embargo, los testigos presenciales Néstor Fabián Ojeda y Miguel Sebastián Luque, relataron que no le iba a pasar el arma sino que le apuntó y gatilló sin querer. Además, Luque dijo que Rivero y Espinosa no eran amigos.
Para el fiscal Facundo Barbosa, Rivero actuó con un nivel de imprudencia al manipular el arma y provocó de este modo un resultado mortal, lo que amerita que deba cumplir una sanción en el encierro. El querellante Roberto Alsina sostuvo que el acusado debió haberse representado que su accionar con la escopeta cargada y apoyando el dedo en el gatillo, podía derivar en un homicidio, por lo que requirió la dura condena de ocho años.
El defensor César Jaime coincidió con el fiscal en que se trató de una imprudencia, pero planteó que la pena no debía ser la prisión, fundamentalmente alegando que Rivero es una buena persona, y que sufre una "pena natural", la que llevará por siempre. En este sentido, refirió que sufre una profunda depresión y que está con tratamiento psicológico permanente para poder superar el trauma.
El jueves 3 de agosto, el Tribunal integrado por Alejandro Grippo, Cristina Van Dembroucke y José María Chemez, dará a conocer el adelanto de la sentencia.
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La tristeza de un pueblo
Lejos de dividir a Santa Elena, el crimen causó una profunda tristeza en toda la comunidad. Se trataba de dos buenos pibes, que nunca se metían en problemas, participaban de las batucadas y eran parte de un amplio grupo de amigos y conocidos de su edad. Además, la escena del crimen, la estación de servicios Nueva Rhasa era un lugar habitual de encuentros. Hasta hoy nadie puede explicarse el fatal desenlace. Los familiares de la víctima reclaman una condena justa. Los allegados al imputado esperan que sea el final del tormento que Papucho viene sufriendo desde hace casi dos años. Por la angustia en la que se sumergió desde aquella madrugada, nunca lo dejaban solo, familiares, amigos y vecinos lo acompañaban a todos lados.