Leopoldo Carranza es paranaense, tiene 33 años y heredó la pasión por la aviación de su familia (abuelo y padre). Es por ello que no dudó en estudiar y ejercer la profesión posteriormente. Después de un buen recorrido en este plano, le llegó una oportunidad que no dejó pasar y hace cuatro años que observa el Rally Dakar desde las alturas.
Observó el Dakar desde las alturas
El paranaense Leopoldo Carranza fue como copiloto en un Metro III que se encargó, como todas las ediciones, de las retransmisiones de antenas. Sumó su cuarta experiencia en esta carrera.
22 de enero 2018 · 21:57hs
"Yo tengo la suerte de tener un abuelo piloto de la Fuerza Aérea y mi viejo que es piloto comercial. Fue de LAER y eso me llevó a incursionar por la aviación. La verdad es algo que me gusta mucho", no dudó en sentenciar Carranza.
Luego agregó: "Yo hice el curso de piloto privado que es el primer paso que dan la mayoría. Fue en el Aeroclub de acá de Paraná. Después de obtener la licencia de piloto privado me fui a terminar la carrera de piloto comercial a Buenos Aires, la parte teórica y práctica. De ahí empecé a laburar en una empresa en Buenos Aires donde volaba mi viejo. Ahí comenzó el camino. Estuve volando para la policía aeroportuaria y llegó un momento que estaba saturado de Buenos Aires y decidí volver a Paraná. Ahí me contactaron de una empresa de Córdoba que se especifica en las retransmisiones de antenas para competencias. Puede ser el Rally Mundial de Córdoba, Rally Dakar o los Juegos Olímpicos que también lo hemos cubierto".
Leopoldo ya suma en su haber cuatro Dakar y cada vez se enamora más de vivirlo de arriba. Es más, lo espera ansioso cada año.
"Nosotros tenemos la suerte de ser parte de la organización ya que es una empresa que es contratada por el Dakar. Nosotros paramos en los big bag con los pilotos al igual que los competidores y los organizadores. La verdad que la experiencia es increíble. Primero por conocer este monstruo porque mueve mucha gente y hay muchos espectadores que son apasionados por el Dakar".
"Trabajamos con cuatro aviones y casi siempre por etapa se necesita de dos aviones en vuelo. Los terrenos son desérticos y montañosos lo que hace que no haya señal de satélite. Los aviones están puestos estratégicamente en el aire para darle esa conectividad a los competidores, organizadores, a los helicópteros que hacen el apoyo en tierra y a su vez a los médicos. Cuando más nos necesitan es cuando más complicados estamos porque es cuando hay tormentas y demás. Como es todo desierto cuando hay una lluvia te cambia el terreno. Se le complica a los corredores y a nosotros diez veces más en el cielo. La gran complicación que tenemos es la meteorología. Es el enemigo. Después hay un cuarto avión que está aterrizado en un lugar cercano de la etapa porque, cualquier accidente que haya, un helicóptero levanta al herido y lo traslada a ese avión que lo lleva a un centro de alta complejidad", contó a la hora de desarmar su labor dentro del Dakar.