Las dos décadas de silencio que beneficiaron al cura Justo José Ilarraz, acusado de abusar sexualmente de 50 menores que iniciaban la carrera religiosa en el Seminario Menor de Paraná comenzaron a ser vencidas por la Justicia. En solo 13 días, tras la publicación de la Revista Análisis, la Fiscalía primero y ahora la querella lograron acercar pruebas y requerir medidas para avanzar en la instrucción, que ya está a cargo del juez Alejandro Grippo.
Pedirán pericias psicológicas y psiquiátricas para el cura Ilarraz
Mientras que en el voluminoso expediente ya obran dos relatos de víctimas de los abusos sexuales, acontecidos entre 1984 y 1992, los querellantes Marcos Rodríguez Allende y Walter Rolandelli pedirán hoy que Ilarraz sea sometido a pericias psicológicas y psiquiátricas. “Vamos a requerirle al juez que en forma inmediata Ilarraz se haga presente en Paraná para que se le realice una pericia que nos permita conocer su perfil psicológico y psiquiátrico”, explicó a UNO Rodríguez Allende.
Los querellantes pretenden que el Equipo Interdisciplinario del Superior Tribunal de Justicia (STJ) realice una pericia psiquiátrica y psicológica a los fines de establecer si Ilarraz tiene “indicadores similares” al “perfil psicológico que poseen los delincuentes sexuales”, como así poder determinar si tiene otros rasgos compatibles a los delitos investigados.
El cura, que estuvo durante siete años ejerciendo el sacerdocio en el Jardín de la República, tiene dos posibilidades: aceptar el estudio o negarse. Rodríguez Allende pedirá que las dos partes cuenten con peritos propios, más los de la Justicia.
“Estas pruebas son elementos más que suman. Son importantes para los delitos que se están investigando”, aseguró el abogado.
Por otra parte, se confirmó que las declaraciones testimoniales comenzarán la semana que viene. Los que tendrán que comparecer ante el magistrado son: sacerdotes, exseminaristas y víctimas, además de algunos familiares de las personas abusadas. A su vez, UNO pudo conocer que Ilarraz sigue en Capital Federal, donde se estaría atendiendo de una dolencia.
Encubrimiento
Los abogados querellantes esperan que la documentación del supuesto juicio diocesano al que fue sometido Ilarraz sea entregado a la Justicia.
“Estamos ansiosos esperando conocer las actuaciones administrativas requeridas por el Juzgado del doctor Grippo en virtud del supuesto juicio realizado por la Iglesia”, mencionó Allende, quien dijo que están trabajando para lograr que “los culpables reciban la pena que se merecen”.
El modo de operar
De acuerdo a la investigación periodística y al relato de las víctimas, Ilarraz “siempre utilizaba el mismo mecanismo para su esquema de perversión. Iba observando las personalidades de cada uno de los chicos; sus angustias y ansiedades -por el desarraigo de su casa, de su madre y de sus cosas- para ir acercándolos y darle su amor”, señala la nota.
Según el relato de las víctimas, cada noche, cuando se apagaban las luces del pabellón, el cura comenzaba a caminar por entre las camas de los chicos. “Cuando escuchaba algún lloriqueo, se aproximaba, se sentaba a su lado, les acariciaba la cabeza y la mayoría de las veces terminaba ingresando a sus camas para consolarlos”, contó una de las víctimas.
Todas las historias son similares. La dureza de los relatos estremecen tanto a los integrantes de la Justicia como a las personas que acompañan a las víctimas.
Más casos, más historias
A medida que avanza la causa las partes van recibiendo testimonios. Según pudo conocer UNO algunos serán sumados a esta investigación, pero otros merecen nuevos expedientes.
“Parece que la gente va tomando confianza y habla”, dijo una fuente judicial a UNO.
Todo indica que la denuncia contra Ilarraz logró romper una barrera de silencio que reinaba alrededor de la Iglesia Católica en Paraná. “Hay personas que están hablando, pero lamentablemente en la mayoría de los casos ya pasaron muchos años; de igual modo es sumamente importante que lo revelen, que lo cuenten porque esto permite lograr un cambio”, dijo una mujer de la Justicia consultada por UNO.
Condenaron a un religioso que violó a menores
No siempre el tiempo es cómplice de la impunidad. Después de 23 años, dos jóvenes lograron que la Justicia condenara a prisión al docente religioso que los violó cuando cursaban la escuela Primaria.
El martes, un docente religioso católico que abusó sexualmente de dos estudiantes que concurrían al Colegio Marianista, en el barrio porteño de Caballito fue condenado a 12 años de prisión efectiva.
El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 8, presidido por Rodolfo Madariaga e integrado por los jueces Alejandro Sañudo y Ricardo Basílico, consideró culpable a Fernando Picciochi de los delitos de Corrupción de menores agravada, reiterada y calificada en perjuicio de dos víctimas que concurrían al establecimiento educativo.
Los magistrados consideraron que el imputado cometió nueve hechos de abuso contra Sebastián Cuattromo, que recién una década después del ataque sufrido decidió denunciar el hecho. Los jueces, además, indicaron que Picciochi agredió sexualmente a otro estudiante, Fernando, cuyo apellido fue mantenido en reserva durante el proceso judicial por su propio pedido.
“Fue un fallo liberador que nos sacó de encima una mochila que Sebastián y yo cargamos durante 22 de nuestros 36 años de vida”, dijo Fernando, tras conocerse el veredicto del Tribunal. Indicó además: “En estos 22 años desde que ocurrieron los hechos tanto a Sebastián como a mí nos pasaron muchas cosas, armamos y perdimos parejas, porque es entendible que haya gente que no pueda ayudarte a cargar una mochila así, pero siempre estuvo la familia a nuestro lado”.
El juicio y las violaciones
El fiscal Andrés Madrea había solicitado en su alegato de ayer que el acusado fuera condenado a 13 años de cárcel, en tanto que los abogados defensores de Cuattromo, en representación de la querella, habían pedido 12 años de prisión. Los fundamentos del fallo se darán a conocer el martes, según informaron los jueces que integraron el tribunal.
Los abusos denunciados fueron cometidos en 1989 por el exsacerdote cuando los por entonces adolescentes de 13 años cursaban en el Colegio Marianista. Los denunciantes rompieron el silencio 10 años después y se animaron a llevar el caso a la Justicia. Uno de ellos, Sebastián Cuattromo, dedicó los últimos 12 años de su vida a impulsar el expediente para que el acusado llegara a juicio. “Me considero un militante que quiere resignificar esta larga historia de sufrimiento y de lucha, en función de la defensa y promoción de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Y, en particular, quiero reivindicar el derecho que tienen a recibir una educación sexual integral, como la que fuera sancionada en 2006 en nuestro país, con clara perspectiva de derechos humanos y con fuerte potencial transformador”, había contado Cuattromo a Página/12 en vísperas del inicio del juicio.
En setiembre de 2000 el religioso, que ya había dejado los hábitos, fue procesado en primera instancia. Picciochi apeló la sentencia, que fue ratificada por la Cámara, pero al ir a detenerlo ya no se encontraba en su domicilio ni en el país, por lo que se libró una orden de captura nacional e internacional.
El exreligioso fue detenido en Estados Unidos, permaneció alrededor de tres años preso en ese país y en setiembre de 2010 fue extraditado finalmente a la Argentina, donde fue condenado.