El domingo por la madrugada, en al menos nueve departamentos de un edificio ubicado en calle Perón, de Gualeguaychú, sonó el teléfono y del otro lado, una voz llorosa les decía “Mamá”. Luego, un hombre con voz imperativa les decía que debían hacer lo que les decía si querían ver a sus hijos con vida. A otras les dijeron que era su nieto al que tenían secuestrado.
Advierten sobre nuevos intentos de secuestros virtuales
Las víctimas fueron en su gran mayoría mujeres de más de 60 años que viven solas en el lugar desde hace mucho tiempo. Este dato no es menor, porque están casi convencidas de que utilizaron la guía de teléfonos para contactarlas, porque no han cambiado sus números en años y tampoco su dirección. Afortunadamente en ninguno de los casos prosperó la estafa.
Graciela Bermúdez, de 74 años, señaló que llamaron a todo el edificio. "A mi me llamaron a las 5.20. Atiendo y escucho a una persona llorando que me decía ‘mamá’. Enseguida le sacaron el tubo y otra me dijo: ‘tu hijo me dijo que vos tenías plata’, que pagara el rescate o sino me lo traían muerto al departamento”, publicó El Día.
“Yo colgué y por el celular llamé al 101 y el que me atendió en Jefatura me dijo que recién había llamado una vecina mía diciendo que le habían secuestrado a su hijo. En la Policía me dijeron que lo que tenía que hacer era llamar a mi hijo y confirmar que estaba todo bien. Lo llamé y estaba durmiendo”, contó la mujer.
A la otra vecina, Elsa Rodríguez, de 65 años, la contactó una persona llorando y con alguna interferencia en la comunicación. El que habló dijo: “Mamá tuve un accidente, te voy a pasar con un hombre que te va a hablar”.
Esa persona a la que le pasó el teléfono era un adulto, que utilizó un tono imperativo. “Me dice que era un secuestro y que si no hacía lo que me decían lo iban a matar”, prosiguió Rodríguez.
La mujer, por la sorpresa, quedó en silencio. “Señora, por qué no contesta”, le dijo la persona al teléfono. Fue en ese momento donde le vuelven a pasar el tubo al supuesto hijo que le repitió que hiciera lo que sus captores le decían porque lo iban a matar. “Señora escuchó ¿Quiere escuchar cómo lo golpeamos”, amenazó el hombre.
“Sin cortar el teléfono, tomé el celular con la otra mano y lo llamé a mi hijo y cuando me atendió me quedé tranquila y corté el otro llamado”, explicó Rodríguez, pero a los pocos segundos volvieron a llamar y ella volvió a cortar.
Las víctimas no fueron al azar. “Son todas personas que viven hace muchos años en el edificio y que figuran en la guía telefónica”. Rodríguez contó que apenas le ocurrió esto empezó a difundirlo a través de las redes sociales porque: “No quiero que esto le ocurra a otros, el susto no se lo deseo a nadie”.
Por su parte, Graciela Bermúdez es la única que tiene identificador de llamadas en su teléfono fijo y señaló que las llamadas se hicieron desde un lugar donde salía oculto el número.
La Policía tomó conocimiento de este hecho, pero según se informó desde la Jefatura Departamental, solo se recibió una denuncia. Las hipótesis son que los llamados pudieron partir desde algún establecimiento penitenciario y que – aunque en este caso no llegaron a pedir nada – el rédito que consiguen son los códigos de tarjetas telefónicas.
Fuente: El Día