Las amenazas recibidas mediante imágenes que recorrieron el mundo hicieron mella en las autoridades encargadas de la organización de la Copa Mundial y por eso tanto Lionel Messi en particular como el resto de la delegación argentina en general, son severamente custodiados.
El temor está latente en todo lo que rodea a la Selección
Las amenazas recibidas han hecho que las autoridades encargadas de la organización del Mundial custodien severamente a Lionel Messi y el resto de la delegación argentina.
13 de junio 2018 · 14:33hs
Las fuerzas policiales locales cumplen con la custodia desde el lago periférico al predio de Bronnitsy como también dentro del mismo predio del Centro de Entrenamiento local, donde está concentrado el seleccionado argentino de fútbol.
En el lugar donde se alberga el conjunto nacional existe un lago frente al edificio, a escasos cincuenta metros, que sirve de pista de remo para los atletas de alto rendimiento que allí se entrenan y por estos días fueron "desalojados" del hospedaje del Centro tras la llegada de la nutrida delegación argentina, de 70 integrantes.
Pero además de la práctica de los remeros, ese espejo de agua es transitado discretamente por lanchas policiales que observan desde allí todos los movimientos que circundan el lugar, para que nada quede librado al azar, ni siquiera desde fuera de tierra firme.
Pero también es estricto el control, tanto para acceder al predio, donde los periodistas son revisados minuciosamente día a día como si se tratara de un aeropuerto internacional, debiendo formar largas colas para ingresar de acuerdo con el orden de llegada y sin privilegios para nadie. En esta instancia no hay derechos que valgan. El que llega último, ingresa último. Y sin chistar.
Sin embargo, pese a tantos controles, las dudas siempre existen, y cuando en la tercera práctica de la selección en suelo ruso el periodista de Cablevisión Rosario, Claudio Gioglino, dejó olvidada su mochila cerca del lugar donde un grupo de hinchas se habían congregado a raíz del entrenamiento abierto al público que dispuso la organización, se encendieron todos los mecanismos de prevención.
En un instante más de 20 uniformados rodearon a la vieja mochila, y pusieron en marcha todos los protocolos de seguridad ante la posibilidad de que dentro de ella hubiera algún artefacto explosivo.
Cuando el experimentado periodista advirtió el olvido y volvió al lugar, tuvo que explicarles a los policías en cuestión, que no entendían absolutamente nada de español, ni de inglés (un obstáculo que se extiende a la mayoría de los habitantes con los que se cruzó Télam hasta ahora), ni de ninguna otra lengua que no fuera el ruso, que esa mochila era suya y solo contenía una computadora.