El robo del asiento de una moto fue el detonante del asesinato de José Luis Arrúa, ocurrido en el barrio Anacleto Medina Sur de Paraná, el 28 de octubre del año pasado. Sus amigos Pablo Álvarez y Carlos Almada habían sido acusados por los vecinos, por eso fueron a buscarlo y, en la discusión, lo apuñalaron. Con muchas pruebas en su contra, desde sangre hasta testigos, los dos acusados firmaron un acuerdo de juicio abreviado por el cual cumplirán ocho años y medio de prisión.
Acordaron ir a prisión por matar al amigo que se había robado el asiento de una moto
El pacto al que arribaron la fiscal Paola Farinó y el defensor público oficial Juan Carlín, fue presentado ayer a la jueza de Garantías Marina Barbagelata, quien analizará los términos del mismo y la semana que viene anunciará si homologa el acuerdo en una sentencia condenatoria. Mientras, Álvarez y Almada siguen alojados en la Unidad Penal N° 1 de Paraná.
Aquella noche de fines de octubre, la víctima y los victimarios se juntaron en una esquina del barrio del oeste de la capital provincial, a tomar bebidas alcohólicas, y parecía que iba a ser una noche más. Luego se dirigieron a un taller mecánico que está ubicado a pocos metros de la casa de Arrúa, y este se habría retirado del mismo con el asiento de una moto. Un rato después, Álvarez y Almada se enteraron del robo y supieron que el hombre estaba ofreciendo a la venta el elemento a vecinos del barrio. Como no querían verse envueltos en problemas, salieron a buscarlo y cuando lo vieron, lo persiguieron.
Alrededor de las 23 se ocasionó la reyerta mortal, en calle Los Minuanes, entre Cortada 620 y Gianelli. Arrúa intentó entrar en una vivienda para huir, pero fue alcanzado y golpeado. Uno de los implicados portaba el cuchillo y le asestó cuatro puñaladas, mientras que el otro lo golpeó a patadas. Más allá de qué hizo cada uno en esos instantes, ambos fueron responsabilizados por la muerte.
Quienes advirtieron el hecho llamaron al 911 y poco después llegó una ambulancia al lugar de la zona oeste de Paraná. Subieron a Arrúa y lo trasladaron al hospital San Martín, pero murió en el camino, ya que ingresó al nosocomio sin vida. Tenía 34 años.
Los policías que trabajaron en la escena del crimen, observaron la presencia de una mancha de sangre en el asfalto y una gorra. Personal de la comisaría novena y de la División Homicidios trabajaron en la zona para poder reconstruir el hecho e identificar a los responsables.
Varios vecinos de la cuadra fueron testigos presenciales del hecho de sangre. Sindicaron a Álvarez, de 29 años, y a Almada, de 25, como quienes perseguían a Arrúa y luego lo hirieron de muerte. Ambos sabían que estaban comprometidos y cercados por la Policía. Por eso, se entregaron, acompañados de familiares directos, para ponerse a disposición de la Justicia. Los alojaron en la Alcaidía de Tribunales, de donde no salieron más.
Otra evidencia fundamental para la causa fue un cuchillo de cocina que fue secuestrado, con indicios de haber sido utilizado para la agresión. El mismo había sido entregado por un vecino a la comisaría novena.
La autopsia practicada al cadáver de Arrúa, estableció que la víctima falleció como consecuencia de cuatro heridas de arma blanca, todas en la zona izquierda del tórax.
Ahora, la historia se está por cerrar, con la confesión que ayer por la mañana hicieron Almada y Álvarez ante la jueza, que deberá decidir si les impone la pena acordada.