No es un fenómeno nuevo aunque es cierto que adquiere otra dimensión a la luz de los resultados electorales de las primarias donde se definieron los candidatos a diputados nacionales que Entre Ríos renovará en la Cámara de Diputados. El porcentaje de votos en blanco y anulados se sigue manteniendo en niveles altos, si se comparan los guarismos de la Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de 2017 con el escrutinio definitivo de las elecciones del pasado 12 de septiembre. Un dato elocuente que surgió ese fin de semana es que el total de los votos nulos sumaron más que seis de las 10 listas que se presentaron en Entre Ríos. Esa opción se convirtió en la cuarta fuerza con 30.586 sufragios (3,81%), mientras que los entrerrianos que se volcaron por el voto en blanco fueron 18.051 (2,25%). Entre ambas categorías alcanzaron un 6,06% de los electores que acudieron a votar, un universo de población que con su voto negativo denota una crisis de representación.
PASO: se afianza el voto en blanco y nulo en Entre Ríos
Como se señalaba al principio el fenómeno tiene su correlato en elecciones primarias precedentes, donde el voto no positivo registró importantes niveles de adhesión en el electorado. En las PASO de 2017 (también se elegía una sola categoría electoral, diputado nacional), el voto nulo obtuvo 38.881 sufragios. Los que se inclinaron por el voto en blanco fueron 18.015. En ese momento la participación promedió un 76,69% contra el 72,36% de las primarias 2021.
Más cerca en el tiempo, durante las PASO 2019 para la categoría diputado nacional, hubo 68.302 votos en blanco (un 8,07%) y 10.160 nulos (1,20%), en el marco de una participación del 76,72%.
Las urnas que hablan
UNO se propuso analizar los rasgos de un comportamiento electoral donde subyacen distintos matices, y elementos que influyen en el cuarto oscuro. Para ello se convocó a dos profesionales del ámbito académico, con conocimiento de los procesos electorales y de las causas que llevan a votar de esa manera.
Lucio Guberman es licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y profesor de grado y de posgrado en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). El consultor político describió las características de este tipo de votantes, asumiendo que se guían por patrones propias que los distancian del sistema de representación. Desde una perspectiva académica planteó que el voto en blanco “es gente que hace todo el esfuerzo de ir a votar, pero no elige candidatos. De alguna manera si tuvieran una oferta que les interese los votaría”.
En cuanto al voto nulo sostuvo que reviste ciertas condiciones que lo hacen más complejo a la hora de hacer un diagnóstico. “El voto nulo es un poco más picante porque es más difícil de analizar, ya que allí confluyen votantes que colocan dentro del sobre una foto de un superhéroe o una feta de salame. Es en algún punto una expresión sofisticada de negatividad y también en esa misma categoría hay errores. Hay gente que pone dos boletas o que vota mal por desconocimiento. Entonces es más difícil de analizar”, fundamentó Guberman.
El docente consideró que si bien el flujo de electores descendió en estas PASO respecto a 2017, “creció el voto en blanco, aunque se mantuvo el absoluto. Se dio la misma cantidad de votantes en blanco que en 2017 pero con menor participación, con lo cual porcentualmente es un 10% más; no es un llamado de atención severo, pero hay un poco más de no preferencia”.
Para el analista es necesario revisar una serie de variables dentro de la misma elección y en qué medida es posible identificar las causas del avance del voto negativo. “La lectura sigue siendo ésa, la expresión de un desencanto. Evidentemente cuando se mira el voto positivo, se observa que Juntos por el Cambio sacó lo mismo que en las elecciones de 2019 y en absoluto, ganándole por mucho al peronismo cuando antes habían sido elecciones más parejas. Entonces la lectura más lineal es que muchos votantes del Partido Justicialista en 2019 en ésta elección se quedaron en su casa, la merma más gruesa del peronismo es ésa. Las demás expresiones se condensan en gente que fue a votar y que tenía alguna afinidad con el PJ y prefirió votar en blanco o anularlo. Es una lectura lineal porque siempre pasan muchas cosas; no es el mismo público siempre. O mucha gente, a lo mejor votó directamente a Cambiemos y no votó al peronismo, o al revés”, reflexionó el entrevistado.
