El vínculo de Jonathan Cristo con Patronato comenzó cuando era un niño. Lucía una casaca talle número 6 cuando acompañaba a su padre al estadio Presbítero Bartolomé Grella. No entendía demasiado sobre el juego ni las reglas del deporte, pero disfrutaba estar presente en el templo Santo. “Mi papá me hablaba del Yerbatero González y de lo que corría”, rememoró Joni. Continuó yendo a la cancha con amigos del barrio hasta enamorarse de los colores y protagonizar el folclore y el carnaval que se vive alrededor de la pasión popular. La tribuna San Nicolás es su lugar en el mundo. En la zona central de ese espacio se reúne con amigos con los que comparte la misma enfermedad y con quienes conformó La Banda del Medio. Ahí vivió jornadas inolvidables. Lloró de emoción con cada objetivo que conquistó el equipo de sus amores.
La camiseta Rojinegra forma parte de su piel
Por Matías Larraule
El sueño de ver a su equipo en Primera División se efectivizó el 6 de diciembre de 2015, cuando el Rojinegro pegó el salto a la elite tras obtener el segundo ascenso que el campeonato de la B Nacional otorgó al círculo superior. Ahí Joni infló el pecho. Rápido de reflejos le envió un mensaje a un amigo.
“Tengo las camisetas de todos los ascensos”, chapeó. En realidad en su poder registraba varias unidades de lo que en el tiempo se transformó en un patrimonio que adquirió mayor valor.
“La primera camiseta que compré con mi plata fue en 2007”, señaló. “Para las Fiestas de fin de año y para mi cumpleaños mi novia me regalaba camisetas. Yo también compraba otras tantas y cuando quise darme cuenta tenía alrededor de 30 camisetas. A partir de ahí comencé a buscar y coleccionar. Hoy tengo 106 modelos distintos”, subrayó Joni en diálogo con UNO.
Jonathan remarcó que tiene hábitos que no son instintos naturales de coleccionista.
“Me gusta tener los modelos de las camisetas, pero no soy de investigar y analizar de qué año y en qué campeonato fueron utilizadas quien la vistió, me gusta tenerla y exhibirla”, indicó.
“A mí me gustaba más ir a la tribuna y disfrutar del folclore que se vive en la tribuna que ir a mirar fútbol. Después comencé a investigar qué año se utilizó tal modelo de camiseta. Igual sigo sin darle demasiado interés en saber quién la usó o de qué año es. De hecho tengo modelos que no sé en que año se utilizaron”, reforzó el concepto.
La mayoría de sus prendas son indumentarias oficiales. Pilchas que fueron utilizadas en algún encuentro oficial, ya sea en el ámbito de la Liga Paranaense, en los distintos torneos de ascenso donde compitió el Rojinegro y en Primera División.
“Si bien algunas fueron compradas en tiendas, la mayoría son de utilería. Otras fueron adquiridas por Internet, pero siendo camisetas oficiales. Las que cuentan son camisetas del primer equipo, aunque también tengo algunos modelos de inferiores”, afirmó.
Conservarlas en buen estado le demanda su tiempo y lo lleva a realizar un trabajo especial que realiza con mucho amor, paciencia, pero especialmente pasión.
“Generalmente en verano una vez a la semana, o cada 15 días, saco una tanda de 10 camisetas, las enjuago con mucho cuidado, y la voy ordenando en sus perchas y bolsas de lavandería. Las cuido bastante”, dijo.
Durante un tiempo Jonathan vestía con frecuencia sus casacas, pero luego modificó su postura.
“Hasta hace un año usaba casi todas. Pensaba en lo que me había constado conseguirlas y quería disfrutarlas. Pero después me fui dando cuenta de que lo mejor era conservalas en buen estado. Ahí decidí guardarlas para que no se rompan. Ahora solo utilizo aquellas que tengo repetidas o aquellas que he comprado en tiendas”, sostuvo.
Broche de oro
En su museo exhibe sus segundas pieles. En los cajones de alguna mesa atesora algunas entradas de encuentros. También luce banderines de la entidad de barrio Villa Sarmiento. Todo esto es acompañado por un tesoro que tiene mucho valor: uno de los guantes que utilizó Sebastián Bértoli en su último partido. El mismo con el que despejó al tiro de esquina un cabezazo de Jonathan Sandoval. La maniobra que aseguró la permanencia del Rojinegro en la Superliga.
“Éramos de hablar mediante mensajes de WhatsApp o Instagram. Un día después de su último partido me envió un mensaje para decirme que le gustaría regalarme el guante con el que sacó la última pelota. No lo podía creer. Cuando fui a su último entrenamiento y me lo dio fue la frutilla del postre de la colección”, afirmó.
Al momento de escoger una prenda reconoció que el guante de Bértoli y la casaca del equipo que compitió en el año 78 (el del primer ascenso a la elite) son dos pesos pesados. Pero luego aclaró que todas tienen el mismo valor.
“Le doy mucho cariño a las camisetas porque me las regalaron amigos, conocidos. Gente que quería mucho a esa camiseta, que la tenían guardada en un placard, pero me la dieron porque preferían que la tenga sabiendo que las iba a cuidar mejor. Por eso a todas las cuido por igual. Además todas las camisetas de Patronato son hermosas”, aclaró.
Comunidad
Jonathan mantiene contacto permanente con otros coleccionistas. En esa comunidad hay mucha camaradería. Entre todos alimentan su patrimonio.
“Integro un grupo de WhatsApp de coleccionistas a nivel nacional. Hinchas de equipos que compiten en distintas categorías, desde Primera División, B Nacional, Federal A, B Metro. Estamos constantemente enviándonos fotos, publicaciones. Cuando publicamos algo sobre un equipo determinado algo etiquetamos al coleccionista de ese equipo”, explicó.
La buena química entre los miembros de la comunidad de coleccionistas generó un sinfín de anécdotas. Cristo citó una de ellas en el cierre de su testimonio.
“En mi poder tengo una camiseta de inferiores que utilizó (Iván) Furios. La mamá se la había regalado a la Cata (Seip) y Elsa, su hija, después me la entregó a mí. El coleccionista de Olimpo está buscando una camiseta que solamente tiene Furios. Me consulta cómo puede hacer para seducirlo para que le regale esa camiseta”, finalizó.