La pelota volvió a rodar en el mundo el fin de semana en Alemania donde se reanudó la Bundesliga. Tres días después la actividad se concentró en Costa Rica. El fútbol del país centroamericano volvió a tener acción el martes con la reanudación del Torneo Clausura 2020 de la Liga Proamérica. Ese día se desarrollaron dos juegos correspondiente a la 16 fecha. El resto de la cartelera se disputó el miércoles.
La alegría por volver a la cancha fue plena
Por Matías Larraule
El entrerriano Gabriel Patat volvió a pisar un campo de juego en un juego oficial. El paceño, miembro del cuerpo técnico de la Asociación Deportiva y Recreativa Jicaral, celebró el triunfo que conquistó el Huracán de la Península sobre San Carlos, por 1 a 0. “La sensación de volver a jugar es enorme. Es volver a sentir la adrenalina previa al partido, de pelear por algo. Fue lindo volver a sentir rodar el balón, de estar en el foco de todo. Si ganábamos era porque hicimos las cosas bien, si perdíamos era porque las hicimos mal durante esta etapa de receso. Cuando entró el balón al arco y nos pusimos 1 a 0 fue muy lindo”, describió Patat, en diálogo con Ovación desde Costa Rica.
La competencia sufrió un parate a mediados de marzo. La inactividad se prolongó durante más de dos meses, la tercera sangría más extensa de la historia del balompié Tico. “Fueron 46 días de incertidumbre”, señaló el entrerriano.
Durante parte de marzo y abril los entrenamientos fueron individuales y home office. El cuadro se modificó en mayo a medida que los casos de contagios se reducían sustancialmente. “Hay días donde hay cuatro, cinco infectados nuevos en el país, y otros en el que llega un pico de 15. Hasta 30 casos diarios sería normal según el Ministerio de Salud. Se encendería la alarma si asciende esa cifra”, relató el paceño.
Ese cuadro permitió llevar adelante los entrenamientos en el campo de deportes. “El 2 de mayo nos reencontramos, con un protocolo grande, con grupo de siete personas ocupando una media cancha y otro grupo de siete en la otra mitad. La sesión no podía pasar de 60 minutos y entre los jugadores no podía haber contacto. Tenían que estar a un metro y medio de distancia, prácticamente estaban aislados”, describió.
Nueve días después el Gobierno Nacional de Costa Rica anunció una escala de reaperturas de actividades. Una de ellas fue el deporte de alto rendimiento de contacto. “A partir de ahí decidimos entrenar en grupo a partir. La Unafut programó la fecha para el 20 y a partir de ahora se juega cada jornada cada 72 horas”, subrayó.
Gabriel confesó que la reanudación de la competencia llegó antes de lo imaginado. “En un principio, cuando se frenó el torneo, se veía una luz de esperanza muy grande. Pero al pasar las semanas y al meternos en abril no creíamos que íbamos a retornar rápidamente. Y más al ver que varias ligas de países limítrofes dieron por finalizadas sus competencias. Además Concacaf dio como fecha límite los primeros días de julio para cerrar la temporada. Éramos pesimistas más allá que a los jugadores le metíamos en la cabeza que íbamos a volver. Y cuando el 11 de mayo anunciaron que volvíamos nos sorprendió. Nos veíamos en junio, julio haciendo la pretemporada porque no daban los días para terminar este torneo”, confesó.
El regreso a escena se desarrolló bajo lineamientos estrictos. “En el bus que transportaba la delegación los jugadores no podían compartir butacas. Todos tenían que portar barbijos e higienizarse las manos antes de ingresar. Nosotros concentramos el día previo y en el hotel las habitaciones eran individuales. En el comedor había dos metros de distancias entre las personas. Era evitar el contacto en lo mayor posible”, subrayó.
“Al ingresar al estadio el médico debía presentar una planilla de registro del plantel. Nos tomaban la temperatura y cuando certificaban los datos ingresábamos. En el estadio había un vestuario para titulares y otro para los suplentes. La charla técnica no podía durar más de 10 minutos. En el único momento donde los jugadores se podían juntar era en la entrada en calor y durante el partido. En el resto de los lugares comunes se buscó el menor contacto. Y en esos espacios debían portar barbijos”, reiteró.
Patat, que debió oficiar de entrenador en cancha ante la suspensión del DT Erik Ramírez, aseveró que los controles de las autoridades fueron rigurosos. “Tenía que estar parado sobre la línea y las indicaciones las tenía que dar con el barbijo puesto. El partido se desarrolló bajo un diluvio y por momentos el tapabocas se caía. Pero detrás tenía un comisario de la Unafut advirtiéndome que, si no cumplía con el protocolo, podía ser sancionado. Son bastante riguroso porque quiere que todo salga bien”.
Por último, Patat sorprendió al confirmar que no hubo testeos masivos. “Fue una de las críticas que tuvo el regreso a la actividad. Se han realizado testeos aislados para verificar casos asintomáticos, pero hasta que no se presenten síntomas no se le realizan el test. Saben que habrá casos de contagios. Lo que el país pretende es que sean los menores posible y puedan ser controlados sanitariamente. Y aquellas personas que son de riesgos o mayores de 60 años no podrán formar parte de la estructura”.