En su evaluación intentó indentificar el ADN de este universo de votantes, sus preferencias y las razones que los llevan a manifestarse de esa manera. “Es difícil porque las encuestas no están prediciendo cosas muy gruesas. En las encuestras siempre es más preciso detectar los que tienen más probabilidad de ocurrencia, por ejemplo que una personas vote a un candidato de tal partido. Entonces detectar una frecuencia de algo que ocurre en un promedio del 7% es muy difícil. Entonces es necesario hacer una encuesta muy grande, con mucha precisión y de una muy buena muestra. Encima se supone que ese tipo de elector, que anuló o no fue a votar y el cual se busca como objeto de estudio, es el más reticente a responder una encuesta. Están fuera de la política”.
Adelantarse a lo que podría suceder en las generales del 14 noviembre estará ligado a la gestión del Gobierno nacional. Bajo esta lectura Guberman considera que si la Casa Rosada “mueve el amperímetro, lo debe hacer para el lado correcto para no complicarse con lo que hace. En ese caso puede generar un cambio de expectativas, puede generar una recuperación de sectores que hoy desertaron básicamente. Parece más un problema de deserción de votantes peronistas más que otra cosa.
“Es un voto escéptico”
Para enriquecer el análisis también se convocó al licenciado en Filosofía y docente de la carrera de Ciencia Política de la Facultad de Trabajo social de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), Juan Giani. Con un perfil más cauteloso, opinó que el análisis es apropiado hacerlo en términos relativos y no absolutos, comparando los valores de participación de elecciones anteriores. “En 2019 no se transitaba una pandemia, donde el oficialismo ganó. Siempre en la Argentina vas a tener un voto escéptico, eso pasa en todos los países del mundo. El tema es que ese voto escéptico no crezca. Me parece que en esta elección no creció, en un momento donde todo hacía pensar que sí iba a pasar eso. Que iba a ver un voto de gente enojada con todo lo que ha pasado en estos dos años. Los análisis mayoritarios llevaban esa dirección”, estimí Giani.
El docente universitario afirmó que en este contexto siempre “hay un caudal de gente que no se siente representada, que hace un voto enojado, un voto apático. En esta elección aumentó y es una buena noticia, más allá que no pueda gustar el resultado de la elección. La gente votó lo que le pareció”.
En otra intervención evitó “etiquetar” a ese universo de votantes y sólo se limitó a encuadrar esa actitud como “el voto escéptico”. Sin poder encuadrarlos dentro de un grupo etario ni una clase social determinada, explicó que “se sienten lejos de la política o piensan que la oferta electoral no los satisface, es gente que está disgustada con la oferta política. Entonces lo manifiesta de algún modo, no yendo a votar o impugna el voto, vota en blanco. Eso no es nuevo ni un fenómeno argentino. Hay un sector de la sociedad que aún votando en forma positiva, lo hace sin entusiasmo, que siente una desafección con la política, que considera que la democracia no la contiene, no la satisface. Es un signo de la época y es una tarea de los políticos recomponer eso. Se trata de volver a generar entusiasmo. Es una actitud sistémica, que se canaliza a través de las instituciones”.
La mayor expresión de rechazo al sistema político se observó en las elecciones legislativas de 2001. En esa oportunidad el fenómeno alcanzó tal magnitud que se llegó a acuñar el término voto bronca. Entonces, más de 10 millones de argentinos –o sea cerca de la mitad del padrón– optó por no elegir a ningún candidato sino votar en blanco, anular su sufragio o directamente no participar del comicio, reflejó en un artículo el diario Página 12.