"Ay, ay, ay, ay, qué risa que me da / Ay, ay, ay, ay, qué risa que me da /Ay, ay, ay, ay, qué risa que me da / tenemo' obispo nuevo y lo tenemos que cuidar"
Abrazado por ese canto, mezcla de murga y canchita de domingo, y en andas (¡en andas!), salió hoy sábado 16 de diciembre al mediodía el neo obispo auxiliar de Buenos Aires, Gustavo Oscar Carrara, de la Catedral porteña.
La espuma de carnaval le llenó la cara en el festejo, igual que los besos y los abrazos de su gente. La ceremonia fue un encuentro cordial y espontáneo entre el pastor y su pueblo. El templo estaba colmado por la feligresía de su querida parroquia María Madre del Pueblo en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores.
Este sacerdote del clero de Buenos Aires y ahora obispo de 44 años, primer vicario episcopal para la Pastoral en Villas de Buenos Aires, encarna uno de los espacios de evangelización en los cuales el cardenal Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, puso su empeño y su corazón enteros: la pastoral en villas de emergencia, una de las periferias existenciales que patentizan cómo se han ido construyendo socialmente los cordones urbanos de la capital argentina.
Paraguayos, peruanos y bolivianos, conviven con argentinos llegados del interior argentino profundo con sensación fraterna en esas periferias: "Nosotros somos una familia, ahora volvemos al barrio a festejar. Le pregunté al obispo cómo quiere que le diga y me contestó: 'Gustavo, como siempre' ", explicó a Infobae una fervorosa parroquiana.