La elección de los legisladores nacionales por Entre Ríos quedará en un segundo plano respecto de la presidencial, como ha ocurrido muchas veces, pero no siempre. Hubo alguna vez renovaciones intermedias en las que la ratificación o no del rumbo del Ejecutivo Nacional tuvo en la provincia otros componentes que influyeron en el voto de los entrerrianos.
Parece estar todo dicho en la provincia a poco más de un mes para las PASO
(Sin retroceder tanto en el tiempo, y recordando elecciones intermedias, podría señalarse como ejemplo la lista que en 1997 impulsó el extinto líder radical Sergio Montiel incluyendo al empresario ganadero Arturo Etchevehere y al También fallecido dirigente comunista Federico Soñez. Era otra provincia y otros los aspectos que atraían el interés ciudadano).
En esta oportunidad, todo indica que la tendencia a la polarización de la elección presidencial es muy fuerte y eso arrastrará la campaña provincial. El gobernador Bordet jugará su peso electoral en la provincia en favor de la fórmula de los Fernández (Alberto y Cristina). Su decisión es clara (lo que no es poca sosa considerando la diáspora de la Alternativa Federal que o tuvo como integrante destacado) y en la reunión de los 12 gobernadores con Alberto F esta semana, el entrerriano se preocupó en remarcar que está allí desde el primer momento. Fernández valora que es un gobernador exitoso en lo electoral, de gestión prolija y de buena imagen nacional por su condición de no radicalizado que aportará lo suyo, sobretodo en la primera vuelta, cuando se definan los cargos legislativos.
Con un peronismo entrerriano encolumnado tras su Aquiles electoral, Bordet no tuvo dificultades locales para el armado de su lista candidatos a legisladores nacionales, en la cual se ciñó al acuerdo de porcentajes hecho con el kirchnerismo.
El exgobernador Urribarri, que constituía la principal duda de este armado, ha sido elevado por ese mismo kirchnerismo a la categoría de abnegado dimitente en pos de la unidad y será también, en la medida de sus circunstancias, un protagonista de la campaña, mucho menos por supuesto de lo que hubiera pretendido el macrismo vernáculo.
Por fuera no queda casi nada. La candidata a gobernadora Tania Acebal, que compitió por el Partido Ser tras haber anunciado durante meses que lo haría en la interna del PJ; y el exsenador Augusto Alasino, fundador del PCP (peronistas con Pichetto) son esa pequeña parte de lo exterior al bordetismo, pero también al PJ.
La primera parece haber dado un giro en sus aspiraciones y tras concretar su boda con su pareja de muchos años –quien era el primer candidato a diputado provincial de su boleta–, hecho del que informó a través de redes sociales, ha cambiado la temática de sus posteos.
Las publicaciones de Acebal dieron un giro hacia cuestiones relativas a lo que algunos suelen llamar filosofía de vida, dejando de lado la temática anterior que respondía a su apoyo al varisquismo, decisión tomada posteriormente a las PASO. No parece prudente seguir tomándole la mano, en momentos en que el intendente comienza a ser empujado a la quinta fosa del octavo círculo del averno del Dante por el peronismo que regresa a la gestión municipal.
Podría decirse que Alasino también encontró un príncipe azul; en Miguel Pichetto, y de allí su decisión de convertirse al macrismo pichettista, que no es otra cosa que macrismo. La decisión de designar a Pichetto en la fórmula presidencial puede verse tal vez como una contramarcha política, pero para nada como una inflexión ideológica del macrismo. Y esta claro que ya existían, antes de su designación como candidato a vicepresidente, las mismas suficientes razones para que algunos dirigentes peronistas –como Alasino– se definieran a favor de Macri.
La mirada más elemental permite advertir que el presidente que busca su reelección promete realizar en el segundo mandato lo mismo que hasta ahora, y profundizarlo. Y que la irrupción de Pichetto tendrá un escaso peso en la marcha del gobierno, si se considera por ejemplo la manera en que el senador por Río Negro quedó pintado en la reciente confección de las listas legislativas.
Otra dificultad para provincializar la campaña, si así se quiera, es también el escaso contenido de la misma. Al menos hasta ahora el libreto de la vuelta al pasado y el argumento de la corrupción, por un lado; enfrentado a la evidencia del empobrecimiento de enormes sectores de la población, no constituye un combo demasiado novedoso.
Los dos sectores parecen todavía enfocados en hablarle a los propios, a su núcleo duro de votantes, más que a los que titulares de una decisión electoral retardada, los que llaman indecisos.
Ni polémicas
La elección de los candidatos de la única lista peronista en Entre Ríos no deja margen para demasiada polémica. El secretario General de la Gobernación, Kueider, es el dirigente políticamente más cercano a Bordet. Su elección está más cerca de ser un disparador de especulaciones sobre el segundo y último mandato, que de ser un motivo de sorpresa.
