Desde aquella noche del 5 de noviembre de 2016, mientras los policías del 911 lo arrestaban en la puerta de su casa en Bajada Grande, Orlando Ojeda supo que no saldría nunca más de prisión. Pero esto parecía no importarle: esa madrugada durmió plácidamente en la celda de la Alcaidía de Tribunales. Su objetivo estaba cumplido: en 15 minutos había asesinado a tiros a sus dos exparejas. Primero a Romina Ibarra en el barrio Mosconi; luego a Lidia Milessi, madre de sus tres hijos, en el barrio Los Gobernadores. Por eso, el hombre de 48 años decidió aceptar la pena de prisión perpetua en un juicio abreviado, y así evitar un debate oral y público, con las declaraciones de testigos (entre ellos los hijos de las víctimas), policías y peritos, entre otros.
El exprefecto de Paraná aceptó la máxima pena por el crimen de sus exparejas
Orlando Ojeda acordó en juicio abreviado, la pena perpetua por los crímenes de Romina Ibarra y Lidia Milessi, registrados el 5 de noviembre de 2016 en Paraná
16 de mayo 2018 · 08:27hs
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Para hoy a las 8 está fijada la audiencia en los Tribunales de Paraná, donde se presentará el acuerdo de juicio abreviado al que arribaron los fiscales Juan Francisco Ramírez Montrull y María Eugenia Smith, con Ojeda, quien es asistido por los defensores oficiales Jorge Sueldo y Jorge Balbuena. El mismo será formalizado ante el Tribunal de Juicio que estará presidido por Daniel Malatesta. A su vez, se esperará conocer en el momento la postura de los abogados querellantes que representan a los familiares de las víctimas, como Miguel Cullen y Patricio Cozzi. Se estima que, teniendo en cuenta que lo pactado es la máxima pena que estipula el Código Penal argentino, no presentarán oposición al acuerdo. Además, al eludir el juicio oral, se evitaría la revictimización de testigos, como los menores hijos de Romina y Lidia, que deberían relatar los episodios.
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Luego los jueces pasarán a deliberar, evaluarán los términos del abreviado y las pruebas, para dictar sentencia la semana que viene.
El recorrido del femicida
La investigación llevada adelante por la División Homicidios y los fiscales pudo determinar el recorrido de Ojeda aquella noche. A las 21.15 llegó a la casa del barrio Mosconi, en la cortada 538, y matar a su expareja Romina Ibarra. La mujer de 37 años, que trabajaba en la División 911 de la Policía de Entre Ríos, estaba cocinando para ella y sus dos hijos. Como ese fin de semana le tocaba franco, pensaba ir con los chicos al Parque Nuevo junto a una amiga. Cuando tocaron la puerta, uno de los hijos abrió pensando que era ella, pero irrumpió el asesino. Romina corrió a una de las habitaciones pero cayó antes por un disparo en la espalda. Ojeda se acercó y la remató con otro tiro.
Luego, el femicida se subió a su moto y cruzó la ciudad hacia el este. Fue a la casa de su exesposa Lidia Milessi, con quien tenía tres hijos, en Medus y Antelo. Entró sin pedir permiso y a metros de la puerta encontró a la mujer: le disparó en la cabeza. El hijo mayor, de 19 años, se estaba bañando. Sabía lo que había pasado y no quiso salir a ver la escena. Los otros dos hijos adolescentes justo se habían cruzado al almacén a hacer unas compras. Escucharon los disparos y al regresar vieron a su madre muerta y a su padre huyendo.
Ojeda regresó a su vivienda en Bajada Grande, donde lo estaba esperando la Policía. Tras un breve forcejeo se entregó y lo desarmaron. Podría haber continuado la matanza, pero su plan ya estaba cumplido. No le importó pasar el resto de su vida en la cárcel. Esa noche en Alcaidía de Tribunales pidió una cobija y durmió hasta el otro día.
Milessi era docente en la escuela técnica N° 2 Almirante Brown de Paraná, muy querida por sus compañeros y alumnos, quienes hoy la recuerdan y lamentan su ausencia.
Este doble femicidio conmocionó al país. Pero era solo el inicio de una ola de crímenes de género en Entre Ríos. Al otro día, el domingo 6 después del mediodía, en Concordia, Miguel Ángel Rodríguez fue a la casa de su expareja en el barrio Benito Legerén. Con un revólver calibre 32 le disparó dos veces a Evangelina Moledo, de 33 años, y al novio de la mujer, Luis Walter Chamorro, adelante de sus hijas de 3 y 13 años. Luego fue a su casa y se suicidó.
El lunes a la madrugada en Concepción del Uruguay Juan Pablo Ledesma, de 23 años, entró con una cuchilla a la casa de su expareja, en el barrio 134 Viviendas. Mató a puñaladas a Johana Carranza, de 23 años, a su novio Carlos Peralta, de la misma edad, y degolló a las dos hijas que tenía con la joven, Luciana y Candela, de 5 y 7 años. Se quiso suicidar, pero sobrevivió y fue condenado a prisión perpetua.
El miércoles hallaban en Paraná el cuerpo desmembrado de Jessica Paola Do Santo. El femicidio había ocurrido el sábado anterior. La investigación tuvo a un hombre en la mira, pero hasta hoy el asesino sigue gozando de impunidad.
Unos días después, el lunes 14, Ana Barbelli fue asesinada por su esposo, Miguel Cáceres, en su vivienda del barrio Sagrada Familia de Rosario del Tala. La víctima tenía 39 años y estaba desde los 13 junto a Cáceres, de 55, con quien tuvo siete hijos.