(Un párrafo para esas especulaciones. Una de ellas señala que si Kueider es el heredero de Bordet, la postulación podría ser simbólica, con el objetivo de destacar su rol en el primer mandato del gobernador y aún antes; pero pensando luego no asumir en el cargo sino quedarse en el gabinete provincial con un ámbito de acción política aún mayor al que ya tiene, para consolidarse como el posible candidato a gobernador del bordetismo en 2023. Se supone que para negociar con los que ya están anotados en esa carrera, Bordet tendrá que poner a alguien en la mesa de aspirantes. Los intendentes Martín Piaggio, Enrique Cresto y Adán Bahl están en la lista desde el primer día. Hay protagonistas importantes que deben ser tenidos en cuenta, como el muy probable presidente de la Cámara de Diputados Ángel Giano o la vicegobernadora electa, Laura Stratta. Y también es cierto que el rol de los legisladores nacionales entrerrianos será distinto con un presidente peronista que con Macri, pero una decisión de ese tipo debe tomarse cuando se conozca el nombre del futuro presidente. El suplente de Kueider es Mario Imaz, quien fue funcionario de Bordet en la municipalidad de Concordia y cuya continuidad nunca estuvo en dudas al frente de la Secretaría de Salud cuando se produjo el recambio de ministros en esa cartera. Es decir, alguien de confianza de Bordet).
Volviendo a los nombres, Casaretto es un cuadro altamente capacitado especialmente para las discusiones económicas. El maciense ganó visibilidad al frente del IAPV cortando cintas en toda la provincia y además siempre estuvo “a disposición” para una candidatura de esta naturaleza, para la que ya había intentado competir sin éxito en 2005, cuando armó una lista que se desarmó antes de llegar a la interna.
La de la lista de Casaretto es una historia cada tanto recordada en el PJ entrerriano, porque muestra la verticalidad del sector político. “Me llamó Jorge Busti y me ofreció Vialidad, y a Bordet le ofreció Acción Social”, cuenta Santiago Gaitán, hoy concejal varisquista, cuando explica su defección al inicial propósito de competir contra la lista de Busti, quien era por entonces gobernador y líder indiscutido del peronismo entrerriano. Varios años después, Gaitán pone en un pie de igualdad su deserción con la de Bordet, que no era candidato, sino un dirigente que los apoyaba. Se renovaban cinco bancas y el entonces titular del gremio vial iba a ser el otro candidato masculino.
Casaretto se recompuso y compitió igual, casi en soledad, contra el aparato del bustismo; y perdió feo con la lista del gobernador Busti, que encabezaba Blanca Osuna; y la secundaban Raúl Solanas y José Lauritto. Los que han escuchado las anécdotas de boca de Casaretto podrían llegar a pensar que Bordet está exorcizando marcas del pasado, pero estas también son especulaciones.
Las damas del kirchnerismo no se discuten. Osuna siempre fue candidata, a diferencia de Estefanía Cora que se enteró de su postulación el día de la inscripción. Ambas kirchneristas indudables.
Por el lado de Juntos por el Cambio (fue Cambiemos hasta la elección de junio) la interna no amenaza con ser determinante tras las PASO. Una vez que Macri sea candidato a presidente, y muy posiblemente Alfredo De Ángeli se postule para renovar su banca en el Senado, solo le quedará alinearse a los radicales entrerrianos, como vienen haciendo desde 2015.
Su máximo referente, último candidato a gobernador Atilio Benedetti, apoyó al macrista en la negociación de las listas. La lista radical que lo enfrenta lleva a Raymundo Kisser, quien de no ser favorecido por una inusitada oleada de lealtad radical, tiene muy pocas chances de lograr su cometido.
Tal vez la lista corta de precandidatos a diputados nacionales el concejal macrista Emanuel Gainza genere alguna expectativa mayor, y hasta reciba una ayuda del macrismo más allá de que a ellos, al igual que a Kisser, le prohibieron pegar con la boleta de Macri y Pichetto. La lista oficial es encabezada por Grabiela Lena, del sector de Benedetti, que cerró de esta manera la negociación de la lista, y segundo va el presidente del PRO entrerriano Gustavo Hein. Son dos figuras de peso en sus localidades (Chajarí y Basabilvaso pero de escaso conocimiento en el ámbito provincial.
Finalmente, la que pretendía ser la ancha avenida del medio, y terminó siendo la calle angosta mercedina, presenta en las listas del lavagnismo la confluencia del socialismo, el Partido Ser y la Confederación Vecinalista. No parece un acuerdo contradictoria, pero parece más atender a la necesidad de sobrevivencia que al convencimiento. Tal vez en junio, una alianza de esta naturaleza hubiera quebrado el bipartidismo en la Cámara de Diputados provincial, pero de no mediar un excelente elección del candidato de Consenso Federal, las expectativas para octubre son nulas.